Revela la lógica, de modo inexcusable y sin lugar a debate, que si se hacen concesiones de bienes públicos, es para que el país obtenga todo aquello que no puede brindar per se, es decir, porque carece de capital, tecnología de punta e impulso que, dicen, trae la empresa privada. Pues bien, luego del terremoto del miércoles 15, a los pocos minutos de su ocurrencia, los malhechores de Telefónica ¡simple y llanamente cortaron el servicio fijo y celular! Sin embargo la comunicación vía internet, que usa la misma línea y por la que se paga también caro, continuó como si nada hubiera ocurrido. ¿Qué excusa razonable pueden dar estos tipos de Telefónica?

Concedamos la posibilidad que la violencia del sismo hiciera colapsar esos sistemas. Pero lo normal, por lo que cobran, impele a pensar que debiera existir un resguardo de emergencia ¡justamente para esta clase de circunstancias! ¡Pero no, aquí no funcionaba el 195, el 116, ninguna ambulancia, nada de nada! ¿No parece de un ridículo mayúsculo que el presidente tuviera que apelar a una radioemisora comercial para poder comunicarse porque ni siquiera en Palacio había cómo hacerlo? Amigos de un país bananero, me comentan que en sus respectivos sitios ¡sí hay teléfonos satelitales y que los usan en estos casos!

¿Dónde están las inversiones de Telefónica? ¿cómo enmascaran o fingen desarrollos enormes si cuando son llamados a la coyuntura difícil, no responden, regalan excusas, bajo el manto protector de una ministra y una viceministra que parecen estar en la planilla de pagos de esa empresa? Como en los días aciagos de la dictadura militar en Argentina, primero disparaban y luego preguntaban por el nombre. Aquí asaltan a mansalva los de Telefónica y luego obsequian discursos, monsergas, mentiras, toda clase de groserías contra la dignidad de los peruanos.

El lado horrible, anti-laboral, explotador, miserable, de las concesiones o privatizaciones ha aparecido en todo su furor a consecuencia de un terremoto que no sólo desnudó las taras administrativas de un Estado bananero como el nuestro, sino que despintó a una empresa que gasta millones de dólares en el soborno de burócratas con alto cargo, parlamentarios de todos los Congresos, periodistas mermeleros capaces de cualquier cosa con tal de llenar la valija de dineros mal habidos, Telefónica es una simple porquería de empresa. No fue casualidad que años atrás, luego del fraude electoral que impulsara para su reelección el nipón cobarde Kenya Fujimori, la primera empresa quemada en la Calle Real en Huancayo, fuera, esta misma Telefónica.

Otro ejemplo.

Antes que Kenya Fujimori concesionara las empresas eléctricas, el cableado era subterráneo. Pero el contrato posibilitó el cableado aéreo que es más barato y que implica menos costo para los “inversionistas”. ¿No fueron los cables premunidos de energía mortal en caso de colisión, los que pendían, luego del sismo, de postes inseguros en todas las grandes avenidas y calles de las zonas afectadas? Estos se movían al viento y aunque por suerte no hay víctimas de los dichos artefactos ¿por causa de qué se tiene que vivir en este salvajismo urbano y a la mala? ¿porque unos forajidos lograron invertir menos, ganar más y explotar a su regalado gusto?

Se hizo mucha propaganda en torno a la venta del avión presidencial. Y sin embargo, ha sido Lan, la aerolínea chilena que tiene el cuasi monopolio del mercado de pasajes peruano, la que trasladó vituallas para los damnificados. ¿No habría sido mejor acondicionar esa aeronave para que la FAP lo utilice en vuelos civiles como en este caso?

Por último, la invocación presidencial para que cómicos o artistas vayan a premunir de “entretenimiento” a los compatricios del sur, no puede ser sino interpretada como una cuota de estupidez superlativa producida por el cansancio. Si se trata de entretenimiento ¡que trasladen a los 120 parlamentarios a Pisco y los hagan vivir allí unos seis meses, a ver si aprenden lo que es canela! ¡Qué disparate! No es hora de entretenimientos, sino de solidaridad, firme, militante, veraz y, sobre todo, ¡honesta!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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