Partiendo de un proceso reflexivo y de análisis acerca de la Cuestión de Género y de los Derechos Humanos, me interesa que incursionemos en la formación profesional y en las percepciones de las y los docentes, poniendo el foco en el Nivel Inicial, futuros trabajadores de Jardines de Infantes y Jardines Maternales. De tal manera que podamos comprender cómo se da su reproducción actualmente en el ámbito escolar.

Desde la infancia, ellos y ellas también han recibido mensajes sexistas en todos los ámbitos de la vida, y por tanto, transmiten conciente e inconscientemente lo que han aprendido, lo que les fue legado. Antaño, la familia era el primer lugar desde donde se perpetuaban los roles que la sociedad había establecido para mujeres y hombres. Por un lado, a las niñas se les potencia la sensibilidad, el miedo, la obediencia, la dependencia, la afectividad; por otro lado, a los niños se les potencia la agresividad, la competitividad, la independencia, el mando.

También es vital entender el nuevo rol de las y los docentes de Nivel Inicial y de los Jardines maternales, ya que su importancia crece día a día debido a que deben asumir una de las etapas del proceso de socialización que antes estaba circunscripta al ámbito privado, la familia.

Podríamos afirmar que si la internalización de valores y significaciones personales que constituyen el proceso de socialización primaria y que antes estaba a cargo del núcleo familiar, se desplazó hacia la escuela, es en este ámbito donde creemos se pueden generar los cambios posibles y necesarios sobre pautas y percepciones de genero que hoy por hoy, requieren ser subvertidas.

Muchas veces me mataron... muchas veces me morí...

Esta herencia esta enmarcada en el devenir histórico de las mujeres y de los hombres: en lo aprendido en la socialización de las personas pertenecientes a ambos géneros, y también los valores que infunden la actuación social de los sujetos en relación, en formas de pensar y en las actitudes que se adoptan ante la diferencia de géneros.

Son percepciones y conductas que se “naturalizan” como las únicas válidas socialmente. Aspectos que involucran el quehacer cotidiano, de manera que a veces no se trata tanto de encontrar explicitada una discriminación a las mujeres por parte de los hombres, sino que es el modelo lo que se impone en los procesos vitales socializadores, entre otros el educativo, de tal modo que genera discriminaciones cuyas “víctimas" son en mayor medida las mujeres. Así encontramos discriminaciones sexistas que se dan entre el género femenino, como también existen actitudes sexistas de hombres hacia otros hombres que no cumplen con el modelo, el estereotipo o la fórmula de comportamiento dominante.

Ahora bien, no es sólo detenerse a observar por qué se reparte muñecas a las nenas y autitos a los nenes o disponer los rincones de la sala del jardín de infantes enviando “a la cocina” a las nenas y “al taller” a los nenes, tratando de explicar estas diferencias mediante argumentos biológicos, sino poder interpretar los distintos significados que se esconden tras dichas elecciones, por influjos culturales, educativos, convencionalismos que reflejan los medios de comunicación, libros de cuentos, discursos desde la familia y la escuela.

Entonces... plantemos bandera!

Es aquí el meollo de la cuestión, si existe una relación asimétrica de poder donde la palabra del docente y sus comportamientos comienzan a tener mayores repercusiones entre las alumnas y los alumnos cada vez más pequeños: ¿cuál es la percepción sobre la diferencia de género que tienen las y los docentes?

En tanto, posibilitemos la construcción de distintos caminos y puentes dándoles sentido a las señales que “apostemos”, seamos capaces de ir dejando huellas enriquecedoras a lo largo del viaje.

Apuntemos a formar docentes críticos y reflexivos que vayan desarrollando su tarea no como meros transmisores de conceptos y contenidos, sino también como sujetos activos. Mediante el Proceso de Apropiación de saberes brindados, aspiramos a que ellas y ellos mismos se reconozcan como los propios protagonistas de estos desafíos y, a partir de ahí, puedan desarrollar nuevas prácticas docentes y nuevas practicas personales; que el proceso de concientización vaya legando nuevas significaciones y percepciones sociales en búsqueda de una sociedad más justa e igualitaria.

(*) Licenciada en Sociología UBA