Más de 400 ex presos políticos y familiares llegaron el 21 de agosto a Rawson desde diversos puntos del país. El dolor y los años en prisión no oscurecieron los rostros de estos luchadores que en abrazos eternos se reencontraron después de más de dos décadas. "A la cárcel llegamos organizados y salimos hermanados", reconoce uno y se convierte en frase de todos.

La mayoría de ellos cayeron presos entre 1970 y comienzos de 1976 y salieron a partir de 1983, aunque a algunos los largaron uno o dos años antes de la llegada de la democracia. Pasaron por distintas cárceles del país, provinciales como La Plata y Coronda, o nacionales como Caseros y Rawson, penal donde confluyeron muchos de los militantes más importantes (o "peligrosos", como les decían) de las organizaciones políticas y guerrilleras.

Recordar a los presos políticos que luego de la fuga del penal de Rawson fueron fusilados el 22 de agosto de 1972 en la base Almirante Zar, tras tomar el aeropuerto de Trelew y haber tenido que negociar su entrega a cambio de que los devolvieran al penal, tuvo además en este 35 aniversario el contenido histórico que le aportó la presencia de los ex presos y sus familiares, entre los que se encontraron Alicia Bonet, esposa de Pedro Bonet, y Eduardo Toschi, hermano de Humberto Toschi, quienes fueron dos de los 16 fusilados. También estuvieron la hija de Alberto Camps, Raquel, y José Haidar, hijo de Ricardo René “El Turco” Haidar, dos de los tres sobrevivientes de la masacre, que fueron más tarde asesinados por la última dictadura militar.

Después de los abrazos más sentidos y los reiterados "yo soy…, ¿te acordás?" que se sucedieron en la puerta de un hotel de Rawson el 21 de agosto al mediodía, los ex presos con sus hijos, hermanos, madres y esposas ingresaron a la cárcel de Rawson en grupos de 30 personas. No hubo olvido ni perdón, sí mucha memoria y la tensión propia de los recuerdos que marcan la vida para siempre. Rawson, pueblo patagónico de vientos de polvo, estuvo ese día soleado y quieto, como expectante ante la fuerza de un acontecimiento histórico. Algunas Madres de Plaza de Mayo, en su ejemplo de lucha incansable, también se hicieron presentes en estos días memoriosos y memorables.

Por la noche hubo un festejo, porque pese a todos los intentos asesinos, los ideales no mueren, y podrán quitarles la vida a los hombres y mujeres entregados a la lucha pero ellos serán el germen de lo nuevo que algún día llegará. Fue una cena numerosa, con asado, vino, banderas y recuerdos. El uruguayo Daniel Viglietti inauguró la música de la peña y después, uno a uno, representantes de distintas provincias cantaron hasta altas horas de la noche.

La mañana del 22 comenzó en el cementerio de Rawson para un grupo de ex presos, familiares y amigos que decidieron reunirse frente a la tumba de Gabriel De Benedetti, conocido como “El Tordito”, que se suicidó en el penal de Rawson el 19 de junio de 1980, al tiempo de que su hermano Osvaldo De Benedetti fuera sacado de Rawson en un traslado y luego fusilado en Tucumán. Con la emoción anudada en el pecho, la hermana y los compañeros del Tordito dijeron algunas palabras y cuando llegó Viglietti, espontáneamente surgió cantar a capella "A desalambrar", canción que se hizo himno para una generación.

Y si hasta ese momento costaba no sentir el embate de tantas emociones fuertes, el acto que tuvo lugar al mediodía en el que el gobierno de la provincia de Chubut entregó el viejo aeropuerto de Trelew como Espacio para la Memoria, terminó de dar sentido a las actividades de reencuentro con el pasado de lucha común de compañeros que fueron asesinados o sometidos a la privación de la libertad, los tormentos físicos, morales y psíquicos, o impulsados al exilio. Con los brazos en alto -puños cerrados o símbolo de la "V" según la filiación política- ex presos y familiares entonaron el himno nacional. Luego, Tati Almeida leyó un poema llamado "Trelew", que escribió su hijo Alejandro, desaparecido en 1975. Después habló el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, y el gobernador de Chubut, Mario Das Neves. Las Madres de Plaza de Mayo y la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, descubrieron una placa y plantaron árboles en memoria de los fusilados.

Los recuerdos vivos, las banderas, la planicie desierta, el antiguo aeropuerto de Trelew recuperado para la memoria, cubierto de murales y fotos de las 19 víctimas de la masacre, fueron escenario de un último momento donde la emoción caló hondo y el espacio para algunas despedidas momentáneas. Seguramente habrá un próximo encuentro de los ex presos políticos, un libro y tal vez otros proyectos conjuntos. El objetivo es la memoria de una historia que se escribió con sangre por esta patria y otras patrias liberadas.

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