Ni el más sublime milagro podía, ocurrió un día de octubre como hoy de 1879, torcer el destino de una guerra cuyo pronóstico era evidente, inconcuso, irremediable. En efecto, la invasión, largamente preparada por Chile, país que ni siquiera tenía frontera con Perú, sólo pudo concretarse una vez que en Punta Angamos la escuadra sureña, completa e inmensamente superior, venció al Huáscar capitaneado hasta el heroísmo más inverosímil por el marino Miguel Grau Seminario cuya gloria arribó a las 9.50 de esa mañana.

El civilismo y sus hijos cimarrones en el tiempo, colección de momias que imaginaba que los militares eran sus enemigos jurados y que promovió desde el mismísimo 1872, el desequilibrio naval con Chile, institucionalizó el maltrato a los hombres de uniforme, olvidando que hombres del pueblo forman parte de esas columnas de defensa en mar, tierra y aire, hizo de esa tara parte del podrido mundo político peruano y hoy ha revivido por gracia y obra de los quintacolumnas que creen o inventan, gracias a dólares compra-conciencias, complots sistemáticos contra la sociedad. Los mercenarios de entonces, trocaron en los esquiroles neo-civilistas de hoy, guarecidos en organizaciones de nuevos gángsteres, corrosivos de la personalidad nacional que ellos contribuyen a destrozar sibilinamente.

El Perú de 1879 fue llevado de la mano al precipicio, sus castas gobernantes, inmorales, pusilánimes, prostituidas en el goce efímero y egoísta de cenáculos minúsculos, había proseguido la división clásica suicida del país: por un lado los citadinos, blancos, racistas y de cerebros empeñados a cualquier querencia menos la del Perú y su gente; y el resto de hombres y mujeres sin orientación ni plan nacional que seguir en la construcción de un país en absoluta tiniebla.

¡Ni siquiera el heroísmo de Grau alcanzaba entonces para dar vuelta al infortunio a que nos condujeron miserables cuyos bisnietos, nietos, hijos, queridos o protegidos, aún siguen exaccionando la cansada ubre del Estado y perpetrando crímenes contra la nación!

La hora de desenmascarar a los continuadores de ese oprobio ha sonado ya. Nada de esto es odio sino justicia. Tampoco antipatía, sino ajuste de cuentas históricas. En Perú se da el caso monstruoso que calles de sus distritos y provincias, “conmemoran” los nombres de quienes son los fautores de sus múltiples tragedias y sus descendientes. Aquí se estila, por la historiografía oficial y por los cronicantes cobardes y pagados guardar silencio, no señalar a quienes fueron los culpables de aquellas horas de dolor. Sin embargo, eso debe terminar.

Fuera del país, sí hay testimonios que evidencian admiración y honor a los héroes. Leamos aquello que se escribió por la efemérides que recuerda que en Perú hubo un marino limpio en 1879, incapaz de aniquilar a balazos con sus enemigos naufragados e inermes, pero constructor de una resistencia por algo más de cinco meses, tiempo durante el cual, la soldadesca y su paso brutal no se atrevió a poner el pie en tierra ajena a la que hace mucho tiempo planeaban invadir.
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Cuando Theodore Roosevelt, ex Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica (1901-1909), visitó a la Armada Chilena en Noviembre de 1913, estando a bordo del Crucero O’Higgins y ante el almirantazgo chileno dijo: "Necesito hacer una peregrinación para visitar el monitor Huáscar, el mas famoso y recordado blindado que haya existido y en el cual se ejecutaron los actos de heroísmo mayores que jamás se han hecho en otro blindado de cualquier nación del mundo", obviamente que Roosevelt se refería al Huáscar peruano y no al Huáscar manejado, sin pericia marinera y sin respetar el código de honor naval, por los chilenos. La prensa inglesa decía por aquellos días de 1879 en The Standard del 28 de agosto "Es posible que algunos de los hechos atribuidos al Huáscar sean exagerados, pero es evidente que el Capitán Grau es un marino muy bravo y muy hábil. Su atrevimiento en atacar fuerzas superiores y viveza para pasar, por decirlo así, entre los dedos del enemigo, son muy excepcionales, y luego cuando se escriba la historia de la guerra, se verá que los hechos verificados por el Huáscar serán lecciones de mucho valor".

Le Matin de París se ocupó cuando la pérdida del Huáscar de este modo: "El Huáscar representa en la historia naval del Perú un caso único, por su gesto gallardo y heroico. Estuvo comandado por el Almirante Grau que dejó con su muerte un futuro igual al que dejó el Almirante Nelson en la batalla de Trafalgar".

Luego del combate de Angamos, otros dos diarios extranjeros publicaron las siguientes noticias con fecha 10 de octubre de 1879:

El Times de Londres: "El Huáscar es un barco histórico, que figura en todos los combates navales en el curso de la guerra; ha bombardeado las poblaciones de los chilenos (solamente aquellas fortificadas), perseguido y capturado sus buques transportes y ha sido por varios meses el terror de la costa chilena. Al mando de un hábil y valiente oficial y tripulado por hombres excelentes, el Huáscar ha sido siempre un formidable adversario". El Heraldo de Nueva York : "No se necesita haber estado del lado del Perú en la desgraciada guerra de Sudamérica, para lamentar que el gallardo Huáscar haya sido capturado por los chilenos. Algo que parecía buena suerte, pero que probablemente no era sino competencia en su manejo, ha colocado repentinamente a este buque entre los más famosos que han surcado aguas americanas. Ninguna empresa era demasiado grande ni demasiado pequeña para él. Que mantenga su antigua reputación ahora que se halla en otras manos es muy dudoso, porque comandantes tan hábiles como Grau no hay muchos".

El 14 de octubre, el representante del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica en el Perú, Isaac Christiancy, emitió al Secretario de Estado de su país un informe sobre el combate de Angamos en los siguientes términos: "Esta pequeña nave bajo la inteligente dirección del almirante Grau tuvo por cerca de cinco meses no solamente estorbada sino completamente paralizada a toda la flota chilena, incluyendo dos enormes acorazados, y mantuvo abierta la comunicación por mar para los transportes peruanos desde el norte del Perú hacia Arica... La desaparición de ese buque cambia por completo el aspecto de la guerra y da a los chilenos el control del mar... El gobierno peruano está haciendo máximos esfuerzos para compensar la pérdida del Huáscar y procura adquirir otras eficientes naves, pero será difícil encontrar al hombre que ocupe el puesto de Grau, hombres tales no son a menudo hallados en ninguna parte...".

Tanto lo escrito por El Heraldo de Nueva York como lo escrito por el representante del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica en el Perú, Isaac Christiancy, tenían el carácter de premonitorio porque en el terreno de los hechos el Huáscar en manos chilenas jamás repetiría sus momentos de honor y gloria. Respecto a las correrías del Huáscar el historiador chileno Benjamín Vicuña Mackena escribe el siguiente testimonio: "Las frecuentes, atrevidas y sobre todo impunes excursiones del Huáscar en las costas de Chile comenzaban a producir en el ánimo del país un sentimiento de rubor parecido al de la estupefacción, y en el cerebro de sus mandatarios una emoción semejante al vértigo. Era imposible someterse por mas largo tiempo a aquella perenne vergüenza y soportar que un buque mal marinero y tres veces menos guerrero que cualquiera de nuestros blindados, viniese a manera de capricho o de mofa a retarnos en nuestros propios puertos".

Jacinto López, historiador venezolano, escribió acerca del Huáscar: "Mientras este solo buque peruano, el Huáscar subsistiese; mientras el Huáscar estuviera en el mar, mientras Grau estuviera en el Huáscar, Chile no desembarcaría un solo soldado en territorio peruano y las hordas de la conquista se pudrirían en Valparaíso y Antofagasta en la larga espera del desenlace de la guerra del Huáscar contra toda la escuadra chilena. Este es un hecho sin precedente en la historia de las guerras navales del mundo entero, el Huáscar prestó servicios incomparables. El solo hizo la guerra naval. El solo protegió al Perú contra la invasión. El solo hizo la obra de una escuadra. Este es el interés y la lección de esta historia. Esta es una epopeya como la de la independencia. Este es el pedestal de Grau y la gloria del Perú. Este es el milagro de la guerra naval en la guerra del Pacífico".

Nueva York, diciembre 1930. Historia de la guerra del guano y el salitre.

Marino Miguel Grau Seminario: ¡Presente!