Nos complace de sobremanera haber sido en esta columna los primeros en haber levantado el nombre del candidato Barack Obama en la prensa nacional hace ya más de dos años y los actuales eventos nos han dado la razón, el candidato es uno de los principales en el partido demócrata. Barack Obama sube al escenario. Saluda con una mano, dice “buenas noches” y sus entusiastas fanáticos le responden con aplausos y vítores, mientras le toman fotografías y agitan letreros en los que se lee “Obama 08”. No es una noche particularmente especial, Sólo un típico evento partidario de recaudación de fondos para el singular candidato que sólo en tres meses tendría a Hillary Clinton temblando, y a los republicanos sin saber que saber que dirección seguir. Es mucho lo que ha ocurrido desde aquella templada noche de octubre en New Jersey, cuando Barack Obama dejó en su casa sus finos trajes y, vestido con una chaqueta se presentó como el carismático líder que es, un hombre que bebe tranquilidad de una fuente inagotable de autoestima y que maneja sin titubear un discurso bien asimilado. Sus competidores no le perdonan que con sólo un periodo como senador en Washington haya tenido la osadía de lanzarse a competir con políticos de extensa trayectoria. ¿Quién es Barack Obama? Hijo de un estudiante africano (Kenya) que cuando estudiaba en Honolulu conoció a una ciudadana americana (Ann Dunham) que también estudiaba en la misma universidad con quien se caso y nació el actual candidato. Su padre los abandono a los dos años para irse a estudiar a Harvard de donde nunca más volvió. Creció en un hogar acomodado con sus abuelos maternos y de ahí curso sus estudios universitarios en la universidad de Columbia y graduado más tarde en la Escuela de Leyes de Harvard. Su lanzamiento político ocurrió el 27 de julio del 2004, durante la Convención Nacional Demócrata que se llevó a cabo en Boston. Ofreció el discurso de apoyo a Kerry y Edwards. Empezó por presentarse a sí mismo al hablar de sus padres. También habló de una nación dividida formada por gente buena que debía estar unida. Y lo hizo con convicción sin titubear. Tres años después el discurso de aquella tarde es considerado como un hito en la historia del partido demócrata. Actualmente los electores lo perciben como el más transparente de los precandidatos demócratas y es el que más simpatías genera. Tiene un mensaje conciliador que propone acercarse a los enemigos, rescatar la imagen de Estados Unidos y restaurar la fe de los estadounidenses en su gobierno.