No bien se arman de argumentos para la defensa al último ataque del Gobierno, y los antiguos dueños del país reciben enseguida un nuevo golpe, que los marea y les deja sin capacidad de reacción.

Aún no salen del trauma que les causó la dramática derrota electoral del 30 de septiembre, pero el régimen no les quiere dar tregua, les sigue cayendo con medidas como la del 99% de los excedentes por la venta de crudo para beneficio del Estado, o con el establecimiento de incrementos arancelarios para proteger la producción nacional, o con el anuncio de crear un impuesto a la salida de capitales. Si no es la Superintendencia de Telecomunicaciones que como en ningún otro gobierno se ha dedicado a sancionar, sin importar la magnitud del monopilo, como la empresa PORTA, es el Servicio de Rentas Internas persiguiendo a las grandes familias evasoras de impuestos.
Los entrevistadores de fama insisten en la pregunta de si los partidos y movimientos de derecha tienen alguna estrategia que los unifique contra el Gobierno y sus aliados en la Constituyente, y la respuesta sigue siendo trsite para ellos: NO.

Desesperados estos preguntadores busan nuevos resquicios por donde atacar. Ahora la cosa se les presenta más cuesta arriba, porque el presidente Rafael Correa ya ni siquiera los insulta, como para insistir por el lado de que tenemos un Gobierno autoritario y que atenta contra la libertad de expresión.

Buscan convencer a sus televidentes y a sus lectores de que disolver el Congreso y la Corte Suprema de Justicia atentaría contra la democracia y daría paso a una dictadura, por más Asamblea Constituyente de plenos poderes que se crea, pero caen inmediatamente en una contradicción con lo que siempre dijeron contra estas instituciones corruptas. Se muestran contradictorios porque ellos mismos no tuvieron empacho hace un par de años en promover desde sus medios la disolución de lo que motejaron como la “Pichi Corte”.
Cuando se refieren a que la mayoría de la Asamblea, que la integran el Movimiento País, el MPD y las demás fuerzas de la tendencia, deben respetar e incluir a las minorías de derecha en las decisiones que tome la Asamblea, porque esa es la democracia, entran en contradicción evidente con lo que decían cuando en el país existía lo que se dio en llamar “la aplanadora”, es decir, la alianza perversa entre socialcristianos y demócratapopulares que se repartieron Congreso, Corte, Asamblea Constituyente y organismos de Control en 1997; “es el juego democrático”, decían. “Si las minorías de izquirda quieren ser tomadas en cuenta, si dicen tener la razón, entonces que ganen las elecciones”, decían.

¿Por qué ahora no le dicen eso al PSC, PRIAN, PSP, partido UNO, etc., que, todos juntos, suman una insignificante minoría en la Asamblea Constituyente, por decisión de la mayoría de ecuatorianos? No hay argumento que les sirva. Pero no hay que tenerles compasión, ellos no la tuvieron con la Patria en todos estos años de oscuridad.