La discordia en el país se acentúa, y no es solo un antónimo del nombre que lleva el (con justicia) nuevo cantón de la provincia de Esmeraldas, y que varios medios de comunicación utilizaron para referirse a la controversia surgida entre la provincia verde y el Gobierno nacional. Hablamos de la discordia como fenómeno presente en diversos temas complejos en el Ecuador de hoy, como el que tiene que ver con las reformas a la Ley de Tránsito, en contra de las cuales los choferes del país amenazaron con paralizar sus actividades.

La discordia está también presente en el polémico tema de la concesión de los aeropuertos de Guayaquil y Quito a la empresa privada, por parte de las administraciones municipales del Partido Social Cristiano y la Izquierda Democrática, respectivamente. Está en temas como el otorgamiento de la licencia ambiental a la compañía brasileña Petrobrás, para que opere en el Yasuní, lo cual enfrenta al régimen con grupos de ecologistas que no hace mucho aplaudieron la iniciativa de mantener las reservas del ITT en el suelo, a cambio de la contribución de los países industrializados al mantenimiento del medioambiente.

En fin, podríamos continuar con la enumeración de las discordias, pero hay algo en lo que hay que estar claros: si bien públicamente se ve al Presidente enfrentando estos temas complejos con la autoridad que le da su nítido triunfo electoral para asambleístas, no todas estas discordias son del todo positivas o hacen bien al régimen, no de todas ellas saldrá ganando su proyecto, y por tanto, el proyecto de las fuerzas progresistas y de izquierda, de caminar hacia la patria Nueva y el Socialismo.

Si el primer mandatario no identifica bien a sus reales blancos, y si no suelda al mismo tiempo alianzas estratégicas con los diversos sectores de la tendencia de la cual él forma parte, y a la cual indudablemente lidera, podría quedarse corto en su capacidad de respuesta a los ataques de la derecha, que se reorganiza, ensaya nuevas estrategias conspiradoras, busca si no detener, por lo menos distorsionar el rumbo del cambio.

En estos días se están desarrollando eventos de carácter nacional e internacional de gran trascendencia para los pueblos; uno de ellos es el XV Congreso de la Organización Continental, Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes, OCLAE, en el que se reafirma el compromiso de los jóvenes de ponerse a la cabeza de la lucha por el Socialismo en este siglo. Son eventos que el gobierno debería valorarlos en su real magnitud, expresan una fuerza movilizada, que se vuelve fundamental a la hora de enfrentar los duros retos que traerá la construcción de una Patria Nueva.