Una imaginación inagotable, recursos técnicos y un estilo que cuenta, relata, describe, con calidad brillante, el detalle por el que se percibe la vida de hombres y mujeres cuya identidad encontraron en sus palabras el reflejo más exacto.

Dueño de esa agudeza especial, Fontanarrosa supo aplicar humor aún en los ámbitos más formales, aunque sus dichos siempre provocaron reflexión, como su recordada intervención en el Congreso de la Lengua realizado en su Rosario natal.

"No sé quién define lo que es vulgar y lo que no es vulgar. Pienso que las malas palabras brindan otros matices. Soy fundamentalmente un dibujante, con lo cual más de uno se preguntará ’qué hace este muchacho en esta mesa’. Hay palabras de las denominadas malas palabras que son irreemplazables, por sonoridad, por fuerza y por contextura física de la palabra. No es lo mismo decir que una persona es tonta o zonza que ’es un pelotudo’. El secreto de la palabra pelotudo. ya universalizada -no sé si ya está en el Diccionario Panhispánico de Dudas- podría referirse a un utilero de fútbol. El secreto y la fuerza está en la letra ’t’", dijo aquel día.

El “negro” Fontanarrosa era así y de esa manera queremos recordarlo desde la UTPBA.