“La Siesta una sola, que no se disminuye con el adorno menor de las estrellas.”

“La Siesta Oída, mientras ojos grandes de ciego son los nuestros, en su rumor”.

Sí, Macedonio tenía razón y los oyentes-siesteros de Radio Mitre también.

Alguien ha dispuesto de la calidad de nuestro tiempo a la hora de la siesta. Alguien intenta impedir la creación libre del mundo en la sintonía de cada “Siesta Oída”, aunque el programa censurado de Jorge Halperín, Carlos barragán, Silvina Walger y Mariela Álvarez está compilado en una selección de esas siestas inolvidables, gloriosamente interrumpidas por diversos personajes de la literatura, la política, el humor, la música, entre otros.

Como señaló el dramaturgo Tito Cossa, Halperín “devuelve la radio al escritor” y logra entre periodismo y literatura recorrer los arrabales más sorprendentes de la imaginación de sus oyentes, así lo demuestran quienes rechazan la idea de mercantilizar sus siestas, reinventando a través de un blog un espacio de denuncia por la censura ejercida y difundiendo las palabras de despedida que sonaron junto a los fuegos artificiales de fin de año.

“Cambios en la programación” es casi una expresión idiomática incrustada en el vocabulario de las empresas periodísticas para disfrazar –muchas veces- la censura que se ejerce por razones económicas, ideológicas o políticas.

Sin embargo, a pesar de ello, seguimos pensando que la cosificación de la imaginación del oyente es una enroscada tarea de subestimación a la naturaleza humana, una pretensión histórica, cobijada por la lógica del dinero, que tiende a fracasar no sólo a la hora de la siesta.