La trasnacional Cargill, empresa líder en la comercialización de alimentos, recibió subsidios del gobierno federal por casi 14 millones de pesos para la exportación de maíz blanco de Sinaloa, previa crisis al desabasto en México.

Representantes de organizaciones campesinas e investigadores aseguran que la entrega de apoyos millonarios a la compañía de origen estadounidense y con una filial en México es una muestra más del neoliberalismo con el que gobierna la administración panista en nuestro país.

Datos entregados mediante la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, revelan que la Secretaría de Agricultura, a través de su órgano desconcentrado Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria (Aserca), favoreció a la multinacional con 13 millones 920 mil 289 pesos.

El monto asignado fue el mayor de los subsidios entregados por concepto de exportación del grano a países africanos en 2006. El flete que Cargill transportaría a Mozambique fue de 30 mil 522 toneladas de maíz blanco; mientras, Comercializadora Profesional Mexicana, S.A. de C.V., recibió 7 millones 390 mil 639 pesos para la transportación de 19 mil 974 toneladas del grano, y a la Gradesa, S.A. de C.V., le otorgaron 5 millones 228 mil 843 pesos para el traslado de 14 mil 132 toneladas.

De acuerdo con la prensa nacional, durante el último año foxista, en la Secretaría de Agricultura, que encabezaba Francisco Mayorga, ya conocían de la crisis que se avecinaba.

El 12 de enero de este año, el reportero Roberto Morales, del periódico El Economista, informó que “fuentes gubernamentales, que exigieron el anonimato, revelaron que funcionarios de la Secretaría de Agricultura en el sexenio pasado actuaron con negligencia ante una tendencia que indicaba la escasez de maíz en México, desde septiembre de 2006”.

Los funcionarios expusieron que “no sólo se opusieron a que la Secretaría de Economía otorgara cupos de importación, sino que determinaron importar el insumo”. Y añadieron que el programa de Aserca es “mal visto porque parte de una política errada al destinar subsidios a la exportación y, al mismo tiempo, importar”.

Víctor Suárez Carrera, presidente de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC), critica la entrega del erario público a la trasnacional, que ahora representa a una de las compañías más fuertes en el mercado, junto con las mexicanas Minsa y Maseca.

El problema de fondo, dice, es que el gobierno mexicano es “objeto de chantaje de los grandes monopolios del sector agroalimentario, que amenazan con incrementar los precios, aún más, si no les dan subsidios y cupos de importación”

Para el representante de 60 mil pequeños y medianos campesinos y 160 empresas comercializadoras, el resultado de esta política de apoyo va en perjuicio de los consumidores, contribuyentes y productores que no alcanzan a ser beneficiarios de estos programas.

Ana de Ita, investigadora del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (CECCAM), dice que la entrega de recursos es una “trampa para los productores, porque el gobierno federal ha dicho, desde la óptica neoliberal, que los subsidios distorsionan el mercado. Sin embargo no han tenido ningún empacho en beneficiar a las grandes empresas”.

Aserca, instrumento de monopolios

El 16 de abril de 1991 fue constituida Aserca “con el propósito de contar con un instrumento para el impulso a la comercialización de la producción agropecuaria, en beneficio de los productores del campo, de frente a la apertura externa y la liberación de los mercados”, se lee en su página oficial.

No obstante, productores del sector descalifican el trabajo que ha desempeñado el órgano desconcentrado de la Sagarpa, pues sólo ha servido como un pretexto para financiar a los grandes corporativos.

Víctor Suárez Carrera, presidente de la ANEC, dice que “Aserca es la máxima instancia de transferencia de recursos públicos a los monopolios. Es la agencia que ha promovido, en más de 15 años, el mantenimiento de un desorden en los mercados agroalimentarios y favorece a una mayor concentración de la producción, comercialización e industrialización en muy pocas manos”.

Max Correa, dirigente nacional de la Central Campesina Cardenista (CCC), coincide con Suárez Carrera y agrega que el organismo de la Sagarpa se ha especializado en otorgar apoyos de ingreso objetivo y apoyos a la comercialización, como el cabotaje o el flete.

El líder de la CCC señala que Aserca no contribuye a acabar con el “talón de Aquiles del campo: se requiere una reforma institucional, darle otras atribuciones, facultades y otra misión. Es necesario cambiar la política hacia el campo, con principios como soberanía alimentaria y nutricional; generar condiciones de competitividad, y darle una vida digna a los productores y habitantes del medio rural”.

Además de tener como objetivo la aplicación de políticas públicas en beneficio de los campesinos, la página oficial de Aserca indica: “Nuestra prioridad es fortalecer tanto al sector interno como exportador, los cuales satisfacen la demanda cuantitativa y cualitativa de alimentos e insumos, en el marco de un sistema de comercialización eficiente y de mercado, que permita el acceso igualitario tanto de compradores como de vendedores a servicios financieros de manejo de riesgos, almacenamiento, certificación y manejo poscosecha; y que redunde en la obtención de mejores niveles de rentabilidad, y en la generación de valor agregado y oportunidades de empleo para los productores del campo”.

Cargill en México

Informes de la asociación estadounidense Agribusiness Accountability Initiative, encargada de revisar la situación de los agronegocios en el ámbito internacional, indican que el mercado se ha caracterizado por estar dominado por 13 empresas trasnacionales.

Entre los grandes corporativos destaca la presencia de Cargill en la mercantilización de fertilizantes y granos, además de mencionar a Monsanto, Bayer, Syngenta y Dupont, Yara, Nestlé, Unilever, Kraft, Archer Daniels-Midland (ADM), Bunge, Wal-Mart, Metro y Carrefour, en diversas actividades de comercialización.

Álvaro Salgado, representante del Centro Nacional de Misiones Indígenas (Cenami), hace un balance de lo que ha significado la presencia de Cargill en México y asegura que la trasnacional acapara el mercado nacional.

“Cargill es una multinacional con un capital poderoso que sustituye el trabajo que desempeñó la Conasupo. Se dedica al abasto y al acopio de granos básicos y controla el 70 por ciento del país, se ha convertido en un coyote trasnacional”, asegura.

Silvia Ribeiro, investigadora y responsable de programas del Grupo ETC (Action Group on Erosion, Technology and Concentration, consultor de la Organización de Alimento y Agricultura de las Naciones Unidas), explica que Cargill, ADM y Bunge controlan casi el 80 por ciento del comercio mundial de granos básicos, alimento principal de la población.

“En el mundo, ADM tiene el 30 por ciento del mercado norteamericano, pero Cargill avanza sobre el sudamericano y latinoamericano. Ya en México, esta última es una de las principales empresas que junto con Maseca, Minsa, Bachoco, Pilgrims, han acaparado al sector agroalimentario”, dice la especialista de la organización internacional.

Y es que luego de que durante el gobierno de Ernesto Zedillo se decidiera liquidar a la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), Cargill ocupa su lugar como “regulador de mercado”, expone Silvia Ribeiro.

La crisis

Apenas comenzaba 2007 cuando el precio de la tortilla aumentó de un promedio de seis pesos a 11 y hasta 18 pesos en algunas zonas del país, como Tijuana, según documentó la Procuraduría Federal del Consumidor.

El incremento en el precio del maíz fue el resultado de múltiples factores: el alza en la demanda del grano en Estados Unidos para producir etanol, y el control y especulación de precios que ejercen trasnacionales de la talla de Maseca y Cargill, documentaron los medios de comunicación nacionales.

Para controlar el problema, el gobierno de Felipe Calderón firmó un pacto de estabilización del precio de la tortilla en 8.50 pesos, en el que participaron empresarios y productores vinculados a la cadena de maíz.

Ana de Ita, investigadora del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (CECCAM), dice que “la crisis de la tortilla” fue una expresión de lo que es la política neoliberal en el mercado sobre un producto básico para la alimentación de la gran población de México. “Esto marca un cambio en el modelo agrícola del mundo y va a traer variaciones estructurales que no están contemplados”.

Advierte que las alteraciones que habrán en el mercado mundial “provocaran la demanda de maíz para Estados Unidos y ello implicará que el grano, muy pronto, no va a ser barato y escaseará”.

Cargill se defiende

Laura Tamayo, encargada de Asuntos Corporativos de la trasnacional, desestima las observaciones hechas por líderes campesinos e investigadores, pues dice que “la información que la gente comenta en ocasiones, no sé si es por dolo o por intereses personales, es totalmente equivocada”.

La operadora de la trasnacional advierte que de los resultados que entregó la Sagarpa a un ciudadano a través de Ley de Transparencia, donde se expone que fue beneficiada en 2006 con casi 14 millones de pesos, Cargill no recibió un peso, y por el contrario, fueron entregados a los productores del grano.

“A mí, Aserca me da dinero para reducir los costos de operación. Es un subsidio para que yo pueda pagarle más dinero al productor. Al final del día no es para Cargill. Yo me quedo con mi ganancia económica normal de un negocio”, puntualiza.

Respecto a las observaciones hechas por los productores agrícolas, Laura Tamayo agrega que “están enojados con nosotros. Esto es una cosa cultural, porque cuando hay vicisitudes en el mercado, por una serie de razones que están muy lejanas, es demasiado subjetivo y etéreo.

“Si yo te doy una explicación de que el etanol en Estados Unidos ha incrementado el precio del maíz amarillo, es Estados Unidos y maíz amarillo, pero si al mismo tiempo te digo: es que Cargill es una compañía trasnacional con base en los Estados Unidos que acapara el mercado y tú conoces la bodega de la empresa que está a lado de tu cosecha, ¿cuál es más entendible?

“Normalmente, cuando estamos enojados nos gusta ponerle cara al enemigo y somos una cara muy atractiva en ese sentido, porque es una multinacional. Sin embargo, los productores en su ámbito privado le compran y le venden a Cargill”, dice.

La encargada de los Asuntos Corporativos de la empresa de origen estadounidense asegura que “hoy por hoy Cargill tiene ventajas competitivas ante otros compradores a la hora de comercializar. Una de ellas es que la compañía paga en efectivo, peso sobre peso, otras pagan en mensualidades o 15 días después de la entrega.

“Pero, además, el maíz que vende Cargill tiene valor agregado porque ya tuvo un proceso, una limpieza, una serie de costos que la empresa cubre, lo que hace que actualmente tengamos 3 mil clientes que adquieren maíz blanco para consumo humano”, agrega.

Laura Tamayo niega que la multinacional tenga presencia en todo el país, pues dice que “Cargill no opera en el norte; compramos muy poco en el sur, básicamente en Campeche y en Yucatán, y nuestra zona de venta del grano es la zona metropolitana y un poco el bajío.

“No quiero decir que la compañía es perfecta, tiene más de 140 años en el mercado, en los que se aprenden muchas cosas pero también cometes muchos errores. Sin embargo, es una empresa ética, que se rige por las leyes del mercado y es parsimoniosa, no es avorazada. No se logran los objetivos de estar en tantos países siendo aprovechado de las coyunturas y acaparadores”, concluye.

Fuente: Revista Contralínea
Fecha de publicación: Junio 2a quincena de 2007