Las cosas difíciles son aquellas que alejan a los impacientes, aterran a los que no poseen la virtud de la persistencia, espantan a los inconstantes y ni siquiera forman parte de la agenda de los improvisados. Pero son las cosas difíciles, al ser alcanzadas, las que cambian escenarios, transforman y dejan huellas. Imaginan que Bolívar se hubiese detenido ante las adversidades? Si Chávez cediera ante la incomodidad de lo difícil, ¿podemos pensar siquiera cómo serían las cosas hoy? Y si el pueblo se hubiese quedado en su casa el 12 de abril de 2002, quién sabe cuántos Carmona habrían pasado ya por el gobierno, repartiéndose el botín.

Y guiada por ese espíritu de lo difícil como norma de vida, un día decidí aceptar la noble invitación de Lil Rodríguez para formar parte de un equipo pionero. Dejé atrás la tranquilidad de mi querida Ciudad Bolívar, hice maletas, metí en ellas poca ropa, mucho entusiasmo y emprendí el viaje. Construir la primera Televisora Social de Venezuela era la tarea. Un inmenso reto, sobre todo cuando tenemos una población alienada por viejos modelos, influenciada por canales que, lamentablemente para nosotros, han cumplido muy bien su tarea de deformación de los gustos y valores de nuestra gente.

Parte del problema en este caso es que aprendimos a ver un modelo de hacer televisión. El huésped alienante estructurado bajo la premisa del rating es un modelo lastimoso del espectáculo deformativo que la Televisora Social está dispuesta a combatir.

La meta de la Televisora Social no es el rating, eso es muy fácil. El objetivo es, DIFÍCIL, con mayúsculas y bien acentuado. Asegurar audiencia sobre la premisa de que el rating no es la meta de una televisora de servicio público y con visión social. El rating es un estropajo que sirve para esconder la flojera de los oportunistas y acomodaticios a quienes no interesa, de forma alguna, la misión de transformar conciencias. Quizá algunos estudiosos de la comunicación me digan que una cosa no está reñida con la otra. Ojalá, porque un recurso tan valioso como la comunicación debe ser siempre bien aprovechado.

Para TVes la tarea es reeducar, enseñar a ver cosas nuevas, entusiasmar a la gente en la noble tarea de vernos nosotros mismos a través del trabajo de productores independientes que, con grandes sacrificios, mucha entrega, sobrada mística y un cargamento de compromiso social, han creído que es posible hacer fácil lo difícil.

TVes es Robinsoniana y su programación que, sin duda se ha ido reacomodando, encontrándose, depurándose, hace una invitación a una nueva cultura de televisión que también debe ser Robinsoniana. O inventamos o erramos. Hay programas malos (yo diría más bien que los hubo), pero hoy TVes ha rediseñado su parrilla y con orgullo expone una variedad de programas de excelente producción que deben ser motivo de orgullo para los venezolanos.

Algunos de ellos son calificados como “programas para las minorías” porque representan a las comunidades de personas con discapacidad física. Es triste, porque ellos son nuestros hermanos y hermanas y con ellos hay una vieja deuda de exclusión que la Televisora Venezolana Social ha comenzado a saldar.

Los musicales de TVes no se parecen ni podrán parecerse jamás a los de otras televisoras, sobre manera porque no presentan a ídolos con pie de barro. Los musicales de TVes no son espacios para el mercado de la música, son por el contrario un espacio para exponer nuestra diversidad, para darle a nuestros artistas (NUESTROS ARTISTAS) las oportunidades que antes les negó y sigue negándoles la vieja televisión, esa misma que obedece a las presiones del rating.

Los productores independientes de TVes nos han paseado por el país, por sus creadores, por sus artesanos, por las calles, a sol y sombra, de los más apartados rincones de Venezuela donde siempre hay algo que contar y alguien que lo cuente. Triste debe ser para los que se lo han perdido.

Solo por nombrar algunos espacios, ni hablar de los deportes. A algunas personas les ha chocado ver en pantalla el baloncesto de la NBA, esas son cosas a revisar. TVes interpretando a la audiencia ha preparado y estrena en los próximos días dos dramáticos nacionales que tienen en común la ética en el discurso, buen humor, identidad con nosotros mismos y la exposición en pantalla de cosas que se parecen al venezolano y venezolana, sin modelos impuestos.

A lo mejor mi verbo sonará demasiado positivo, quizá cursi o meloso, no siempre soy así, solo cuando escribo o hablo de las cosas en las que creo y yo, definitivamente, creo en mi gente, sus capacidades y sus posibilidades de creatividad a la hora de hacer fácil lo difícil. TVes quiso salir del debate político porque nació con el duro peso de una necesaria y difícil decisión política. TVes no quiere ser VTV, ni aspira parecerse a Vive, en esas dos plantas hermanas hay grandísimos retos. Jamás podrá parecerse a esos canales perversos que envenenan el alma y deforman a nuestros muchachos con modelos estúpidos de bailes, concursos humillante, burlas, sexo (del malo) y estereotipos. El compromiso de TVes es la recreación y el entretenimiento, el debate ahora es, ¿cuál entretenimiento?, ¿cuál recreación? No es fácil concebir el modelo de un día para otro, eso lo sabemos, pero lo importante es no desmayar, hacerse de las mejores herramientas y mantener la sintonía con la gente y sus colectivos organizados.

Que viva TVes, adelante TVes porque es un proyecto nuestro, con sello venezolano y compromiso socialista que debemos fortalecer con nuestro esfuerzo. Las tres erres tienen cabida en TVes, son cosa de todos los días. En TVes nadie cree que se la está comiendo, todo lo contrario vemos la pantalla, siempre, con sentido crítico. Evolución es la premisa, en TVes y en todo el país, ahora a evolucionar Revisándonos y Rectificando para Reimpulsarnos