El Comandante Fidel Castro comenta en tres partes la reciente visita del presidente del Brasil a Cuba y en donde se entrevistó personalmente con él. Un texto que nos da una visión histórica de los acontecimientos sociales en América Latina.
Lula y Fidel Castro
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Lula (Primera Parte)
De forma espontánea decidió visitar Cuba por segunda vez como Presidente de Brasil, aunque mi salud no le garantizara un encuentro conmigo.
Antes, como él mismo dijo, visitaba la Isla casi todos los años. Lo conocí en ocasión del primer aniversario de la Revolución Sandinista en la casa de Sergio Ramírez, entonces vicepresidente del país. Digo de paso que este último de cierta forma me engañó. Cuando leí su libro Castigo Divino —excelente narración—, llegué a creer que era un caso real ocurrido en Nicaragua, con todos los enredos legales que son habituales en las antiguas colonias españolas; él mismo me contó un día que era ficción pura.
También me encontré allí con Frei Betto, hoy crítico aunque no enemigo de Lula, y con el Padre Ernesto Cardenal, militante sandinista de izquierda y actual adversario de Daniel. Los dos escritores procedían de la Teología de la Liberación, una corriente progresista en la que siempre vimos un gran paso hacia la unidad de los revolucionarios y los pobres, más allá de su filosofía y sus creencias, ajustada a las condiciones concretas de lucha en América Latina y el Caribe.
Confieso, sin embargo, que veía en el Padre Ernesto Cardenal, a diferencia de otros en la dirección de Nicaragua, una estampa del sacrificio y las privaciones cual monje medieval. Era un verdadero prototipo de pureza. Dejo a un lado otros que, menos consecuentes, alguna vez fueron revolucionarios, incluso militantes de extrema izquierda en Centroamérica y otras áreas, que después se pasaron con armas y bagajes, por ansias de bienestar y dinero, a las filas del imperio.
¿Qué tiene que ver lo relatado con Lula? Mucho. Nunca fue un extremista de izquierda, ni ascendió a la condición de revolucionario a partir de posiciones filosóficas, sino de las de un obrero de origen muy humilde y fe cristiana, que trabajó duramente creando plusvalía para otros. En los obreros vio Carlos Marx a los sepultureros del sistema capitalista: "Proletarios de todos los países, uníos", proclamó. Lo razona y demuestra con irrebatible lógica; se complace y se burla demostrando cuán cínicas eran las mentiras empleadas para acusar a los comunistas. Si las ideas de Marx eran justas entonces, cuando todo parecía depender de la lucha de clases y el desarrollo de las fuerzas productivas, la ciencia y la técnica, que diera sustento a la creación de bienes indispensables para satisfacer las necesidades humanas, hay factores absolutamente nuevos que le dan la razón y a la vez chocan contra sus nobles objetivos.
Nuevas necesidades surgieron que pueden dar al traste con los objetivos de una sociedad sin explotadores ni explotados. Entre estas nuevas necesidades surge la de la supervivencia humana. Del cambio de clima no había idea en los tiempos de Marx. Engels y él conocían sobradamente que un día el sol se apagaría al consumir toda su energía. Pocos años después del Manifiesto nacieron otros hombres que profundizarían en el campo de la ciencia y los conocimientos de las leyes químicas, físicas y biológicas que rigen el Universo, desconocidas entonces. ¿En manos de quiénes estarían esos conocimientos? Aunque estos continuaran desarrollándose, e incluso superándose, y de nuevo se nieguen y contradigan en parte sus teorías, los nuevos conocimientos no están en manos de los pueblos pobres, que en la actualidad integran las tres cuartas partes de la población mundial. Están en manos de un grupo privilegiado de potencias capitalistas ricas y desarrolladas, asociadas al imperio más poderoso que existió jamás, construido sobre las bases de una economía globalizada, regida por las propias leyes del capitalismo que Marx describió y desmenuzó a fondo.
Hoy, que la humanidad sufre todavía esas realidades en virtud de la propia dialéctica de los acontecimientos, debemos hacer frente a esos peligros.
¿Cómo se comportó el proceso de la revolución en Cuba? Sobre distintos episodios de esa etapa se ha escrito bastante en nuestra prensa durante las últimas semanas. Se rinde tributo a distintas fechas históricas en los días que corresponde a los aniversarios que cumplen cifras redondas de cinco o diez años. Eso es justo, pero debemos evitar que en la suma de tantos hechos descritos por cada órgano o espacio, según sus criterios, no seamos capaces de verlos en el contexto del desarrollo histórico de nuestra Revolución, pese al esfuerzo de los magníficos analistas de que disponemos.
Para mí, unidad significa compartir el combate, los riesgos, los sacrificios, los objetivos, ideas, conceptos y estrategias, a los que se llega mediante debates y análisis. Unidad significa la lucha común contra anexionistas, vendepatrias y corruptos que no tienen nada que ver con un militante revolucionario. A esa unidad en torno a la idea de la independencia y contra el imperio que avanzaba sobre los pueblos de América, es a la que me referí siempre. Hace unos días volví a leerla cuando Granma la publicó en vísperas de nuestras elecciones, y Juventud Rebelde reprodujo un facsímil de mi puño y letra sobre la idea.
La vieja consigna prerrevolucionaria de unidad no tiene nada que ver con el concepto, pues en nuestro país no existen hoy organizaciones políticas buscando poder. Debemos evitar que, en el enorme mar de criterios tácticos, se diluyan las líneas estratégicas e imaginemos situaciones inexistentes.
En un país intervenido por Estados Unidos, en medio de su lucha solitaria por la independencia de la última colonia española junto a la hermana Puerto Rico —"de un pájaro las dos alas"—, los sentimientos nacionales eran muy profundos.
Los productores reales de azúcar, que eran los esclavos recién liberados y los campesinos, muchos de ellos combatientes del Ejército Libertador, convertidos en precaristas o carentes totalmente de tierras, que eran lanzados a los cortes de caña en grandes latifundios creados por compañías de Estados Unidos o terratenientes cubanos que heredaban, compraban o robaban tierra, eran materia prima propicia para las ideas revolucionarias.
Julio Antonio Mella, fundador del Partido Comunista junto a Baliño —quien conoció a Martí y con él creó el Partido que conduciría a la independencia de Cuba—, tomó la bandera, sumó a ella el entusiasmo que emergía de la Revolución de Octubre, y le entregó a esta causa su propia sangre de joven intelectual conquistado por las ideas revolucionarias. La sangre comunista de Jesús Menéndez se sumó a la de Mella 18 años después.
Los adolescentes y jóvenes que estudiábamos en escuelas privadas ni siquiera habíamos oído hablar de Mella. Nuestra procedencia de clase o grupo social con mayores ingresos que el resto de la población nos condenaba como seres humanos a ser la parte egoísta y explotadora de la sociedad.
Tuve el privilegio de llegar a la Revolución a través de las ideas, escaparme del aburrido destino por el que me conducía la vida. En otros momentos expliqué por qué. Ahora lo recuerdo sólo en el contexto de lo que escribo.
El odio a Batista por su represión y sus crímenes era tan grande, que nadie reparó en las ideas que expresé en mi defensa ante el Tribunal de Santiago de Cuba, donde incluso un libro de Lenin impreso en la URSS —que provino de los créditos de que yo disfrutaba en la librería del Partido Socialista Popular de Carlos III en La Habana— encontraron en las pertenencias de los combatientes. "Quien no lea a Lenin es un ignorante", les espeté en medio del interrogatorio en las primeras sesiones del juicio oral, cuando lo sacaron a relucir como elemento acusatorio. Todavía me juzgaban junto a los demás prisioneros sobrevivientes.
No se comprendería bien lo que afirmo si no se tiene en cuenta que en el momento en que atacamos el Moncada, el 26 de Julio de 1953, acción que fue debida a los esfuerzos organizativos de más de un año sin contar con nadie más que con nosotros mismos, prevalecía en la URSS la política de Stalin, quien murió repentinamente meses antes. Era un militante honesto y consagrado, quien más tarde cometió graves errores que lo llevaron a posiciones sumamente conservadoras y cautelosas. Si una revolución como la nuestra hubiera tenido éxito entonces, la URSS no habría hecho por Cuba lo que más tarde hizo la dirección soviética, liberada ya de aquellos métodos oscuros y tortuosos, entusiasmada con la revolución socialista que estalló en nuestro país. Eso lo comprendí bien a pesar de las justas críticas que por hechos sobradamente conocidos en su momento hice a Jruschov.
La URSS poseía el ejército más poderoso de todos los contendientes en la Segunda Guerra Mundial, solo que estaba purgado y desmovilizado. Su jefe subestimó las amenazas y las teorías belicistas de Hitler. Desde la propia capital de Japón, un importante y prestigioso agente de la Inteligencia soviética le había comunicado la inminencia del ataque, el 22 de junio de 1941. Este sorprendió al país, que no estaba en alarma de combate. Muchos oficiales estaban de pase. Aun sin los jefes de unidades de más experiencia, que fueron sustituidos, de haber sido alertados y desplegados, los nazis habrían chocado con fuerzas poderosas desde el primer instante y no habrían destruido en tierra la mayor parte de la aviación de combate. Peor todavía que la purga fue la sorpresa. Los soldados soviéticos no se rendían cuando les hablaban de tanques enemigos en la retaguardia, como hicieron los demás ejércitos de la Europa capitalista. En los momentos más críticos, con frío por debajo de cero, los patriotas siberianos echaron a andar los tornos de las fábricas de armamentos que previsoramente Stalin había trasladado a las profundidades del territorio soviético.
Según me contaron los propios dirigentes de la URSS cuando visité ese gran país en abril de 1963, los combatientes revolucionarios rusos, curtidos en la lucha contra la intervención extranjera en virtud de la cual se enviaron tropas a combatir la revolución bolchevique, dejándola posteriormente bloqueada y aislada, habían establecido relaciones e intercambiado experiencias con los oficiales alemanes, de tradición militarista prusiana, humillados por el Tratado de Versalles, que puso fin a la Primera Guerra Mundial.
Los servicios de Inteligencia de las SS introdujeron la intriga contra muchos que eran en su inmensa mayoría leales a la Revolución. Movido por una desconfianza que se tornó enfermiza, Stalin purgó a 3 de los 5 Mariscales, 13 de los 15 Comandantes de Ejército, 8 de los 9 Almirantes, 50 de los 57 Generales de Cuerpo de Ejército, 154 de los 186 Generales de División, el ciento por ciento de los Comisarios de Ejército y 25 de los 28 Comisarios de los Cuerpos de Ejército de la Unión Soviética, en los años que precedieron a la Gran Guerra Patria.
Aquellos graves errores costaron a la URSS una enorme destrucción y más de 20 millones de vidas; algunos afirman que 27.
En 1943 se desató con retraso la última ofensiva de primavera de los nazis por el famoso y tentador saliente de Kursk, con 900 mil soldados, 2,700 tanques y 2,000 aviones. Los soviéticos, conocedores de la psicología enemiga, esperaron en aquella trampa el seguro ataque con un millón 200 mil hombres, 3,300 tanques, 2,400 aviones y 20,000 piezas de artillería. Dirigidos por Zhúkov y el propio Stalin, destrozaron la última ofensiva de Hitler.
En 1945, los soldados soviéticos avanzaron incontenibles hasta tomar la cúpula de la Cancillería alemana en Berlín, donde izaron la bandera roja teñida con la sangre de tantos caídos.
Observo un momento la corbata roja de Lula y le pregunto: ¿esa te la regaló Chávez? Se sonríe y responde: Ahora le voy a enviar algunas camisas, ya que él se queja de que el cuello de las suyas está muy duro, y se las voy a buscar en Bahía para regalárselas.
Me pidió que le diera algunas de las fotos que tomé.
Cuando comentó que estaba muy impresionado por mi salud, le respondí que me dedicaba a pensar y a escribir. Nunca en mi vida había pensado tanto. Le conté que, concluida mi visita a Córdoba, Argentina, donde había asistido a una reunión con numerosos líderes, entre ellos él, regresé, y participé luego en dos actos por el Aniversario del 26 de Julio. Estaba revisando el libro de Ramonet. Le había respondido todas sus preguntas. No había tomado muy a pecho la cosa. Creía que era algo muy rápido, como las entrevistas de Frei Betto y Tomás Borge. Luego me esclavicé con el libro del escritor francés, ya a punto de publicarse sin revisión mía con parte de las respuestas tomadas a vuelo. Por aquellos días casi ni dormía.
Cuando enfermé gravemente la noche del 26 y la madrugada del 27 de julio, pensé que sería el final, y mientras los médicos luchaban por mi vida, el jefe de despacho del Consejo de Estado leía a exigencia mía el texto, y yo dictaba los arreglos pertinentes.
Fidel Castro Ruz
Enero 22 de 2008
Lula (Segunda Parte)
Lula me recordó con calidez la primera vez que visitó nuestro país en el año 1985 para participar en una reunión convocada por Cuba para analizar el agobiante problema de la deuda externa, en la que expusieron y debatieron sus criterios los representantes de las más variadas tendencias políticas, religiosas, culturales y sociales, preocupados por el asfixiante drama.
Los encuentros tuvieron lugar a lo largo del año. Se convocó a líderes de obreros, campesinos, estudiantiles, u otras categorías según el tema. Él era uno de ellos, ya conocido entre nosotros y en el exterior por su mensaje directo y vibrante, de joven dirigente obrero.
América Latina debía entonces 350 mil millones de dólares. Le conté que aquel año de intensa lucha había escrito largas cartas al Presidente de Argentina, Raúl Alfonsín, para persuadirlo de que no siguiera pagando aquella deuda. Conocía las posiciones de México, inconmovible en el pago de su enorme deuda externa, aunque no indiferente al resultado de la batalla, y la especial situación política de Brasil.
La deuda argentina era suficientemente grande después de los desastres del gobierno militar. Se justificaba el intento de abrir una brecha en esa dirección. No pude lograrlo. Pocos años después la deuda latinoamericana, con sus intereses, ascendía a 800 mil millones; se multiplicó por dos y ya había sido pagada.
Lula me explica la diferencia con aquel año. Afirma que hoy Brasil no tiene deuda alguna con el Fondo Monetario ni tampoco con el Club de París, y dispone de 190 mil millones de USD en sus reservas. Deduje que su país había pagado enormes sumas para cumplir con aquellas instituciones. Le expliqué la colosal estafa de Nixon a la economía mundial, cuando unilateralmente suspendió el patrón oro en 1971 que ponía límites a la emisión de billetes. El dólar mantenía hasta entonces un equilibrio con relación a su valor en oro. Treinta años antes Estados Unidos disponía de casi todas las reservas de ese metal. Si había mucho oro, compraban; si había escasez, vendían.
El dólar ejercía su papel como moneda de cambio internacional, dentro de los privilegios que le fueron concedidos a ese país en Bretton Woods en el año 1944.
Las potencias más desarrolladas estaban destruidas por la guerra. Japón, Alemania, URSS y el resto de Europa apenas contaban con ese metal en sus reservas. La onza troy de oro podía adquirirse hasta por 35 dólares; hoy se necesitan 900.
Estados Unidos —le dije— ha comprado bienes en todo el mundo imprimiendo dólares, y sobre tales propiedades adquiridas en otras naciones ejercen prerrogativas soberanas. Nadie desea, sin embargo, que el dólar se devalúe más, porque casi todos los países acumulan dólares, es decir, papeles, que se devalúan constantemente desde la decisión unilateral del Presidente de Estados Unidos.
Las reservas en divisas actuales de China, Japón, el sureste asiático y Rusia acumulan tres millones de millones (3.000.000.000.000) de dólares; son cifras siderales. Si les sumas las reservas en dólares de Europa y el resto del mundo, verás que equivale a una montaña de dinero cuyo valor depende de lo que haga el gobierno de un país.
Greenspan, quien fuera durante más de 15 años Presidente de la Reserva Federal, se moriría de pánico ante una situación como la actual. ¿A cuánto puede ascender la inflación en Estados Unidos? ¿Cuántos nuevos empleos puede crear este año ese país? ¿Hasta cuándo va a funcionar su máquina de imprimir billetes antes de que se produzca el colapso de su economía, además de usar la guerra para conquistar los recursos naturales de otras naciones?
Como consecuencia de las duras medidas que le impusieron en Versalles al Estado alemán derrotado en 1918, en el que se instaló un régimen republicano, el marco alemán se devaluó de tal forma que llegó a necesitarse decenas de miles de ellos para comprar un dólar. Tal crisis alimentó el nacionalismo alemán y contribuyó extraordinariamente a las absurdas ideas de Hitler. Este buscó culpables. Muchos de los principales talentos científicos, escritores y financistas eran de origen judío. Los persiguieron. Entre ellos estaba Einstein, autor de la teoría de que la energía es igual a la masa multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz, que lo hizo famoso. También Marx, nacido en Alemania, y muchos de los comunistas rusos, eran de ese origen, practicasen o no la religión hebraica.
Hitler no culpó al sistema capitalista del drama humano, sino a los judíos. Partiendo de burdos prejuicios, lo que deseaba realmente era "espacio vital ruso" para su raza superior germánica, cuyo imperio milenario soñaba edificar.
Mediante la Declaración Balfour los británicos decidieron en 1917 crear dentro de su imperio colonial el Estado de Israel en territorio poblado por palestinos, de otra religión y cultura, que en aquellas tierras vivieron junto a otras etnias, entre ellas la judaica, durante muchos siglos antes de nuestra era. El sionismo se hizo popular entre los estadounidenses, que odiaban con razón a los nazis y cuyas bolsas financieras estaban controladas por representantes de aquel movimiento. Ese Estado aplica hoy los principios del Apartheid, posee sofisticadas armas nucleares y controla los centros financieros más importantes de Estados Unidos. Fue utilizado por este país y sus aliados europeos para suministrar armas nucleares al otro Apartheid, el de Sudáfrica, para usarlas contra los combatientes internacionalistas cubanos que luchaban contra los racistas al sur de Angola si cruzaban la frontera de Namibia.
Inmediatamente después le hablé a Lula de la política aventurera de Bush en el Medio Oriente.
Prometí entregarle el artículo que sería publicado en Granma al día siguiente, 16 de enero. Firmaría de puño y letra el que destinaba a él. Le haría entrega, igualmente, antes de marcharse, del artículo de Paul Kennedy, uno de los intelectuales más influyentes de Estados Unidos, sobre la interconexión entre los precios de alimentos y petróleo.
Tú eres productor de alimentos, le añadí, y además acabas de encontrar importantes reservas de crudo ligero. Brasil posee 8 millones 534 mil kilómetros cuadrados y dispone del 30 por ciento de las reservas de agua del mundo. La población del planeta necesita cada vez más alimentos, de los cuales ustedes son grandes exportadores. Si se dispone de granos ricos en proteínas, aceites y carbohidratos —que pueden ser frutos, como la semilla del marañón, la almendra, el pistacho; raíces, como el maní; la soya, con más del 35% de proteína, el girasol; o cereales, como el trigo y el maíz—, es posible producir la carne o la leche que desees. No mencioné otros de la larga lista.
En Cuba, le continué explicando, tuvimos una vaca que estableció récord mundial de leche, una mezcla de Holstein con Cebú. De inmediato Lula la mencionó: "¡Ubre Blanca!" exclamó. Recordaba su nombre. Le añadí que llegó a producir 110 litros diarios de leche. Era como una fábrica, pero había que darle más de 40 kilogramos de pienso, el máximo que podía masticar y tragar en 24 horas, una mezcla donde la harina de soya, una leguminosa muy difícil de producir en el suelo y clima de Cuba, es el componente fundamental. Ustedes tienen ahora las dos cosas: suministro seguro de combustible, materias primas alimenticias y alimentos elaborados.
Se proclama ya el fin de los alimentos baratos. ¿Qué harán las decenas de países con muchos cientos de millones de habitantes que no cuentan con una cosa ni otra?, le expreso. Esto significa que Estados Unidos tiene una enorme dependencia externa, pero a la vez un arma. Sería echando mano de todas sus reservas de tierra, pero el pueblo de ese país no está preparado para eso. Ellos están produciendo etanol a partir del maíz, lo cual provoca que retiren del mercado una gran cantidad de ese grano calórico, continué argumentándole.
Lula me cuenta, con relación al tema, que los productores brasileños están vendiendo ya la zafra de maíz del 2009. Brasil no es tan dependiente del maíz como México o Centroamérica. Pienso que en Estados Unidos no se sustenta la producción de combustible a partir del maíz. Eso confirma, le afirmé, una realidad con relación a la subida impetuosa e incontrolable de los precios de los alimentos, que afectará a muchos pueblos.
Tú en cambio cuentas, le dije, con un clima favorable y una tierra suelta; la nuestra suele ser arcillosa y a veces dura como el cemento. Cuando vinieron los tractores soviéticos y los de otros países socialistas se rompían, hubo que comprar aceros especiales en Europa para fabricarlos aquí. En nuestro país abundan las tierras negras o rojas de tipo arcilloso. Trabajándolas con esmero, pueden producir para el consumo familiar lo que los campesinos del Escambray denominaban "alto consumo". Ellos recibían del Estado cuotas de alimentos y consumían además sus productos. El clima ha cambiado en Cuba, Lula.
Para producciones comerciales de granos en gran escala, como requieren las necesidades de una población de casi 12 millones de personas, nuestras tierras no son aptas, y el costo en máquinas y combustibles que el país importa, con los actuales precios, sería muy alto.
Nuestra prensa publica producciones de petróleo en Matanzas, la reducción de costos y otros aspectos positivos. Pero nadie señala que su precio en divisas hay que compartirlo con los socios extranjeros que invierten en las sofisticadas máquinas y la tecnología necesarias. Por otro lado, no existe la mano de obra requerida para aplicarla intensivamente en la producción de granos, como hacen los vietnamitas y chinos cultivando mata a mata el arroz y extrayendo a veces dos y hasta tres cosechas. Corresponde a la ubicación y tradición histórica de la tierra y sus pobladores. No pasaron antes por la mecanización en gran escala de modernas cosechadoras.
En Cuba hace mucho rato que abandonaron el campo los cortadores de caña y los trabajadores de los cafetales de las montañas, como era lógico; también gran número de constructores, algunos de la misma procedencia, abandonaron luego las brigadas y se convirtieron en trabajadores por cuenta propia. El pueblo sabe lo que cuesta arreglar una vivienda. Es el material, más el elevado costo del servicio que le prestan por esa vía. El primero tiene solución, el segundo no se resuelve —como creen algunos— lanzando pesos a la calle sin su contrapartida en divisas convertibles, que ya no serán dólares sino euros o yuanes cada vez más caros, si entre todos logramos salvar la economía internacional y la paz.
Mientras tanto, veníamos y debemos continuar creando reservas de alimentos y combustible. En caso de ataque militar directo, la fuerza de trabajo manual se multiplicaría.
En el breve tiempo que estuve con Lula, dos horas y media, habría querido sintetizar en unos minutos los casi 28 años transcurridos, no desde que él visitó por primera vez Cuba, sino desde que lo conocí en Nicaragua. Ahora era el líder de un inmenso país, cuya suerte, sin embargo, depende de muchos aspectos que son comunes a todos los pueblos que habitan este planeta.
Le solicité permiso para hablar sobre nuestra conversación con libertad y a la vez con prudencia.
Cuando está delante de mí, sonriente y amistoso, y lo escucho hablar con orgullo de su país, de las cosas que está haciendo y se propone hacer, pienso en su instinto político. Yo acababa de revisar velozmente un informe de cien páginas sobre Brasil y el desarrollo de las relaciones entre nuestros dos países. Era el hombre que conocí en la capital sandinista de Managua y que tanto se vinculó con nuestra Revolución. No le hablé ni le habría hablado de algo que resultara injerencia en el proceso político de Brasil, pero él mismo entre las primeras cosas dijo: ¿Te acuerdas, Fidel, cuando hablamos del Foro de Sao Paulo, y me dijiste que era necesaria la unidad de la izquierda latinoamericana para garantizar nuestro progreso? Pues ya estamos avanzando en esa dirección.
De inmediato me habla con orgullo de lo que es Brasil hoy y sus grandes posibilidades, tomando en cuenta sus avances en ciencia, tecnología, industria mecánica, energética y otras, unidos a su enorme potencial agrícola. Por supuesto que incluye el elevado nivel de las relaciones internacionales de Brasil, que detalla con entusiasmo, y de las que está dispuesto a desarrollar con Cuba. Habla con vehemencia de la obra social del Partido de los Trabajadores, hoy apoyada por todos los Partidos de la izquierda brasileña, que están lejos de contar con una mayoría parlamentaria.
Sin dudas era una parte de las cosas analizadas hace años cuando hablamos. Ya entonces el tiempo transcurría con celeridad, pero ahora cada uno de los años se multiplica por diez, a un ritmo difícil de seguir.
Deseaba también hablarle de eso y otras muchas cosas. No se sabe cuál de los dos tenía más necesidad de transmitir ideas. Por mi parte, supuse que él se iría al día siguiente, y no esa misma noche temprano, según plan de vuelo programado antes de vernos. Eran aproximadamente las cinco de la tarde. Sobrevino una especie de competencia por el uso del tiempo. Lula, astuto y rápido, tomó desquite al reunirse con la prensa, cuando de forma picaresca y siempre sonriente, como se puede apreciar por las fotos, les dijo a los periodistas que él solo había hablado media hora y Fidel dos. Por supuesto que yo, valiéndome del derecho de antigüedad, usé más tiempo que él. Hay que descontar el de las fotos mutuas, ya que pedí una cámara prestada y me volví reportero; él hizo lo mismo.
Tengo aquí 103 páginas de cables hablando de lo que Lula dijo a la prensa, las fotos que le tomaron y la seguridad que transmitió sobre la salud de Fidel. Realmente no dejó espacio noticioso para la reflexión publicada el 16 de enero, que terminé de elaborar el día antes de su visita. Él ocupó todo el espacio, lo que es equivalente a su enorme territorio, comparado con la minúscula superficie de Cuba.
Le dije a mi interlocutor cuánto me satisfacía su decisión de visitar Cuba, aun cuando no tuviera la seguridad de reunirse conmigo. Que tan pronto lo supe, decidí sacrificar lo que fuera en materia de ejercicios, rehabilitación y recuperación de facultades, para atenderlo y conversar ampliamente con él.
En ese momento, aunque sabía ya que se iba ese mismo día, no conocía la urgencia de su partida. Evidentemente el estado de salud del vicepresidente de Brasil, conocido por sus propias declaraciones, lo urgió a partir para llegar casi al amanecer del otro día a Brasilia, en plena primavera. Otra larga jornada de ajetreo para nuestro amigo.
Un fortísimo y sostenido aguacero caía en su residencia mientras Lula esperaba las fotos y dos materiales adicionales, con notas mías. Bajo la lluvia partió esa noche hacia el aeropuerto. Si viera lo que se publicaba en la primera página del Granma: "2007, el tercero más lluvioso en más de 100 años", lo ayudaría a comprender lo que le afirmé sobre el cambio de clima. Pues bien: ya comenzó la zafra azucarera en Cuba, y el llamado período seco. El rendimiento en azúcar no pasa del nueve por ciento. ¿Cuánto costará producir azúcar para exportar a diez centavos la libra, cuando el poder adquisitivo de un centavo es casi cincuenta veces menos que cuando el triunfo de la Revolución el Primero de Enero de 1959? Reducir los costos de esos y otros productos para cumplir nuestros compromisos, satisfacer nuestro consumo, crear reservas y desarrollar otras producciones, es un gran mérito; pero ni soñar, por ello, que las soluciones de nuestros problemas son fáciles y están a la vuelta de la esquina.
Hablamos, entre otros numerosos temas, de la toma de posesión del nuevo presidente de Guatemala, Álvaro Colom. Le conté que había visto el acto sin perder detalle y los compromisos sociales del recién electo Presidente. Lula comentó que lo que hoy se puede ver en América Latina nació en 1990, cuando decidimos crear el Foro de Sao Paulo: "Tomamos una decisión aquí, en una conversación que tuvimos. Yo había perdido las elecciones y tú fuiste a mi casa a almorzar a San Bernardo."
Apenas se iniciaba mi conversación con Lula, y tengo todavía muchas cosas que contar e ideas que exponer, tal vez de alguna utilidad.
Fidel Castro Ruz
Enero 23 de 2008
Lula (Tercera Parte)
26 de enero de 2008 22:59:00 GMT
Cuando se produjo la desintegración de la Unión Soviética, que fue para nosotros como si dejara de salir el sol, la Revolución Cubana recibe un golpe demoledor. No sólo se tradujo en un cese total de los suministros de combustible, materiales y alimentos; perdimos los mercados y precios alcanzados para nuestros productos en el duro bregar de la lucha por la soberanía, la integración y los principios. El imperio y los traidores, llenos de odio, afilaban los puñales con los que pensaban pasar a cuchillo a los revolucionarios y recuperar las riquezas del país.
El Producto Interno Bruto comenzó a caer progresivamente hasta un 35 por ciento. ¿Qué país habría resistido tan terrible golpe? No defendíamos nuestras vidas; defendíamos nuestros derechos.
Muchos partidos y organizaciones de izquierda se desalentaron ante el colapso en la URSS tras su titánico esfuerzo por construir el socialismo durante más de 70 años.
Las críticas de los reaccionarios en todas las tribunas y medios de divulgación eran feroces. No sumaríamos las nuestras al coro de los apologistas del capitalismo haciendo leña del árbol caído. Ninguna estatua de los creadores o abanderados del marxismo fue demolida en Cuba. Ninguna escuela o fábrica cambió de nombre. Y decidimos seguir adelante con inconmovible firmeza. Así lo habíamos prometido en tan hipotéticas e increíbles circunstancias.
Nunca se practicó tampoco en nuestro país el culto a la personalidad, prohibido por nuestra propia iniciativa desde los primeros días del triunfo.
En la historia de los pueblos, los factores subjetivos han hecho avanzar o retroceder los desenlaces, independientemente de los méritos de los líderes.
Le hablé a Lula del Che, haciéndole una breve síntesis de su historia. Él discutía con Carlos Rafael Rodríguez sobre el sistema de autofinanciamiento o el método presupuestario, a los que no les dábamos mucha importancia, entonces ocupados en la lucha contra el bloqueo norteamericano, los planes de agresión y la crisis nuclear de octubre de 1962, un problema real de supervivencia.
El Che estudió los presupuestos de las grandes compañías yanquis, cuyos funcionarios administrativos vivían en Cuba, no sus propietarios. Extrajo una idea clara del accionar imperialista y de lo que ocurría en nuestra sociedad, que enriqueció sus concepciones marxistas y lo llevó a la conclusión de que en Cuba no se podían usar los mismos métodos para construir el socialismo. Pero no se trataba de una guerra de insultos; eran intercambios honestos de opiniones, que se publicaban en una pequeña revista sin intención alguna de crear sismos o divisiones entre nosotros.
Lo que ocurrió después en la URSS no habría sorprendido al Che. Mientras tuvo cargos importantes y ejerció funciones, fue siempre cuidadoso y respetuoso.
Su lenguaje se endureció cuando chocó con la horrible realidad humana impuesta por el imperialismo, que percibió en la antigua colonia belga del Congo.
Hombre abnegado, estudioso y profundo, murió en Bolivia junto a un puñado de combatientes cubanos y de otros países latinoamericanos, luchando por la liberación de Nuestra América. No llegó a conocer el mundo de hoy, al que se suman problemas que entonces se ignoraban.
Tú no lo conociste, le dije. Era sistemático en el trabajo voluntario, el estudio y la conducta: modesto, desinteresado, daba el ejemplo en los centros de producción y en el combate.
Pienso que en la construcción del socialismo, mientras más reciban los privilegiados, menos recibirán los más necesitados.
Le reitero a Lula que el tiempo medido en años transcurría ahora velozmente; cada uno de ellos se multiplicaba. Casi puede decirse lo mismo de cada día. Nuevas noticias se publican constantemente, relacionadas con situaciones previstas en mi encuentro del día 15 con él. Abundando en los argumentos económicos, le expliqué que cuando la Revolución triunfa en 1959, Estados Unidos pagaba al precio preferencial de 5 centavos la libra una parte importante de nuestra producción azucarera, que a lo largo de casi un siglo era enviada al mercado tradicional de ese país, que fue siempre abastecido en sus momentos críticos por un suministrador seguro muy próximo a sus costas. Cuando proclamamos la Ley de Reforma Agraria, Eisenhower decidió lo que había que hacer, y no se había llegado todavía a la nacionalización de sus centrales azucareros ―que habría sido prematura―, ni aplicado aún a sus grandes latifundios la ley agraria recién aprobada en mayo de 1959. En virtud de aquella decisión precipitada, nuestra cuota azucarera fue suprimida en diciembre de 1960, y más tarde redistribuida entre otros productores de esta y otras regiones del mundo como castigo. Nuestro país quedó bloqueado y aislado.
Lo peor fue la falta de escrúpulos y los métodos que exhibió el imperio para imponer su dominio sobre el mundo. Introdujeron virus en el país y liquidaron las mejores cañas; atacaron el café, atacaron la papa, atacaron también los porcinos. La Barbados 4362 era una de nuestras mejores variedades de caña: madurez temprana, rendimiento en azúcar que a veces llegaba a 13 o 14 por ciento; su peso por hectárea podía pasar de 200 toneladas en caña de 15 meses. Los yanquis acabaron con las mejores, utilizando plagas. Más grave aún: introdujeron el virus del dengue hemorrágico, que afectó a 344 mil personas y costó la vida de 101 niños. Si emplearon otros virus, no lo sabemos ―o no lo hicieron por temor a la vecindad con Cuba.
Cuando por estas causas no podíamos cumplir los envíos de azúcar comprometidos con la URSS, ellos nunca dejaban de enviarnos las mercancías que habíamos acordado. Recuerdo que negocié con los soviéticos cada centavo del precio del azúcar; descubrí en la práctica lo que sólo conocía en teoría: el intercambio desigual. Ellos garantizaban un precio por encima del que regía en el mercado mundial. Los acuerdos se proyectaban por cinco años; si al principio del quinquenio estabas enviando equis toneladas de azúcar para pagar las mercancías, al final del mismo el valor de sus productos al precio internacional era un 20 por ciento más alto. Fueron siempre generosos en las negociaciones: una vez el precio en el mercado mundial ascendió coyunturalmente a 19 centavos, nos aferramos a ese precio, y lo aceptaron. Esto sirvió después como base para la aplicación del principio socialista de que los más desarrollados económicamente debían apoyar a los menos desarrollados en la construcción del socialismo.
Al preguntarme Lula cuál era el poder adquisitivo de 5 centavos, le expliqué que con una tonelada de azúcar se compraban entonces 7 toneladas de petróleo; hoy, al precio del petróleo ligero de referencia, 100 dólares, se compra un solo barril. El azúcar que exportamos, a los precios actuales, solo alcanzaría para adquirir el combustible importado que se consume en 20 días. Habría que gastar alrededor de 4 mil millones de dólares al año en adquirirlo.
Estados Unidos subsidia su agricultura con decenas de miles de millones cada año. ¿Por qué no dejan entrar libremente en Estados Unidos el etanol que ustedes producen? Lo subsidian de forma brutal, con lo cual a Brasil le arrebatan ingresos por miles de millones de dólares cada año. Lo mismo hacen los países ricos, con su producción de azúcar, oleaginosas y granos para producir etanol.
Lula analiza datos de las producciones agrícolas de Brasil que son de gran interés. Me comunica que tiene un estudio realizado por la prensa brasileña que muestra que hasta el 2015 la producción mundial de soya crecerá el 2 por ciento al año; es decir, significa que se necesitará producir 189 millones de toneladas de soya más de lo que se produce hoy. La producción de soya de Brasil tendría que crecer a un ritmo del 7 por ciento anual para poder atender a las necesidades mundiales.
¿Cuál es el problema? Muchos países ya no tienen más tierras para sembrar. La India, por ejemplo, no tiene más tierra libre; China tiene muy poca tierra disponible para esto y Estados Unidos tampoco las posee para producciones adicionales de soya.
Yo le añadí a su explicación que muchos países latinoamericanos lo que tienen son millones de ciudadanos con salarios de hambre produciendo café, cacao, vegetales, frutas, materias primas y mercancías a bajo precio para surtir a la sociedad de Estados Unidos, que ya no ahorra y consume más de lo que produce.
Lula explica que pusieron en Ghana una oficina de investigación de EMBRAPA ―la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria―, y añade que en febrero van a inaugurar también una oficina en Caracas.
Treinta años atrás, Fidel, aquella región de Brasilia, Mato Grosso, Goiás, se consideraba una parte de Brasil que no tenía nada, era igual que la sabana africana; en 30 años se transformó en la región de mayor producción de granos de todo el Brasil, y pienso que África tiene una parte muy parecida a esta región de nuestro país; por ello pusimos la oficina de investigación allí en Ghana y queremos hacer una sociedad también con Angola.
Brasil, me dijo, tiene una situación privilegiada. Contamos con 850 millones de hectáreas de tierra; de estas, 360 millones es la parte del Amazonas; 400 millones de buenas tierras para la agricultura, y la caña de azúcar ocupa solamente el uno por ciento.
Brasil, le comento, es por otro lado el mayor exportador de café del mundo. A Brasil le pagan por este producto lo mismo que valía una tonelada en el año 1959: alrededor de 2,500 dólares actuales. Si en ese país cobraban entonces 10 centavos por una taza, hoy cobran 5 dólares o más por una taza olorosa de café expreso, un estilo italiano de colar. Eso es PIB en Estados Unidos.
En África no pueden hacer lo que hace Brasil.
Gran parte de África está cubierta por desiertos y áreas tropicales y subtropicales, donde es difícil producir soya y trigo. Sólo en la zona del Mediterráneo, por el norte ―donde caen algunos cientos de milímetros al año, o la que riegan con aguas del Nilo―, en las mesetas altas o en el sur, de las que se apropiaron los del Apartheid, abundan las producciones de granos.
Los peces de sus aguas frías, que bañan sobre todo su costa occidental, alimentan a países desarrollados que barren con los arrastreros los ejemplares grandes y pequeños de las especies que se alimentan con el plancton de las corrientes procedentes del Polo Sur.
África, con casi 4 veces más superficie que Brasil (30,27 millones de kilómetros cuadrados) y 4,3 veces más población que Brasil (911 millones de habitantes), está muy lejos de producir los excedentes de alimentos de Brasil, y su infraestructura está por construir.
Los virus y bacterias que afectan la papa, el cítrico, el plátano, el tomate, el ganado en general, la fiebre porcina, aviar, aftosa, la enfermedad de las vacas locas, y otras que afectan en general al ganado en el mundo, abundan en África.
Le hablé a Lula de la Batalla de Ideas que estábamos librando. Nuevas noticias llegan constantemente, que evidencian la necesidad de esa lucha constante. Los peores órganos de prensa de los enemigos ideológicos se dedican a divulgar por el mundo las opiniones de algunos gusanillos que en nuestro heroico y generoso país ni siquiera desean escuchar la palabra socialismo. El 20 de enero, cinco días después de la visita, uno de esos órganos publicó la de un jovenzuelo que gracias a la Revolución alcanzó un buen nivel de educación, salud y empleo:
“No quiero saber de ningún socialismo”, y explica la razón de su cólera: “mucha gente empeñaba hasta el alma por unos pocos dólares. Lo nuevo que va a venir para este país, sea lo que sea, que le den otro nombre,” manifiesta. Todo un lobezno disfrazado de abuelita.
El propio corresponsal que la divulga, continúa gozoso afirmando: “La propaganda oficial convocando a los cubanos a acudir a las urnas cita más veces la Revolución que el socialismo. Por lo pronto, Cuba ya no es un país burbuja, como lo fue hasta fines de la década de los 80. La mirada insular está transitando hacia una visualidad global y el país, sobre todo en la capital, está viviendo una acelerada mutación hacia la modernidad. Y uno de sus efectos es que están descosiendo las costuras del socialismo importado décadas atrás.”
Se trata de la apelación vulgar del capitalismo imperial al egoísmo individual, predicado hace casi 240 años por Adam Smith como la causa de las riquezas de las naciones; es decir, ponerlo todo en manos del mercado. Eso crearía riquezas sin límites en un mundo idílico.
Pienso en África y sus casi mil millones de habitantes, víctimas de los principios de esa economía. Las enfermedades, que vuelan a la velocidad de los aviones, se propagan al ritmo del SIDA, y otras viejas y nuevas enfermedades afectan a su población y sus cultivos, sin que ninguna de las antiguas potencias coloniales sea capaz realmente de enviarles médicos y científicos.
Sobre estos temas hablé con Lula.
Fidel Castro Ruz
Enero 26 de 2008
Reflexiones del Comandante en Jefe
Lula
(Cuarta y última parte)
No quiero abusar de la paciencia de los lectores, ni de la excepcional oportunidad que me ofreció Lula de intercambiar ideas al encontrarse conmigo. Por ello, afirmo que es la cuarta y última sobre su visita.
Cuando hablé con él sobre Venezuela, me dijo: Nosotros pensamos cooperar con el presidente Chávez. Me puse de acuerdo con él. Cada año iré dos veces a Caracas y él viajará dos veces a Brasil para no permitir divergencias entre nosotros y, si hubiera, poder resolverla en el momento. Venezuela no necesita dinero —expresa—, porque tiene muchos recursos, pero necesita tiempo e infraestructura.
Le expresé que me alegraba mucho de su posición respecto a ese país, porque estábamos agradecidos a ese pueblo hermano por los Acuerdos suscritos que nos garantizaron un suministro normal de combustible.
No puedo olvidar que, a raíz del golpe de Estado de abril de 2002, la consigna respecto a nuestro país de los que asaltaron el poder fue: "ni una gota más de petróleo para Cuba". Nos convertimos en un motivo adicional para que el imperialismo tratara de hacer estallar la economía de Venezuela, aunque de hecho era lo que se proponían hacer desde que Chávez prestó juramento de su cargo como Presidente sobre la moribunda Constitución de la IV República, que más tarde de forma legal y democrática transformó en la V República.
Cuando el precio del petróleo subió abruptamente y surgieron dificultades reales para adquirirlo, Chávez no solo mantuvo sino que elevó el suministro. Después de los Acuerdos del ALBA, que se firmaron en La Habana el 14 de diciembre de 2004, esto se mantiene en condiciones honorables y beneficiosas para ambos países. Laboran allí casi 40 mil abnegados especialistas cubanos, en su mayoría médicos, que con sus conocimientos, y particularmente con su ejemplo internacionalista, están contribuyendo a formar a los propios venezolanos que los sustituirán.
Le expliqué que Cuba sostenía relaciones de amistad con todos los países de América Latina y el Caribe, sean de izquierda o de derecha. Hace rato trazamos esa línea y no la cambiaremos; cualquier gestión en favor de la paz entre los pueblos estamos dispuestos a apoyarla. Es un terreno espinoso y difícil, pero perseveraremos en él.
Lula expresa de nuevo su respeto y cariño profundo por Cuba y sus dirigentes. Añadió, de inmediato, que sentía orgullo de lo que estaba sucediendo en América Latina, y una vez más afirmó que aquí en La Habana decidimos crear el Foro de Sao Paulo y unir a toda la izquierda de América Latina, y esa izquierda está llegando al poder en casi todos los países.
En esta ocasión, le recordé lo que nos enseñó Martí sobre las glorias de este mundo, que caben todas en un grano de maíz. Lula añadió: Les digo a todos que, en las conversaciones que tuve con usted, jamás dio consejo alguno que pudiera entrar en confrontación con la legalidad; usted siempre me pidió que no me ganara muchos enemigos al mismo tiempo. Y eso es lo que está permitiendo que las cosas marchen.
Casi de inmediato manifestó que Brasil, un país grande y con recursos, tiene que ayudar a Ecuador, a Bolivia, a Uruguay, a Paraguay.
Ahora hemos estado en América Central. Nunca un Presidente brasileño había visitado un país en esa área con proyectos de cooperación.
Le pregunto: ¿Te recuerdas, Lula, lo que te dije en la cena familiar e informal que ofreciste a nuestra delegación al día siguiente de tu toma de posesión, en enero de 2003? ¡Ninguno de los hijos de la gran mayoría de pobres que votó por ti será nunca ejecutivo de las grandes empresas estatales de Brasil; los estudios universitarios son aquí demasiado caros!
Lula explica al respecto: Estamos haciendo 214 escuelas técnicas, profesionales; estamos también haciendo 13 nuevas Universidades federales y 48 extensiones universitarias.
Le pregunto: ¿Por eso no se paga nada, verdad? Me responde rápido: Hemos creado un programa y ya colocamos a 460 mil jóvenes de la periferia, pobres, de escuelas públicas, para que puedan cursar los estudios universitarios. La derecha me acusaba de que estaba tratando de bajar el nivel de la enseñanza; dos años después, fueron investigados 14 cursos: los mejores alumnos fueron los pobres de la periferia. Estamos creando otro programa con 18 alumnos como promedio; esto va a lograr que haya 250 mil jóvenes en la enseñanza universitaria.
La relación comercial de Brasil con América Latina es mayor que con Estados Unidos, me manifestó. Continué explicándole que si íbamos a establecer relaciones estrechas entre ambos países, no solo como amigos sino también como socios en áreas importantes, necesitaba conocer el pensamiento de los líderes de Brasil, puesto que en áreas estratégicas íbamos a estar asociados, y nosotros teníamos por norma cumplir nuestros compromisos económicos.
Hablamos de otros importantes problemas, los puntos en los que coincidíamos y en los que no, con el mayor tacto posible.
Le hablé de diversas regiones, incluyendo el Caribe, y de las formas de cooperación que habíamos desarrollado con ellos.
Lula me expresó que Brasil debía tener una política más activa para cooperar con los países más pobres. Tiene nuevas responsabilidades, es el país más rico de toda la región.
Le hablé, como es lógico, del cambio climático y la poca atención que le prestan al tema gran número de dirigentes de los países industrializados del mundo.
Cuando hablé con él la tarde del 15 de enero, no pude mencionarle el artículo que se publicó solo tres días después, escrito por Stephen Leahy desde Toronto. Este nos transmite noticias del nuevo libro titulado Movilizarse para salvar la civilización, de Lester Brown.
"La crisis es extremadamente seria y urgente y requiere un esfuerzo de movilización de las naciones similar al realizado durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)" —argumenta el autor, Lester Brown, Presidente del Centro de Estudios Instituto para Políticas de la Tierra, con sede en Washington.
"El cambio climático ocurre mucho más rápido de lo previsto por los científicos, y el planeta sufrirá inevitablemente un incremento de la temperatura de por lo menos dos grados", dijo Brown a IPS, "que nos colocará decididamente en la zona de peligro".
"Ninguno de los precandidatos presidenciales para las elecciones en Estados Unidos" —que se realizarán el primer martes de noviembre— "plantea la urgencia del problema del cambio climático".
"Las emisiones de gases invernadero, parcialmente responsables del recalentamiento global, deben reducirse en 80 por ciento para 2020."
Se trata de una meta mucho más ambiciosa que la planteada por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), que recibió en 2007 el premio Nobel de la Paz junto con el ex vicepresidente estadounidense Al Gore, quien recomendó un recorte de entre 25 y 40 por ciento respecto de los niveles de emisión de 1990, nos informa el cable.
Brown estima que los datos utilizados por el IPCC están desactualizados, ya que serían de hace dos años. Estudios más recientes indican que el cambio climático se está acelerando, dijo.
Aunque confía en que el IPCC modificará esa recomendación en su próximo informe, señaló que recién se difundirá en cinco o seis años. "Demasiado tarde, tenemos que actuar ya", aseguró Brown.
El Plan B 3.0 de Brown recomienda medidas para llegar a 80 por ciento de reducción en las emisiones, que se basan fuertemente en el uso eficiente de la energía, las fuentes renovables y la expansión del "escudo" de árboles del planeta.
"La energía eólica puede cubrir 40 por ciento de la demanda mundial con la instalación de 1,5 millones de nuevas turbinas de viento de dos megavatios. Aunque el número parece elevado, se producen cada año 65 millones de automóviles en el mundo. Un alumbrado más eficiente puede reducir el uso mundial de electricidad en 12 por ciento.
"En Estados Unidos, los edificios comerciales y residenciales son responsables por 40 por ciento de las emisiones de carbono. El siguiente paso debe apuntar a generar electricidad de forma no contaminante para la calefacción, refrigerar y alumbrar las viviendas.
"El empleo de biocombustibles que se producen empleando granos como el maíz y la soja, empuja al alza los precios de estos alimentos y puede provocar una escasez de comida desastrosa para los pobres del mundo.
"La adición anual de 70 millones de personas a la población mundial se concentra en naciones donde las reservas de agua se están agotando y los pozos se secan, las áreas boscosas se reducen, los suelos se degradan y los campos de pastura se vuelven desiertos.
"Año tras año aumenta el número de ‘Estados inviables’, que constituyen un ‘alerta temprana de la caída de una civilización’", comentó Brown.
"El aumento en el precio del petróleo debe añadirse a la lista de problemas. Los países ricos tendrán todo el que necesiten, mientras que los pobres deberán reducir su consumo.
"El crecimiento poblacional y la pobreza demandan una atención especial del mundo desarrollado.
"El tiempo es nuestro recurso más escaso", concluyó el prestigioso científico.
No se puede expresar con más claridad un peligro que se cierne sobre la humanidad.
Pero no es la única noticia que se publicó después de mi reunión con Lula. Hace apenas dos días, anatematizando y haciendo trizas el discurso de Bush al Congreso, The New York Times, en su editorial, expresó esta idea en una línea: "Al mundo civilizado lo esperan peligros horripilantes".
China, un país cuya superficie es 87 veces mayor que nuestra isla y en el que viven 117 veces más habitantes que en Cuba, acaba de ser azotada por una inhabitual ola de frío que golpeó a Shanghai, el área más desarrollada, y al resto de la zona meridional y central de ese gran país. Las autoridades informan sobre la emergencia que los cables internacionales de Occidente —AFP, AP, EFE, DPA, ANSA y otros— transmiten: "Las fuertes nevadas han obligado a cerrar centrales térmicas y reducir a la mitad las reservas del carbón, la principal fuente de energía del país, lo que ha creado una grave crisis energética".
"¼ en la zona más afectada, un siete por ciento de la energía total, han detenido sus operaciones, destacó la Comisión de Energía.
"¼ 90 centrales, que producen un 10 por ciento adicional de la electricidad de origen térmico, podrían cerrar en los próximos días si no mejora la situación¼
"Las reservas de carbón han quedado reducidas a menos de la mitad, advierten las autoridades¼
"El principal problema es el transporte. Más de la mitad de los trenes se dedican a transportar carbón, por lo que la parálisis de la red ha ocasionado muchos problemas, destacó Wang Zheming, experto de la Comisión Estatal de Seguridad.
"Wang recordó que el transporte de carbón se enfrenta estos días a la competencia de los pasajeros, pues debido a las fiestas hay un éxodo ferroviario de casi 180 millones de personas en apenas un mes.
"Es difícil para China usar otra fuente de energía. Lo ideal sería el gas natural, pero los depósitos no son todavía suficientes, comentó el experto."
También debe tenerse en cuenta que la cuenca del Yangtzé y otras zonas del centro y sur del país sufrieron en los últimos meses la peor sequía en medio siglo, lo que afectó la producción hidroeléctrica.
"La nieve seguirá cayendo con fuerza durante los próximos tres días", según la Asociación China de Meteorología.
"Todo el país se ha movilizado para resolver la emergencia. En la ciudad de Nanjing, 250 mil personas fueron destinadas a la limpieza de la nieve de las calles."
Dichos cables hablan de "460 mil soldados del Ejército Popular de Liberación, desplegados en las provincias chinas para ayudar a millones de personas a la intemperie afectadas por el peor frío de los últimos tiempos, y un millón de agentes de autoridad para ayudar a restablecer el tránsito y los servicios.
"El Ministerio de Sanidad envió 15 000 médicos para asistir a los damnificados.
"El primer ministro Wen Jiabao se dirigió en la ciudad de Cantón a una multitud de viajeros cuyos trenes se vieron paralizados.
"Se calculan más de 80 millones de afectados. Los daños ocasionados a la agricultura y la producción de alimentos se analizan."
La BBC Mundo expresa: "El gobierno de China informó que una severa sequía provocó que el nivel de agua en una parte del río más grande del país, el Yangtzé, cayera a su nivel más bajo desde que se iniciaran sus registros hace 142 años.
"En la ciudad portuaria de Hankou, en el centro del país, los niveles de agua disminuyeron a 13,98 m a principios de enero, lo cual no se había registrado desde 1866, indicó citando medios locales."
En Viet Nam la ola fría se acercaba a su territorio con temperaturas inusualmente bajas.
Tales noticias dan idea de lo que puede significar el cambio climático que tanto preocupa a los científicos. En ambos ejemplos que he citado se trata de países revolucionarios, perfectamente organizados, con gran fuerza económica y humana, donde todos los recursos se ponen de inmediato al servicio del pueblo. No se trata de masas hambrientas abandonadas a su suerte.
Por otro lado, un cable de la agencia Reuters, del 29 de enero, informa que "‘Francia prevé modificar su política de consumo de biocombustibles, debido a las dudas respecto al impacto de los llamados ‘combustibles verdes’ sobre el medio ambiente’, informó el martes la Secretaria de Estado para el medio ambiente.
"Francia se ha convertido en uno de los mayores productores de biocombustibles de Europa, luego que estableció una política ambigua que anticipa en dos años el objetivo de la Unión Europea de mezclar biocombustibles con combustibles estándar.
"Para alcanzar sus objetivos de mezcla de combustibles¼ Francia estableció un sistema de cuotas que se benefician de los reducidos aranceles, a fin de hacerlos competitivos respecto a los combustibles estándar.
"La política alentó a muchas compañías a invertir en el sector, construyendo plantas de etanol y biodiésel a lo largo del país."
Todo lo que acabo de exponer, que aunque previsto conceptualmente constituye una suma de elementos nuevos recién acaecidos, en tales circunstancias demandarán seguramente de Brasil, no afectado afortunadamente en este instante por grandes calamidades climáticas, pasos importantes en su política comercial y de inversión. En lo inmediato, su peso internacional se eleva.
Es evidente que un número de factores complican la situación del planeta. Se pueden enumerar varios:
1.Crecimiento del consumo de petróleo, un producto no renovable y contaminante, por derroche de las sociedades de consumo.
2.Escasez de alimentos por variadas causas, entre ellas el crecimiento exponencial de la población humana y de los animales que convierten los granos directamente en proteínas de creciente demanda.
3.Sobreexplotación de los mares y contaminación de sus especies por desechos químicos de la industria incompatibles con la vida.
4.La idea macabra de convertir los alimentos en combustibles para el ocio y el lujo.
5.Incapacidad del sistema económico dominante para el uso racional y eficiente de la ciencia y la técnica en la lucha contra plagas y enfermedades que agreden a la vida humana, los animales y los cultivos que la sostienen. La biotecnología transforma los genes y las transnacionales producen y emplean sus productos, maximizando las ganancias a través de la publicidad, sin seguridad para los que los consumen ni acceso para los que más los necesitan. Entre esos productos, las novísimas moléculas nanotecnológicas —el término es relativamente nuevo— que se abren paso desordenadamente por las mismas vías.
6.La necesidad de planes racionales de crecimiento familiar y de la sociedad en su conjunto ajenos a pretensiones hegemónicas y de poder.
7.La ausencia casi general de educación en temas que son decisivos para la vida, incluso en las naciones con niveles de escolaridad más altos.
8.Los riesgos reales que se derivan de las armas de exterminio masivo en manos de irresponsables, lo que el ya citado The New York Times, uno de los órganos más influyentes de Estados Unidos, calificó de peligros horripilantes.
¿Hay remedios para estos peligros? Sí: conocerlos y asumirlos. ¿Cómo? Serían respuestas puramente teóricas. Háganselas por sí mismos los propios lectores, especialmente los y las más jóvenes, como suele decirse últimamente para no parecer discriminador de las mujeres. No esperen a ser primero Jefes de Estado.
¿Tenía o no temas que conversar con Lula? Era imposible contarle todo. Por esta vía es más fácil comentarle las noticias que llegaron después.
Le recordé que trataba de recuperarme de dos accidentes: el de Villa Clara y la enfermedad que sobrevino después de mi último viaje a la Argentina.
Casi al final me dijo: "Está invitado para ir a Brasil este año". Gracias, le respondí, por lo menos con el pensamiento estaré allí.
Por último me dijo: Les contaré, a los compañeros y amigos que usted tiene en Brasil, que está muy bien.
Caminamos juntos hasta la salida. Valió realmente la pena el encuentro.
Fidel Castro Ruz
Enero 31 de 2008
Hora: 6:32 p.m.
Fuente: Granma Internacional, 24 de Enero de 2008.
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