El descrédito del neoliberalismo y el cuestionamiento creciente a las políticas de saqueo del Imperialismo, el resquebrajamiento de la “institucionalidad” de las oligarquías, pero sobre todo la conformación de una gran tendencia patriótica, antiimperialista, democrática, de izquierda y revolucionaria que animan la movilización social y política de millones latinoamericanos, nos hablan de la aproximación de una nueva oleada revolucionaria en la región. El conseguir que este gran movimiento se enrumbe hacia la transformación radical de nuestras sociedades, es hoy, el desafío histórico de la izquierda revolucionaria, de los trabajadores y los pueblos de América Latina.

Para ello es imprescindible que las organizaciones revolucionarias, quienes buscamos representar las posiciones más consecuentes y avanzadas, profundicemos el entendimiento, nos sintonicemos con el anhelo de cambio de nuestros pueblos, interpretemos adecuadamente los límites y potencialidades de un proceso social y político muy complejo y extremadamente dinámico, buscando establecer las tendencias reales del movimiento, afinando bien la puntería para no equivocar los blancos, confrontando y demarcando posiciones con quienes pretenden mediatizar, desviar y descomponer al movimiento, esclareciendo en la teoría y la práctica las ideas equivocadas y confusas que influyen en los combatientes honestos.

Esta es una tarea muy grande y urgente. Nosotros desde el MOVIMIENTO POPULAR DEMOCRÁTICO MPD queremos compartir algunas reflexiones y puntos de vista, a partir de nuestra acción práctica en la lucha social y política que desarrollamos junto a los sectores populares ecuatorianos. Entendemos que estas opiniones están sujetas necesariamente al enriquecimiento fruto del debate entre revolucionarios.

Más de 25 años de neoliberalismo han profundizado las condiciones de explotación y sometimiento propias del carácter capitalista y dependiente de nuestra formación económica social. En este período se afirmó el carácter servil y entreguista al Imperialismo de la oligarquía criolla y sus gobiernos. Todos ellos (DP, ID, PSC, PRE, PSP) cumplieron a pie juntillas los programas de ajuste del FMI y BM deteriorando las condiciones de vida de la población, negándole trabajo, alimentación y vivienda dignas, el acceso a educación y salud, expulsando a millones de compatriotas en calidad de migrantes. Todo esto en medio de la más rampante corrupción, saqueando descaradamente los fondos públicos y entregando nuestra soberanía y recursos naturales a manos de las transnacionales. Esta situación se volvió insoportable para la inmensa mayoría de los ecuatorianos, que en un proceso relativamente rápido pasó de la resistencia y la defensa de los derechos al cuestionamiento del estado general de cosas.

Una nueva e importante muestra del proceso de avance en la conciencia del pueblo, fue el resultado de la Consulta sobre la convocatoria o no de la Asamblea Constituyente en Abril pasado. Pese al despliegue propagandístico de la oligarquía y sus partidos que orquestaron una rabiosa campaña anticomunista para atemorizar al pueblo y propiciar el NO, 8 de cada 10 empadronados votaron por el SI, en la más contundente derrota electoral de la derecha hasta el día de hoy. Estos hechos confirman el crecimiento de una amplia tendencia patriótica, progresista, democrática y de izquierda entre los pueblos del Ecuador, cuya presencia y desarrollo establece un cambio en la correlación de fuerzas a nivel nacional.

Esta corriente no surge espontáneamente, es resultado de la lucha y la acción de movimiento social y popular ecuatoriano. Precisamente sus características se han ido forjando en la movilización de los trabajadores en defensa de sus derechos y contra las privatizaciones, en los levantamientos indígenas y populares por la vida y la soberanía, en la protesta de los maestros y estudiantes para defender la educación pública y el laicismo, en los cierres de vías y marchas del campesinado para defender el seguro social, en la lucha de la juventud contra la presencia de militar yankee en Manta, en los paros provinciales, en las acciones sectoriales y generales de los pueblos del Ecuador. En este proceso se han acumulado experiencias, el pueblo ha afirmando las posiciones por el cambio, identificando mejor a sus enemigos, avanzando en su organización.

Hitos importantes en estos años han sido los levantamientos indígenas de1990 y1992, las movilizaciones en defensa del laicismo en 1994, el triunfo contra las privatizaciones en el plebiscito de 1995, los levantamientos populares que terminaron con el derrocamiento de Bucaram en 1997, Mahuad en el 2000 y Gutiérrez en el 2004, las movilizaciones que impidieron la firma del TLC y la expulsión de la OXY, y, más recientemente el cerco del Tribunal Supremo, el Congreso y el Tribunal Constitucional para garantizar la convocatoria a la Consulta Popular sobre la Constituyente. Todas estas acciones reflejan una creciente capacidad de movilización popular por oleadas, una afirmación de la conciencia antiimperialista y de defensa de la soberanía entre la población, un repudio a los partidos de la derecha y sus principales figuras, un anhelo mayoritario de cambio contra el neoliberalismo.

En todos estos episodios los izquierdistas hemos sido animadores permanentes, combatientes en primera fila. Nadie puede negar el papel jugado en determinados momentos y distintos niveles por las organizaciones populares como la CONAIE, la UNE, la FESE, la FEUE, el Frente Popular , o los partidos y organizaciones de izquierda como el PCMLE, Pachacutik, MPD, la JRE, y otras formaciones e incluso personalidades y activistas de izquierda sin partido. La izquierda ecuatoriana, con sus aciertos y errores, es protagonista y artífice de la tendencia de cambio que vive hoy el país.

Esta tendencia tiene magnitudes significativas, viene alcanzando triunfos electorales, vale recordar que en el 2002 Gutiérrez levantó un programa de izquierda, pasó a la segunda vuelta y ganó la presidencia con el apoyo de Pachacutik y el MPD. La posterior traición de Gutiérrez no anuló la tendencia. La derrota de la derecha en las elecciones presidenciales de noviembre del 2006 y el consiguiente ascenso a la presidencia de Rafael Correa, levantando un programa progresista, democrático, desde posiciones patrióticas, asumiendo el discurso y las banderas levantadas por la izquierda como la condena al neoliberalismo y las privatizaciones, la recuperación de la soberanía con medidas como la nacionalización del petróleo, la expulsión de la base norteamericana de Manta, el carácter ilegitimo de la deuda, la atención prioritaria a la vivienda, educación y salud, entre otras; muestran un avance en la conciencia política de las amplias masas que apostaron por una opción que se mostraba abiertamente antineoliberal y que se reclamaba como de izquierda.

Correa capitalizó el acumulado y el crecimiento de la tendencia. Esto fue posible por una parte, gracias al empuje mediático que recibió en campaña y que le permitió canalizar el voto útil como el “candidato progresista y de izquierda con opciones reales”, y por otra por la debilidad electoral de la izquierda, debido entre otras cosas a la no concreción de su unidad, así como por las limitaciones de nuestro trabajo en la politización de las masas. La tendencia creció pero las fuerzas de izquierda revolucionaria no lo hicimos suficientemente en cantidad y en calidad.

Ahora el Gobierno de Correa lidera la tendencia, el suyo es un gobierno nacionalista, progresista y democrático. El cumplimiento de sus ofertas de campaña como la duplicación de los bonos sociales, el enfrentamiento y golpe a la derecha en el tema de la Asamblea Constituyente, el discurso contra la banca y sus abusos, las posiciones correctas en el tema de las fumigaciones con Colombia han permitido, más allá de los ataques de la derecha y ciertos errores cometidos, que las expectativas y esperanzas que generó el nuevo gobierno se mantengan y Correa sea uno de los presidentes más populares de la región. Ahora recibe el ataque permanente de la oligarquía, de la asociación de Bancos, de los grandes medios, de los partidos de derecha, que golpeados reclaman ahora “libertad de mercado” “libertad de prensa” “no al totalitarismo” “no al socialismo” como sus banderas de lucha.

El discurso y varias acciones del gobierno afirman posiciones patrióticas y democráticas en el conjunto de la población, como la defensa de nuestros recursos naturales, la recuperación de la soberanía, la reivindicación de derechos como la salud, educación, la eliminación de la tercerización laboral, anima el combate a la oligarquía y sus representantes como los “pelucones” de Nebot, Fidel Egas o Alvaro Noboa. Eso es positivo por que involucra a millones de ecuatorianos en la tendencia.

El gobierno de Correa no es revolucionario, no se plantea cambiar las estructuras de la sociedad, en su discurso revindica “la revolución ciudadana” en el sueño de dotarle de cierta “racionalidad” al capitalismo “salvaje”, promueve los cambios “en paz” y condena a los “violentos” que cierran vías o se toman instalaciones petroleras. En la composición del gobierno junto a ex militantes de izquierda, personalidades honestas y patrióticas, también están fichas vinculadas con transnacionales, grandes empresarios y partidos de derecha como el ministro de Agricultura Carlos Vallejo ex democratacristiano y ex diputado de Álvaro Noboa, el super ministro de la producción Mauricio Dávalos, ex funcionario de varios gobiernos, el presidente de Petroecuador Carlos Pareja vinculado a los socialcristianos y las grandes petroleras, lo que contribuye a indefiniciones, contradicciones e inclusos acciones incorrectas del gobierno. Estos son los límites del proyecto de Correa.

Para que el proceso político ecuatoriano se radicalice y avance en la dirección correcta de las transformaciones sociales que el país requiere, es necesario que la tendencia crezca, se afirme y sobre todo se califique. Por ello la presencia de la izquierda al interior de la tendencia es revolucionaria y obligatoria. Debemos involucrarnos en ella activamente, con identidad propia. Ser los más consecuentes en el combate contra la oligarquía y el imperialismo, disputar el liderazgo en la lucha social, con iniciativas y acciones practicas, ganar la mente y el corazón de los trabajadores y los pueblos hacia las tesis más avanzadas y radicales, ello implica esclarecer las ideas confusas y combatir las tesis reaccionarias y oportunistas en el seno mismo de la tendencia. Por ello apoyamos a Correa en la segunda vuelta contra el candidato del imperialismo, por eso apoyamos al gobierno en su enfrentamiento a la derecha oligárquica, la banca o la gran prensa, por ello también estamos junto a los campesinos que luchan contra las mineras y los pobladores de la Amazonía contra las petroleras.

Los desafíos actuales de la izquierda revolucionaria en el Ecuador para disputar la dirección de la tendencia tienen que ver con:

Fortalecer y ampliar las organizaciones sociales y políticas del pueblo, acrecentando la base social de las fuerzas revolucionarias que nos permitan incidir en el conjunto de la tendencia.

Avanzar en nuestra labor de politización de las masas, esclareciendo el momento político que vivimos, la naturaleza del cambio que se requiere, afirmar el papel de la lucha en la conquista de victorias, el carácter revolucionario de utilizar todas las formas de lucha contra el Imperialismo y la oligarquía, insistir en el protagonismo de los pueblos en las transformaciones.
Desplegar nuevos y grandes esfuerzos, iniciativas y acciones concretas para forjar la unidad de los trabajadores y pueblos, de sus organizaciones sociales y políticas, juntar todas las fuerzas del cambio para derrotar a las fuerzas reaccionarias.

Chávez y Correa, cada cual con su propia interpretación, proclaman como meta el Socialismo del siglo XXI, esto produce un doble efecto: el primero y que es favorable a la organización de la revolución, colocan al Socialismo ante el imaginario de millones de latinoamericanos como una alternativa frente a la dominación imperialista, como algo posible de alcanzar, lo cual contribuye a desbaratar la campaña anticomunista. Por otra parte constituye un factor de confusión ideológica y política para el movimiento. De ahí que la izquierda revolucionaria debe acometer la tarea de difundir los principios del Socialismo científico. Que el socialismo no es sólo un eslogan, sino un nuevo sistema económico, social, político y cultural. Que el socialismo es la sociedad de los trabajadores, de la auténtica democracia, basada en la solidaridad y la igualdad, sin explotación del hombre por el hombre y que para ello es necesario socializar los medios de producción. Son algunos puntos que son necesarios esclarecer en la teoría y en la práctica.

Precisamente esta librándose estos días una batalla determinante: la elección para la Asamblea Constituyente. Nosotros no pensamos que la Asamblea es la panacea o que va cambiar estructuralmente la sociedad, pero si luchamos por que sea un instrumento para desmontar el andamiaje neoliberal, para avanzar en la recuperación y ampliación de los derechos de las mayorías, para empezar la recuperación plena de nuestra soberanía, en definitiva un paso adelante que abra brechas y caminos hacia la liberación social y nacional. Para que ello ocurra es necesario no sólo que la tendencia tenga la mayoría, sino que la izquierda revolucionaria cuente con un bloque numeroso que pueda incidir en el rumbo de la Asamblea, para asegurar que el proceso de cambio avance y no se mediatice.

Esta es una tarea dura. La derecha esta golpeada pero tiene capacidad de maniobra y va ha desatar una rabiosa campaña sucia para estigmatizar al socialismo y a la izquierda. Sectores derechistas como la RED de Róldos, la ID y otros van a tener el favor de los medios para representar una opción de “izquierda”. Las listas de gobierno van a recibir el empuje de la popularidad de Correa. Pese a nuestros esfuerzos no fue posible la unidad de la tendencia con Alianza País, Pachacutik y el PSE, sin embargo hay en provincias algunas listas unitarias. En todo caso Unidad Popular, que agrupa a nuestro partido y a los compañeros del PCMLE, la JRE, y a organizaciones importantes de las masas como la UNE, FEUE, FEUNASSC, UGTE, tiene listas en las 22 provincias del país. Nuestros candidatos tienen una importante opción de victoria. Vamos a presentar las propuestas más avanzadas frente a la nueva Constitución, vamos a privilegiar el debate con el pueblo para forjar un movimiento popular que en las calles pueda presionar sobre las decisiones que la Asamblea debe tomar. En definitiva la lucha de clases, el enfrentamiento de los trabajadores y pueblos contra la oligarquía y el imperialismo va agudizarse en los próximos meses.

Como vemos la existencia y el desarrollo actual de la tendencia patriótica, progresista, democrática y de izquierda en país y en América Latina es un escenario extremadamente positivo para el avance de la revolución en esta región del mundo. La presencia de la izquierda revolucionaria, aunque todavía pequeña y débil, le dan potencialmente un factor aún más alentador. Por que las fuerzas de la izquierda revolucionaria contamos con un importante acumulado de experiencia e influencias en los sectores sociales organizados más movilizados y combativos, pero sobre todo tenemos la razón histórica, nos guiamos por la teoría revolucionaria más avanzada y poseemos la decisión de luchar hasta la victoria, por la Patria Nueva y el Socialismo.

Julio, 2007

Fuente : Movimiento Popular Democrático MPD - Ecuador