Pero no se trata de una simple vocación de perdurabilidad de la mano invisible del mercado, sino de la impunidad con que se siguen manejando los saqueadores de entonces que, en consecuencia, son los mismos ganadores en el presente. La política que profundiza la explotación minera, santifica la continuidad de los privatizadores y que aumenta el poder de los inquilinos de las ondas de radio y televisión, genera, por consiguiente, la repetición del mismo esquema.

De allí la necesidad de adulterar las cifras. Disimular el reciclaje.

Sin embargo, el dinero no le alcanza a los argentinos.

“...si volvemos a los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, -de aquellos que no hablan los ministros- podemos enterarnos que un 74 por ciento de la población económicamente activa de la República Argentina vive por debajo del umbral de la pobreza. De ellos, el trece por ciento sobrevive en condiciones de indigencia”, dice Ricardo Schkolnik en su artículo Mentiras, salarios y pobreza, volviendo la vista hacia los números que, como decía Scalabrini Ortiz, son las vísceras de una sociedad.

Semejante cifra pone de manifiesto la continuidad de la matriz de los años noventa.

Concentración de riquezas en pocas manos y brutal zanja que separa a los que más tienen de los que menos obtienen.

La recuperación de puestos de trabajo, por ejemplo, incluye a los que facturan como monotributistas y aunque no tienen recibo de sueldo ni obra social ni estabilidad ninguna, aparecen como empleados en blanco. Una mentira profunda porque, además, esos millones de argentinos no pueden acceder a los créditos que tampoco son diferentes a los tiempos del saqueo conducido por un Estado usurpado por funcionarios a favor del privilegio.

El futuro sigue siendo una palabra difícil de pronunciar en la Argentina y ese miedo atraviesa todos los pisos etáreos. Desde las pibas y pibes que abandonan las escuelas, a trabajadores cuentapropistas que hace años no tienen ninguna seguridad y hasta las abuelas y abuelos que, más allá de ciertas mejoras, todavía no saben qué significa disfrutar de la denominada tercera edad.

Dice Schkolnik que “al margen de todo debate o negociación, se encuentran los millones de personas, en casi todos los sectores de la economía, que siguen trabajando en negro y en las peores condiciones de precariedad, ante la indiferencia y la inoperancia de la autoridad laboral. Por supuesto que ninguno de estos datos, que tienen que ver con la prepotencia de los poderosos y con el padecimiento de los trabajadores, aparecen en las estadísticas difundidas oficialmente”, afirma de manera contundente.

El Centro de Estudios de la Nueva Economía, de la Universidad de Belgrano, por su parte, realizó una encuesta, cuyos resultados fueron que “la mitad de los trabajadores argentinos están ‘insatisfechos’ con el salario que reciben en sus puestos laborales, mientras que sólo el siete por ciento dice estar conforme con sus ingresos, un 58 por ciento se manifiesta entre insatisfecho y muy insatisfecho con sus remuneraciones”.

# Agencia APE (Argentina)