Televisa y TV-Azteca-Canal 40 se presentan como víctimas con el resto de las asociaciones de la mayoría de las frecuencias de la radio, para con la insolencia característica de los poderes económicos (que por cierto, no compiten en el mercado al que defienden a capa y espada, porque se ponen de acuerdo para fijar sus tarifas, cuando usan casi gratis las concesiones, que son propiedad pública revocable) tratar de sabotear al Estado y la cultura laica, distorsionando la información, atacando a las instituciones y doblegando a los gobernantes que asumen el postulado constitucional de gobernar en beneficio del pueblo.

Muy excepcionalmente ejercen un periodismo con veracidad. Y nunca dan espacios, no ya para la réplica sino ni siquiera para aclarar o impugnar sus difamaciones. Cotos absolutamente cerrados, atacan, disfrazando su impunidad y arrogancia, con ejercer la libertad de expresión, que ahora aseguran está en peligro y se alzan como sus defensores cuando la agreden, la minimizan y hasta la desprecian.

Se encadenaron para atacar, con jerga violenta (Víctor Klemperer: La lengua del Tercer Reich; y, Lutz Winckler: La función social del lenguaje fascista) al Congreso General, por medio de los Sarmiento, las Paty Chapoy y los Ferriz de Con. Se les fue de la mano ganancias lícitas e ilícitas por cobros de propaganda electorera de los partidos y de terceros que favorecen sus intereses políticos y les reditúan tráfico de influencias, hasta lograr imponer funcionarios a su conveniencia.

Con esa reforma electoral-constitucional se reduce en un 50 por ciento el financiamiento a los partidos y éstos y sus candidatos no invertirán para contratar propaganda en radio y televisión. Y pusieron el grito en sus bolsillos. Enloquecieron. Amenazaron. Se agarraron al clavo ardiendo de la libertad de expresión. Sus contenidos republicanos fueron tachados de autoritarismo, de regreso al pasado, cuando esos medios representan las persistencias de lo peor del antiguo régimen que los empolló y les entregó las concesiones casi a perpetuidad y así se enriquecieron y se convirtieron en poderes fácticos golpistas.

La libertad de expresión no ha sufrido menoscabo. Con abusos e impunidad, concesionarios y locutores están dedicados al terrorismo y retadores querían un referéndum para convertirlo en un levantamiento de la oligarquía con sus enclaves plutocráticos; pero la telenovela no prosperó. Sus gritos a nadie conmovieron, salvo a los mismos que se aprovechan de un bien público (las concesiones) para su beneficio privado.

No bajarán las armas. Televisa y sus empresarios preparan nuevos ataques. Así ha sido su terrorismo. Quieren estar por encima de la Constitución, del Estado y de los Poderes. Querrán celebrar el Centenario de la Revolución con la enésima intentona de la Contrarrevolución ultraderechista, ensayada como respuesta a reformas y revoluciones a través de nuestra historia. Pero, como cuando la alerta antifascista: ¡No pasarán!

Revista Contralínea / México

Fecha de publicación: Octubre 2a quincena de 2007