Suárez sostiene en su libro, entre otros temas, que existió una conspiración previa, que por su magnitud y el conjunto de medios utilizados sólo las esferas del poder político, de la inteligencia y equipos militares de los Estados Unidos estaban en condiciones de realizar operaciones de esa envergadura.

Para el autor “entre los más destacados episodios del 11 de septiembre, estuvo sin duda alguna el resonante impacto de uno más aviones contra las edificaciones del Pentágono. Dada la significación del lugar, no sólo simbólica sino por ser de los edificios más custodiados del mundo, ese presunto ataque tuvo resonancia mundial. Sin embargo, las progresivas contradicciones y ocultamientos de la información oficial, profundizaron las intuiciones acerca de maniobras casi exclusivamente propagandísticas.

Diversas publicaciones, y fundamentalmente el libro “La terrible impostura” del escritor francés Thierry Meyssan (Editorial El Ateneo- Buenos Aires-2002), han refutado las versiones del gobierno norteamericano, demostrando fehacientemente que no hubo un ataque con aviones contra el Pentágono, sino un choque de misiles o de camiones cargados con explosivos, difiriendo las distintas explicaciones de las fuentes noticiosas”.

Suárez trabajó esta fuerte hipótesis en sintonía con diversos trabajos encarados en Europa, Canadá y dentro de Estados Unidos por familiares de víctimas del 11-S. Entre quienes señalan a la administración Bush como partícipe necesaria de los atentados del 11- S se cuentan el ex ministro de defensa de Alemania Andreas von Büllow, el ex Ministro de Medio Ambiente de Gran Bretaña Michael Meacher y el periodista francés Meyssan, responsable de la Red Voltaire, todas investigaciones que figuran como bibliografía anexa en la nueva edición de “Justicia infinita...”.

El autor señala que sus pesquisas “no se limitan al día de la catástrofe sino que se remontan a las causas políticas, económicas y militares que al iniciarse el siglo XXI, se entroncan con la metodología imperial de crear conflictos con la finalidad de aprovechar sus consecuencias para un expansionismo planificado. En el caso particular de las Torres Gemelas, eje de la propaganda gubernamental estadounidense para justificar todo tipo de represalias, se podrá advertir la magnitud de las flagrantes contradicciones entre la versión oficial y los hechos que van mostrando otra vez la intencionalidad política de un régimen sin límites en su obsesión imperial”.