Los aspirantes a la candidatura demócrata a la presidencia de Estados Unidos participaron el 9 agosto de 2009 en un debate sobre los derechos de los gays y las lesbianas.
Los diferentes oradores se comprometieron, o renovaron su compromiso, a luchar contra los crímenes homófobos y contra la discriminación, a mejorar la prevención del SIDA y la atención a los enfermos, así como a instituir el matrimonio gay o alguna forma similar de alianza civil.
Partiendo de este consenso, los demócratas han decidido convertir los derechos de los gays en uno de los temas centrales de la próxima campaña presidencial estadounidense. Así pretenden demostrar que, por causa de la homofobia de los republicanos, las fuerzas armadas dieron de baja a 11 000 soldados, en momentos en que Estados Unidos enfrenta problemas con el reclutamiento. Afirman además que la eliminación de la homofobia en las fuerzas armadas permitiría el rápido reclutamiento de 41 000 voluntarios.
Además de utilizar así los derechos de los gays para desplazar los temas sociales del debate político, la clase estadounidense trata de convertir a los gays en carne de cañón.