Es que los procesos políticos no tienen un correlato directo, de causa-efecto, en los que –por ejemplo- el sólo anuncio de la creación del Banco del Sur genera un fuerte impulso hacia la autodeterminación pero no eliminan la presencia de los organismos financiadores internacionales que continúan marcando los tiempos de la ayuda social en nuestros países y lo seguirán haciendo por muchos años más.

¿Contradicción entre discurso y acción o realismo político? La respuesta no es necesariamente una denuncia sobre las paradojas de las que no escapará jamás quien camine las rutas del capitalismo pero deja abierta la definición del año que comienza: Urgencia.

El marco político cambia, el imperialismo se pone cada vez más nervioso pero el hambre continúa siendo la marca de esta región en la que la voracidad de las multinacionales se está quedando con nuestras riquezas y sepultando el futuro.

Así, las firmes decisiones políticas de Hugo Chávez por la integración regional desde Venezuela y de Evo Morales en su Bolivia morena, pierden efectividad al ser atacadas sistemáticamente por el imperialismo y sus sicarios locales pero también por las urgencias sociales y la lentitud de las soluciones.

Es posible también señalar a este 2007 que termina como el año en el que se corren los velos del hacer político y quedan a la vista las contradicciones que surgen de intentar avanzar al socialismo liberador desde las entrañas del capitalismo.

Porque, ¿cómo diferenciar la ayuda de la USAID, dedicada esencialmente a apoyar acciones desestabilizadoras de los estruendosamente anunciados créditos del BID para desarrollo de microemprendimientos o apoyo escolar con los que se garantiza la continuidad de los valores del capitalismo?

Las explicaciones políticas dan cuenta de un “avance progresivo” hacia la autodeterminación, pero es inocultable que ese avance se hace más lento si recibimos con los brazos abiertos al Banco Mundial cuando trae capitales para investigar nuestras reservas naturales y “enseñarnos” a cuidarlas.

Y también están las organizaciones de la Sociedad Civil u Organizaciones No Gubernamentales las que, invariablemente, traen detrás capitales de fundaciones como la Ford, Rockefeller, Avina, Kellog’s y tantas otras que nunca estuvieron ajenas a cada una de las intervenciones imperiales en nuestros países.

Decirle no a los organismos internacionales de financiamiento, las IFIS, es comenzar a generar los espacios reales de organización. Traer los capitales que todavía se encuentran en los países centrales del capitalismo y aplicarlos directamente sobre las urgencias locales es una manera de acelerar la autodeterminación.

Que no es fácil, se sabe. Que no hay que ponerle palos a la rueda de la política ahora que los gobernantes se parecen más a sus gobernados, también se entiende.

Pero es preciso apurar el paso. Desprenderse de todas y cada una de las cadenas, aún de las que se nos venden como humanitarias, para empezar a decirle basta al hambre y la miseria.

La política avanza y provoca alegría en quienes pedimos desde hace años que la integración de nuestros pueblos sea una realidad, pero llega el tiempo de las definiciones más duras. De consignas claras y acciones consecuentes.

El año termina esperanzador y difícil y a la vez. Mientras Venezuela se hace respetar y crece, Ecuador materializa sus cambios y Bolivia lucha por ser una nación libre y plural contra los personeros del pasado oligárquico y colonial.

Cuba se mantiene digna y ejemplo de lucha y los acuerdos regionales avanzan a paso firme.

Pero Colombia sigue siendo el refugio de la guerra y la droga mantenidos, en el sentido literal del término, por la derecha fascista de la para-política de Alvaro Uribe y el gobierno de George Bush que sueña con extender su presencia militar en el continente.

En Perú, Alan García “agradece” en inglés la firma de un tratado de Libre Comercio con los EE.UU.

En Haití el hambre se pasea orondo por las calles y nuestros países prestan hombres para patrullar las ciudades.

En Paraguay, la derecha histórica y golpista prepara un nuevo gobierno mientras los campesinos son exterminados.

Argentina y Brasil, líderes de la región, se constituyen en los principales actores de “la política de lo posible” y negocian peligrosamente con las grandes empresas transnacionales mientras demoran la lucha contra las desigualdades.

Y en Uruguay y Chile se desdibuja el intento de la izquierda de gobernar sin romper las estructuras de pobreza y dependencia mientras los pueblos esperan los prometidos cambios.

Centroamérica cayó en las garras de los TLC y México lleva más de una década sufriendo las consecuencias del Libre Comercio de la mano del gobierno ilegitimo de Felipe Calderón.

La realidad de la región es dura. La esperanza también.

Las luchas de nuestros pueblos continúan a pesar de la demora en los cambios y del hambre que aprieta.

A pesar de todo, Nuestra América es la región del futuro. Lo dicen nuestros héroes, nuestro presente y el pasado teñido de resistencia.

Es que los poderosos todavía no entendieron que en la espera paciente y rebelde de los pueblos está la clave. Los pueblos tienen ‘tiempo’, he ahí su fuerza y su grandeza.

(*) Nota publicada por Nuestra América.info (http://www.nuestraamerica.info/leer.hlvs/5167)