La delegación demócrata de comisarios gringos integrantes del Congreso, presidida por Charles Rangel, llegó, fue homenajeada, de capitán a paje, adulada, premiada, y se fue prometiendo a un país con burócratas de hinojos, que harían todo lo posible por sacar adelante el TLC con Perú. A nadie escapa el tufillo cortesano, de cortesías superlativas, de sumisión vergonzosa que destilaron quienes tuvieron a su cargo el trato con estos legiferantes.

Casi al nivel de dioses blancos con ingredientes negros que regalan espejitos, zalemas, sonrisas y frases hechas, los comisarios gringos, (para el caso demócratas y republicanos son muy parecidos cuando se trata de imponer la política de Estado de Washington), otorgaron bendiciones previa exposición y rendición de cuentas de los cipayos locales que tienen que cuidar el futuro de sus negocios, la cobertura de los que ya funcionan y el encarrilamiento de la fábrica de lo que será, para la geopolítica norteamericana, un país central, es decir un gran portaaviones con gas, agua, árboles y carne de cañón expedita para la gran guerra de los próximos 25 ó 30 años: Gringolandia frente a China e India. Nadie quiere verlo. ¿O sí?

Ha escrito Daniel Stulin en su polémico libro, La verdadera historia del Club Bilderberg: “La manipulación de la población se llevará a cabo a través de un flujo estable de noticias en los medios de comunicación sobre microchips y globalización. Los medios de comunicación del mundo son los vehículos simbólicos mediante los cuales el juego de oferta y demanda de bienes controla a la población. Sin embargo, no hay que esperar que la “prensa libre” dé la voz de alarma. Los medios de comunicación mundiales forman parte de la élite globalizadora.”

Dice también: “...el poder corrompe. Corrompe a los que lo tienen. Y corrompe a los que procuran influir sobre los que lo tienen. Los medios de comunicación hace mucho que forman parte del mundo de las élites. La prensa libre es un mito porque es propiedad de los poderosos. Sólo cuando sea propiedad de muchos ciudadanos anónimos será posible la existencia de una prensa realmente libre, basada en nuestro derecho “a saber”. Esta es la otra cuestión oculta: el pacto del silencio, por activa o por pasiva. ¡Los periódicos importantes y las radios nacionales y las cadenas de TV se niegan a cubrir el tema y no se atreven a hablar de él”.

Malos ejemplos sobran. Como no hay seguridad que el TLC sea aprobado en Gringolandia, la gran prensa coloca opiniones de los fanáticos pro-TLC con sentencias apotegmáticas que muestran que no hay motivos porque el Congreso norteamericano no lo apruebe o sandeces similares. ¡Cómo si cualquiera de las boberías nativas y de simples barrenderos pro domo sua, importara un rábano al más humilde legislador de Capitol Hill! El primer funcionario público de la nación y su segundo, el opaco primer ministro, se desgañitan cacareando las bondades del TLC y la supuesta creación de millones de empleos, pero ¡ni de bromas! dan una explicación de porqué le han regalado a San Dionisio Romero Seminario, el banquero de los banqueros, el arancel cero a sus importaciones masivas de trigo. ¡Y después se molestan cuando uno les dice, de frente y sin remilgos, vendepatrias!

¡Y, para que la memoria no se llame a engaño, ni siquiera han sido originales! Años atrás, y así lo registra un vídeo, el capitan expulso Vladimiro Montesinos Torres, llevó a cabo idéntica faena, regalando un arancel al trigo que estaba en 17 y bajándolo al 10% a San Dionisio! De resultas que cualquier desavisado entendería que no hay mucha diferencia (si es que la hay) en el comportamiento de la corrupción en dictadura como en democracia! Las moscas cambian, pero la basura de fondo, sigue siendo la misma.

Siempre he escuchado o leído de la obsequiosidad de los políticos, la humildad cabizbaja de burócratas y la estupidez sempiterna de los grandes tagarotes vividores de los negocios bajo la mesa. ¡Es absolutamente cierto que no paran mientes para conseguir sus objetivos comerciales y de vida fácil para las pandillas que orbitan alrededor de todos los gobiernos! No menos reprobable es que por carencia de fuerza política orgánica, nuestros congresistas sólo deban mirar y consolarse que en los próximos 100 años, alguien pueda cuestionar en los ministerios y en las calles, tumbando inmorales y fusilando a quintacolumnas, para reencontrar el camino de construcción patria. ¿Puede eso ser consuelo para quienes vivimos hoy y aquí? ¡De ninguna manera!

Oro y esclavos advirtió con insolencia objetiva Simón Bolívar refiriéndose a los ciudadanos de su época. No obstante el incontrastable designio antiperuano (análisis formidable que descubre en Las veleidades autocráticas de Simón Bolívar, tomo I y II, el embajador Félix C. Calderón), del caraqueño, hay motivos para pensar que su expresión tuvo algo de cierto. Y hacer el compendio de la adulación de que fueron objetos los comisarios gringos, da muestra abundante de la abyecta capacidad que tiene cierta gentuza para caminar de rodillas. ¡Verguenza!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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