La necesidad de brindar ayuda militar a la Isla de la Libertad en aquellos años revestía un carácter político. Pero desde el punto de vista actual resulta justa y bien fundada la procedencia de prestar ayuda a un pueblo al que Washington le negó el derecho a escoger una vía de desarrollo independiente. Este tipo de ayuda no contradice la Carta de las Naciones Unidas que llama a la comunidad mundial a prestar toda ayuda a un país miembro de la ONU amenazado de agresión o víctima de agresión. Es que a Cuba en aquella época amenazaba una agresión directa por parte de EEUU, autorizada por el Congreso norteamericano.

La respuesta al segundo interrogante radica en lo siguiente. Hablando en general, la crisis del Caribe había surgido ya mucho antes. Después de la fallida invasión contrarrevolucionaria a Cuba en abril de 1961 Washington tomó la decisión de derrocar el Gobierno revolucionario de Fidel Castro. Fue ideado el plan de la operación "Mangosta" y empezaron sus preparativos. Cuba, a su vez, comenzó a prepararse a rechazar la agresión. Desde el punto de vista histórico, era justamente el prólogo a la crisis del Caribe porque ambas partes estaban involucradas en el enfrentamiento bélico. Las fuerzas de invasión contaban con tropas de hasta 7 divisiones, 600 tanques, más de 2 mil piezas de artillería y morteros, hasta 140 buques y 430 aviones. Los dirigentes militares y políticos de la URSS estaban al tanto de la composición de las tropas norteamericanas que estaban a punto de agredir a Cuba.

Se hizo claro que no bastaba con que la Unión Soviética prestara ayuda militar al Gobierno de Fidel Castro sólo con armas y desplegando tropas de armas convencionales. De modo que, pese al aparente carácter aventurero del despliegue de armas nucleares soviéticas en Cuba, era la única medida real para disuadir al agresor todopoderoso dispuesto a atacar.

Lo adecuado de esta medida que la URSS adoptó en respuesta al emplazamiento de armas nucleares norteamericanas cerca de sus fronteras servía de circunstancia accesoria que demostraba a la procedencia del emplazamiento de armas nucleares soviéticas en Cuba. Este paso que la URSS dio responde absolutamente al concepto moderno de aceptabilidad de las medidas en las condiciones en que cada una de las potencias nucleares se apoya en su política militar en los principios de la disuasión nuclear.

Algunos expertos, al reconocer en general la procedencia del emplazamiento de armas nucleares en Cuba por la Unión Soviética, creen, sin embargo, que Moscú debía haberlo hecho paladinamente. En tal caso, según creen, no habría surgido aquella crisis. Efectivamente, la transparencia, la demostración abierta del potencial de las fuerzas nucleares constituyen uno de los principios de la disuasión nuclear. Pero asegurar la viabilidad de las medidas de disuasión nuclear, sin lo que no tiene sentido hablar de la disuasión nuclear como tal constituye el principio predominante.

En las condiciones de comienzos de la década de los sesenta, que se caracterizaba por la absoluta supremacía militar de Estados Unidos en la cuenca del Caribe y en los mares adyacentes del Océano Atlántico, el principio de la viabilidad de las medidas de disuasión nuclear con respecto a EEUU podía hacerse realidad únicamente si las armas nucleares soviéticas se transportaban a Cuba con mucho sigilo. Esta misión se cumplió con éxito. Los norteamericanos pudieron enterarse del despliegue de la 51 División de Misiles en la Isla de la Libertad sólo el 14 de octubre de 1962, cuando tres regimientos misilísticos de esta división (de los cinco previstos) ya se ponían en estado de alerta. En lo que respecta a las armas nucleares tácticas de que disponía el grupo de tropas soviéticas en Cuba, los norteamericanos lo supieron sólo pasadas unas décadas de las fuentes soviéticas. El arsenal nuclear de las unidades militares soviéticas estacionadas en Cuba incluía unidades de misiles crucero con ojivas nucleares (80 cargas nucleares), una división del complejo nuclear táctico "Luna" (6 cargas nucleares), una escuadrilla de bombarderos Il-28 (6 bombas atómicas). Cada uno de cuatro submarinos diesel que estaban destinados a Cuba, tenía el torpedo con carga nuclear.

No se puede dejar de constatar que la operación "Anadir" ha sido extraordinaria, sin parangón en el mundo entero. En el plano militar ha sido el ejemplo clásico de sigilosidad en la preparación y realización de acciones militares, de organización en materia de la interacción entre las armas, de rapidez en la puesta en alerta del grupo armado de cuarenta mil efectivos después de su dislocación por mar a una distancia mayor de 10 mil kilómetros.

Después de desplegada la 51 División, Moscú no quería ocultar este hecho a los ojos de la opinión pública mundial porque contrariamente este hecho podría haberse calificado como intención de lanzar el ataque nuclear contra EEUU desde el territorio de Cuba. Para noviembre de 1962 estaba prevista una visita de Nikita Jruschov a La Habana durante la cual se tenía previsto firmar el acuerdo soviético-cubano sobre la permanencia de tropas soviéticas en Cuba, incluidas las pertrechadas de armas nucleares con la consiguiente publicación de este acuerdo. Mas los acontecimientos, como es sabido, tomaron otro giro.

No obstante, al desplegar la 51 División de Misiles en Cuba, los dirigentes soviéticos no se equivocaron en sus cálculos. A cambio de la retirada de las armas nucleares de disuasión desde Cuba los norteamericanos no sólo dieron garantías de no agresión a Cuba sino que retiraron sus misiles nucleares de alcance medio "Thor" y "Júpiter" desde Turquía e Italia. A fin de prevenir crisis semejantes Washington y Moscú admitieron la necesidad de idear mecanismos que permitieran evitar una guerra nuclear, el primer paso que se dio en este ámbito fue la conclusión en 1963 de un tratado-acuerdo entre Rusia y Estados Unidos para la instalación de una línea directa de comunicación entre la Casa Blanca y el Kremlin. Luego fue suscrito el Acuerdo de 1971 sobre las medidas para disminuir el peligro de guerra nuclear entre los Estados Unidos y la URSS, y en 1972 se concluyeron los primeros tratados soviético-norteamericanos que limitaban la carrera de los armamentos nucleares.

Las dos superpotencias, al llegar en 1962 al borde del precipicio nuclear, se convencieron por igual de que la guerra nuclear como instrumento político es inadmisible, siendo muy ilusoria la esperanza de vencer en esta guerra.

Fuente: Heraldo de la Industria Militar / Ria Novosti, 31/ 10/ 2007.