El tema del desplazamiento forzado no es muy visible en la agenda de los medios en la Costa Caribe colombiana, a pesar de que ésta es la región que comparativamente ha padecido más por esta tragedia humanitaria. Esta ausencia es grave. Hoy por hoy, los grandes forjadores de opinión son los periodistas o las personas que acceden a los medios como columnistas, no los religiosos y educadores, como en el pasado. Por tanto, en la Costa hay un déficit de atención pública frente a los problemas del desplazamiento como limitada ha sido la gestión pública a su favor.

Frente a esta realidad emergen acciones de cambio. Coincidiendo con los actos conmemorativos a nivel nacional de los diez años de haber sido promulgada la ley 387 de 1997, que caracteriza el desplazamiento forzado y ordena los procedimientos para su atención por parte de las diferentes instancias del Estado, la Gobernación del Atlántico puso a debate en Barranquilla el tema del cubrimiento periodístico del fenómeno. Lo hizo a través de su dependencia de Participación Comunitaria y la de Información y Prensa, apoyados, entre otros, con conferencistas de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la organización no gubernamental Instituto de Estudios para el Desarrollo de la Paz (Indepaz) en un seminario realizado el pasado 14 de julio.

El departamento del Atlántico es uno de los mayores receptores de desplazados en el país en proporción a su tamaño y población (80 mil desplazados hasta abril de 2007, según los reportes del Gobierno Nacional), en su mayoría procedentes de zonas de conflicto como los Montes de María y la Sierra Nevada de Santa Marta. Las víctimas fácilmente se mezclan con otros demandantes de servicios o forman parte de las crecientes oleadas de mendigos que asedian a los pasajeros en los buses vendiendo dulces o son rebuscadores en el mercado.

Escuchando al delegado en Barranquilla de Acción Social, Nelson Lacouture, se advierte prevención de su parte sobre la población que debe atender. Dijo que existe una explosión de “avivatos” que se presentan como desplazados, de tal manera que niega sus servicios o ayudas a siete de cada diez solicitantes al comprobar que no reúnen las condiciones reglamentarias. Pero al mismo tiempo pidió no estigmatizar a las víctimas.

La realidad es que a los desplazados no siempre les gusta exhibir su condición sino que la esconden. Así lo han comprobado los profesores del colegio del barrio Villanueva, ubicado en la parte trasera del mercado de Barranquilla, en medio de la hediondez por el empozamiento de los caños que le circundan. Se trata de un plantel público que fue escogido por la alcaldía de la ciudad para darle cupo a quienes están todavía en edad escolar y provienen de las zonas rurales de la Costa. Los mayores han construido viviendas precarias que avergüenzan a los niños y por lo tanto éstos se niegan a recibir visitas de sus compañeros. Se extiende así el círculo vicioso de la marginación.

Se han formado igualmente verdaderas colonias de desplazados en los municipios cercanos a Barranquilla, que multiplican las demandas sociales por servicios, trabajo y seguridad. Las limitaciones fiscales en todos los entes territoriales demoran las soluciones. Los programas con fondos nacionales son insuficientes. No obstante, el vocero de Acción Social dijo en el seminario de la Gobernación que ellos están atendiendo a los desplazados en todo, y que los mendigos que se dicen desplazados son en realidad avivatos.

La contradicción entre las experiencias que muestran al desplazado como ocultando su condición por razones de vergüenza o seguridad, por una parte, con manifestaciones de las autoridades en el sentido de que deben profundizar los filtros por las “avivatadas”, por la otra, son apenas dos elementos en la complejidad del problema. “En un conflicto armado hay odios, problemas socioeconómicos, privilegios, en fin, no se puede pensar que todo se resuelve con soluciones simples”, dijo Gabriel Bustamante, de Indepaz, para luego concluir: “Los periodistas por ello son vitales, pues forjan opinión”.

Cubrir el conflicto armado y sus secuelas con agenda propia es una de las tareas pendientes en los medios de la Costa. Existen experiencias exitosas, pero es mucho el recorrido todavía por hacer.

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