A pesar de que los inmigrantes ecuatorianos aportan anualmente tres mil millones de dólares a la economía del país (las denominadas remesas), no cuentan con políticas de Estado que los apoyen y protejan en el exterior.

Son víctimas constantes de la violación de sus derechos humanos y civiles, especialmente en los Estados Unidos, donde a raíz de la aprobación de la ‘Ley Antiterrorista’ (producto de los atentados a las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001), se han endurecido los controles migratorios en todos los estados norteamericanos: en menos de nueve meses se han registrado 200 mil deportaciones; esto es muy grave, ya que de los dos millones de ecuatorianos que residen en EEUU y Canadá, el 60% son indocumentados.

Para visibilizar esta realidad y dar a conocer propuestas encaminadas a mejorar la calidad de vida de los inmigrantes ecuatorianos en el exterior, llegó al Ecuador Antonio Arízaga, representante del Frente Unido de Inmigrantes Ecuatorianos (FUIE).

Esta organización surgió en febrero del año 2000, “como una necesidad histórica, impostergable e ineludible de los trabajadores inmigrantes ecuatorianos en el exterior” (según manifiesta su documento único de fundación). El FUIE aglutina a la comunidad ecuatoriana residente en Estados Unidos y Canadá y está compuesto por 36 organizaciones que mantienen su propia independencia orgánica, pero que al interior del Frente comparten una dirección política encaminada a defender, principalmente, los derechos humanos y civiles de los inmigrantes.

La plataforma de lucha que integra al FUIE y que ha sido presentada como propuesta reivindicativa de sus derechos al Gobierno Nacional, la Secretaría Nacional del Migrante, la Cancillería y a la mayoría de asambleístas electos, es bastante amplia:

• Será política de Estado la protección de los derechos humanos y civiles de los ecuatorianos en el exterior; es decir, considerar a la Migración como política de Estado, para que los compatriotas tengan una vida digna y un trato justo en el país que residan y que no sean víctimas de la explotación, el discrimen, el abuso y la violencia.

• Generar de parte del Estado convenios bilaterales que permitan políticas de ajuste migratorio; por ejemplo, permitir que el indocumentado ecuatoriano tenga acceso a un documento de identificación, que le permita acceder a los edificios públicos (de momento, quien no tiene un documento, no puede ingresar a ningún edificio público).

• El Estado estimulará y garantizará la afiliación voluntaria al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) a los ecuatorianos en el exterior que lo deseen, garantizando así el derecho a las pensiones jubilares y a la salud (muchos de los inmigrantes ya han aportado al IESS cuando vivían en el Ecuador; es justo que se les permita seguir aportando desde el exterior).

• Potenciar la educación superior y universitaria en el exterior para garantizar la profesionalización. Debe existir extensión universitaria del Ecuador en otros países la obtención de un título profesional, que será válido en el Ecuador y en el país de residencia.

• Desarrollar y fortalecer el arte y la cultura ecuatoriana; el sistema de educación debe incluir programas para conservar y transmitir nuestra cultura, tradiciones, lenguas y costumbres a las nuevas generaciones que nacen y se educan en el exterior.

• Creación del Banco del Inmigrante: éste debe ser un organismo de economía mixta, en términos que permita la participación del Estado como garante y con capital abierto y en el que se incorporarán los inmigrantes como socios activos. El Banco del Inmigrante debe facilitar préstamos a bajos intereses para desarrollar negocios o pequeñas microempresas.

• El Estado debe convertirse en un ente orientador acerca de la inversión de las remesas de los ecuatorianos en el exterior; la mayor parte de las remesas se utilizan solo para el consumo; no existe una política para que estos sus recursos se inviertan en el desarrollo del aparato productivo y en la generación de fuentes de empleo, circunstancias que permitirán el anhelado retorno de los inmigrantes al Ecuador.

Estas son las principales propuestas que el Frente Unido de Inmigrantes Ecuatorianos ha presentado a los organismos nacionales pertinentes y que pone a consideración de la Asamblea Nacional Constituyente para su inmediata aprobación.

Necesidades de un inmigrante ecuatoriano

Reflexiones de Antonio Arízaga,
representante del FUIE:

Respecto a los Consulados

Los Consulados cumplen una función meramente administrativa; su poder se centra, especialmente, en otorgar pasaportes. Nosotros creemos que los Consulados deben servir mucho más a la comunidad; estar más en contacto con ella y sus necesidades.
En los Consulados se dan largas colas, entre las cuatro y las cinco de la mañana, para conseguir un pasaporte u otro trámite administrativo; esto debe cambiar: necesitamos Consulados más descentralizados y eficientes, que amplíen su horario de atención, y presten una atención adecuada y digna a los ecuatorianos.
En este sentido, pensamos en la necesidad de crear Consulados móviles, en distintas ciudades: no es justo que, por realizar un simple trámite, se pierda todo un día de trabajo.

La repatriación de los cadáveres

Cuando muere un ecuatoriano, nos encontramos con otra triste realidad: no existe absolutamente nadie que se haga cargo del envío del cadáver hacia nuestro territorio.
Es necesario crear un fondo para la repatriación de los cadáveres; es inadmisible que después de la pena sufrida por la muerte del ser querido, se tenga que pasar por otras penurias, recolectando dinero para enviarlo de nuevo a su Patria.

El menaje de casa

Es necesario que se amplíe la Ley que permita incluir a las herramientas de trabajo para el ejercicio de la profesión y el montaje de talleres, como parte del llamado menaje de casa, cuando el emigrante regrese al Ecuador. Además, se necesita más control para que el menaje de casa no sea saqueado de los containeres.
En esta experiencia del retorno, es indispensable que se garantice la seguridad del compatriota: la mayoría tiene que contratar seguridad privada para evitar ser saqueados durante el trayecto del aeropuerto a su casa.

Hay que considerar la condición humana del emigrante

Al emigrante solo se lo considera como un símbolo de remesas y no se analiza su situación humana: el emigrante se encuentra en otros países desprotegido, explotado en su mano de obra, violentado en sus derechos humanos, con un pago mínimo por su trabajo; pero son ellos, con sus remesas, quienes de alguna forma sostienen la economía nacional. Además, existe mano de obra calificada que está inmersa en los países receptores; ellos, de alguna manera, deben reconocer esta incorporación a su aparato productivo y no incentivar políticas antiemigrantes: todos los días, en todos los estados de EEUU se expiden decretos en contra de los emigrantes, donde se prohíbe, por ejemplo, el tener acceso a arrendar una vivienda si no se tienen los documentos; qué decir de las redadas: la policía ingresa y allanan los domicilios sin ninguna contemplación; se llevan a los compatriotas como delincuentes, encadenados. El Estado ecuatoriano debe defender a sus connacionales que viven en el exterior.