por Iván Izquierdo Elliot; izquierdo.ivan@gmail.com
Editor general Pro-Intellectum
15-11-2007

Carl Sagan (astrofísico y divulgador científico norteamericano) afirmó “La brillantez académica no es garantía para evitar errores”. A veces nos vemos sometidos a las opiniones de algunos expertos que, escudados tras títulos académicos, gozan del privilegio de un dudoso prestigio de linaje. El presidente del país de Sagan, George Bush, luego de los prevenibles ataques del 11 de setiembre que arrasaron con la vida de tres mil inocentes, think tanks (ideólogos) al servicio del complejo petrolero-militar, lanzaron a través del presidente Bush la teoría de la Guerra contra el Terror.

Es curioso, cómo la necedad puede sonar razonable en boca de un político. El pueblo norteamericano, luego de los brutales ataques, fue presa de la más abyecta manipulación psicológica (en términos militares se denomina Operaciones Psicológicas-SICOP por sus siglas en inglés). La trilogía que gobernaba la política de la guerra preventiva (Bush, Cheney y Rumsfeld), inició el plan de ataque y ocupación de Irak, advirtiendo mediante un discurso cristiano fundamentalista, de la amenaza que identifican como el “eje del mal”.

Los ideólogos de la trilogía, acuñaron la frase “Guerra Global Contra el Terrorismo (Global War On Terrorism-GWOT)” la misma que fue repetida por líderes de muchos países del mundo, sin dudar de la validez de la definición. Luego fue agregada la frase “terrorismo internacional” como si se tratara de un ente unitario, por consiguiente individual e identificable. El Libro Blanco de la Defensa del Perú adopta el concepto al identificarlo como una amenaza externa: “El terrorismo, el narcotráfico y la delincuencia internacional”. Para entender la inclusión de esta amenaza, hay que recordar que el primer proyecto del Libro Blanco de Defensa del Perú fue financiado por el USAID, agencia de cooperación del gobierno de Bush.

Queda claro que los grupos, organizaciones y/o Estados que emplean métodos terroristas son una real amenaza y deben ser neutralizados, pero sus motivaciones y objetivos son variados y disímiles. Distan de ser una organización común. Basta una pequeña deducción de la ideología Bush para darse cuenta que el supuesto “terrorismo internacional” es la identificación globalizante de células subversivas principalmente islámicas, las mismas que son un maligno desprendimiento del movimiento islámico. Son interpretaciones fundamentalistas y cismáticas del verdadero espíritu de la Yijad coránica, según muchos líderes espirituales islámicos. ¿Entonces por qué emplear el concepto de “terrorismo internacional”?

Es la visión norteamericana de la amenaza hacia sus intereses específicos y el de sus aliados directos, es decir, aquellos que han formado parte de la ocupación de Iraq. Además, polarizar a la opinión pública mundial es útil para justificar intervenciones e invasiones de Estados soberanos con fines geopolíticos y geoestratégicos.

En los Estados Unidos han aparecido corrientes en contra de ésta ideología. Los desastrosos resultados que vienen cosechando en Irak, y las no tan ocultas intenciones de invadir Irán, han movido las fibras sociales del pueblo norteamericano. Científicos y militares unen esfuerzos para buscar interpretaciones más realistas a las amenazas a su país.

A raíz de la aparición de una nueva “filosofía” de la guerra denominada “guerra irrestricta” (Unrestricted Warfare) escrito por dos coroneles del Ejército de Liberación Popular Chino, Qiao Liang y Wang Xiangsui y publicado en 1999 (ver artículo relacionado), se produjo gran interés en los Estados Unidos de explorar esta nueva teoría de la guerra. Durante los simposios celebrados en el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad John Hopkins (2006 y 2007), el doctor Thomas Mahnken, investigador del Naval War College, afirmó:

“Desde el 9/11, el término “terrorismo” ha reemplazado a “comunismo” como el epíteto predilecto para describir a nuestros adversarios”. Luego, agrega refiriéndose a las numerosas facciones insurgentes en el caso de Irak: “metiendo en el mismo costal estos dispares grupos - y a veces conflictivos entre sí - y colgándoles el cartel de “terroristas”, borramos las distinciones entre los diversos grupos y en el proceso, nuestras opciones estratégicas”.

El general en retiro del Cuerpo de Infantería de Marina Anthony Zinni agrega respecto a la guerra contra el terror: “Cuando pregunté qué cosa era GWTO, me dijeron que es la guerra global contra el terrorismo, y les respondí de que habíamos reducido la guerra a una táctica. Imagínense a Woodrow Wilson diciendo que le ha declarado la guerra a los submarinos alemanes, o a Roosevelt diciendo que le ha declarado la guerra a los ataques kamikazes. ¿Por qué le vamos a declarar la guerra a una táctica?¿A quién vamos a combatir?¿Qué estamos combatiendo?”

La inteligente deducción del general Zinni nos lleva a hacernos la pregunta más importante ¿qué es el terrorismo? y se puede definir como una táctica empleada por diversos grupos políticos, Estados, movimientos religiosos, combatientes, insurgentes, subversivos o como desee llamarlos. La táctica sobrepasa los límites del campo de batalla y las dimensiones militares de la lucha. Generalmente involucra blancos militares y no militares. El efecto del ataque es devastador y produce miedo y terror entre la población y/o ejércitos regulares.

Durante el gobierno del ex-presidente Belaunde, un funcionario se refirió a la guerrilla que insurgió en la Sierra, como “unos simples abigeos”. Años más tarde, durante el segundo gobierno del arquitecto, los organismos de inteligencia y los políticos de turno fueron incapaces de identificar y neutralizar a tiempo a Sendero Luminoso y al MRTA, subestimándolos y permitiendo que crezcan rápidamente. Eso ocurre cuando se generalizan las definiciones de grupos alzados en armas. En una conferencia de prensa, el mismo Belaunde levantó una bandera senderista frente a las cámaras, “esta bandera viene de Cuba” afirmó. El mandatario estaba desinformado y la falta de producción de inteligencia se hizo evidente, años después, cuando se aprendió un poco más acerca de Sendero Luminoso.

Llamar a grupos disidentes o subversivos simplemente terroristas, o como pretenden hoy “narcoterroristas”, borra la delgada línea que podría darle al Estado una pequeña ventaja táctica y política. Mediante el correcto análisis de las motivaciones y objetivos de grupos disidentes, se puede emplear métodos de resolución mas efectivos, pacíficos y económicos. Empezar por el diálogo sería un buen punto de partida.

Pero la élite gobernante nacional ha demostrado repetidamente poco desarrollo de filosofías propias, necesarias para crear una corriente de pensamiento y resolución de problemas originales y acordes con la realidad. Es de esperarse que esto ocurra mientras el sistema educativo y la educación superior nacional (pública, privada y de las FFAA) no desarrollen investigación científica de alto nivel. No es casualidad que en Estados Unidos, Europa y hoy en China, se desarrollen las doctrinas más avanzadas en materia de defensa y seguridad. Irán es un buen ejemplo de desarrollo doctrinal propio, el mismo que es empleado por Hizbullah y que le permitió derrotar a las fuerzas israelitas en la guerra de julio y agosto pasados. No basta copiar o adaptar, hay que generar ciencia propia.

Quién sabe, si se hubiera estudiado con inteligencia, ciencia y sin apasionamiento el problema subversivo de los ochentas, no se habría producido la debacle de una década prácticamente perdida. Los gobiernos de turno optaron por el camino más fácil, entregar la responsabilidad a las FFAA. Ellas, a su vez, aceptaron un compromiso para el que nunca han estado preparadas pero para la que siempre han sido usadas, la represión de movimientos sociales internos. Pero nadie imaginó que Sendero estaba mejor preparado y la sangrienta lucha se prologó más de una década innecesariamente.

A Estados Unidos le está sucediendo lo mismo. Los intereses del presidente les está llevando a un derramamiento innecesario de sangre. No escucharon a los generales y a los verdaderos expertos antes de la guerra del 2003 y tampoco lo están haciendo ahora, momento en el que avanzan a una derrota política en manos de grupos subversivos, con diversas motivaciones e intereses y no solo por el fundamentalismo islámico.

Cuando se hable de “terrorismo internacional” sería mejor detenerse a analizar quiénes están tras las acciones, sin globalizar ni generalizar. Cada grupo que emplea tácticas terroristas posee sus propias motivaciones y objetivos. El correcto entendimiento de las amenazas permitirá encontrar soluciones efectivas, así como las correcciones sociales necesarias para evitar que estos grupos se multipliquen.