Al exigir un cese inmediato del apoyo sirio a las organizaciones de la Resistencia palestina y la salida de las tropas sirias del Líbano, Estados Unidos adoptó, en diciembre de 2003, la Syria Accountability and Lebanese Sovereignty Restoration Act, impuso sanciones económicas e instauró un aislamiento diplomático (containement) a Damasco y a sus aliados libaneses. Esta política, que ya no tenía razón de ser luego de la retirada militar del Líbano y la llegada de Hamas al poder en la Palestina ocupada, se vio impugnada por el Iraq Study Group (la llamada «Comisión Baker-Hamilton»), en diciembre de 2006.

El grupo estimaba que para estabilizar Irak y hacer posible la retirada parcial de las tropas estadounidenses se hacía necesario cierto grado de cooperación con los Estados vecinos, entre los que se encuentra Siria. Aunque el informe del grupo provocó gran conmoción en Washington, su publicación no tuvo otra consecuencia que el nombramiento de uno de sus redactores, Robert Gates, como secretario de Defensa, sustituyendo en ese puesto a Donald
Rumsfeld.

Es precisamente la táctica de containement hacia Siria y sus aliados lo que obstaculiza actualmente la elección del presidente de la República del Líbano, prevista en principio para el 24 de noviembre: Washington se opone a todo candidato «prosirio» y trata en vano de imponer la elección de una personalidad afín a sus propios intereses.

La continuación de la actual política y de la parálisis que esta implica para el Líbano podría desembocar en el surgimiento de dos gobiernos paralelos en Beirut, lo cual sería perjudicial para los intereses estadounidenses y llevaría al Líbano a una nueva guerra civil. ¿Habría entonces que poner fin al containement y permitir que un amigo de Damasco se instale en la presidencia libanesa? Era esa la pregunta a la que tenían que dar respuesta los expertos citados para el 8 de noviembre de 2007 por la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos.

El republicano Richard Lugar, copresidente de la Comisión, prefirió hacer la introducción del debate mientras que dejaba la organización del mismo en manos del demócrata John Kerry. El demócrata Gary Ackerman, presidente de la subcomisión sobre el Medio Oriente, puso especial énfasis en definir el marco del debate, en su calidad de presidente de la Asamblea Internacional de Parlamentarios Judíos (International Council of Jewish Parliamentarians - ICJP). David Welch representante de Condoleezza Rice, expuso el punto de vista del Departamento de Estado. Robert Mailley, del International Crisis Group presentó los argumentos a favor del diálogo mientras que Emile El-Hokayem, del Henry L. Stimson Center defendió la continuación del containment. Seguidamente, una síntesis del debate.

La posición del lobby proisraelí

Desde el punto de vista sionista, la revolución de color que sacudió el Líbano luego del asesinato de Rafik Hariri abrió un proceso de normalización de los Estados árabes de la región. Dejar ahora la presidencia del Líbano en manos de la actual oposición tendría un efecto contrario que pondría fin a dicha evolución. Por consiguiente, según el ahora famoso sofisma neoconservador, hay que «imponer un demócrata» a la cabeza del Líbano, aunque sea una lástima que solamente hayan encontrado personalidades «violentas, corruptas y versátiles» para desempeñar ese papel.
Es por eso que no sólo se hace necesario abandonar el containement sino agregar además iniciativas ofensivas a través de los países árabes.

 1. El presidente Bush tendría que declarar solemnemente que no tolerará la menor injerencia siria o iraní en el Líbano, que los asesinatos políticos que tengan lugar en ese país serán considerados agresiones extranjeras (y justificarán por tanto una respuesta militar); y que el tribunal internacional que investiga el asesinato de Rafik Hariri proseguirá la instrucción.

 2. Se impondrían sanciones económicas adicionales contra el presidente Bachar el-Assad, su familia y los que le rodean.

 3. El Departamento de Estado debería transformar los contactos informales que estableció en Estambul sobre la cuestión libanesa con Francia, Egipto, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Jordania y la Liga Árabe en un grupo constituido encargado de garantizar la soberanía del Líbano, conforme a la doctrina Cheney de realineamiento árabe alrededor de un eje sunnita dirigido contra Irán, Siria y el Hezbollah libanés. Este grupo estaría bajo la presidencia de un emisario especial, que pudiera ser David Welch, muy implicado ya en el apoyo al gobierno de Siniora en el Líbano y al presidente Abbas en los territorios palestinos.

 4. El Congreso tendría que aprobar los fondos necesarios para garantizar el financiamiento de dicho grupo internacional.

La posición del Departamento de Estado

Según el Departamento de Estado no hay discusión en cuanto a la cuestión de proseguir o no el containment ya que, en aplicación de las recomendaciones de la Comisión Baker-Hamilton, se han establecido contactos con Damasco sobre los temas humanitarios. La administración no ignora que Siria ha acogido 1,4 millones de refugiados iraquíes, proporcionándoles además acceso gratuito a sus propios servicios de salud y de enseñanza. Un asistente de Condoleezza Rice fue enviado para evaluar las necesidades sobre el terreno y concedió 11,7 millones de dólares a diversas organizaciones humanitarias presentes en Siria. También recibirá próximamente 4 000 refugiados en territorio estadounidense.

Pero este diálogo no va más allá ya que el Departamento de Estado se mantiene del lado del pueblo sirio contra el régimen que sigue violando los derechos humanos. Un opositor, Kemal Lebwani, fue condenado a 12 años de reclusión mientras que al ex diputado Riad Seif se le negó la autorización de viajar al extranjero para recibir tratamiento contra el cáncer. El presidente Bachar el-Assad dice haber ganado en mayo un plebiscito, con un 98% de los votos válidos y un 96% de votantes, pero la realidad es que la participación no llegó al 50%.

Estados Unidos mantiene tres importantes litigios con Siria:
 la permeabilidad de la frontera sirio-iraquí permite la entrada de yihadistas que luchan contra los soldados estadounidenses. Durante la cumbre de Charm-el-Cheik, en mayo de 2007, Condoleezza Rice demandó que Siria estableciera visas para los extranjeros árabes que transitan por su territorio, para poder vigilarlos, lo cual no se ha hecho.
 la injerencia siria en el Líbano no ha cesado nunca. Los incidentes más recientes han sido la renuncia de seis ministros, con el objetivo de provocar la caída del gobierno de Siniora, y la negativa de Nabih Berri a convocar el parlamento para ratificar el tratado que establece el tribunal internacional, por no mencionar los asesinatos políticos.
 el asilo concedido a las organizaciones palestinas (Hamas, Yihad Islámica y FPLP-CG).

Es por ello que Estados Unidos mantiene la presión sobre Siria, específicamente mediante la prohibición de todo enlace aéreo directo y del comercio –fuera de los intercambios vinculados a la alimentación y la salud. A esto se agrega el decreto presidencial 13338 (del 11 de mayo de 2004) que congela los bienes sirios, y el decreto presidencial 13441 (del 1º de agosto de 2007) que congela los bienes de las personas y organizaciones que apoyan la injerencia siria en el Líbano.

Los argumentos estadounidenses a favor del «containement» contra Siria y sus aliados

Primero que todo, los partidarios del aislamiento de Siria aseguran que no hay alternativa. Según ellos el containement no es solamente producto de la voluntad de Washington, ya que también lo aplican la Unión Europea y Arabia Saudita, sino una consecuencia de la actitud de Siria que, debido a su maximalismo antiisraelí, se aisla a sí misma.

Por otro lado, ¿de qué serviría restablecer relaciones con Siria si esta no está en condiciones de aportar algún tipo de ayuda en Irak y no abandonará nunca a las organizaciones palestinas y libanesas a las que presta protección porque no tiene autonomía y responde a las órdenes de Teherán?

Lo más importante: conversar con Damasco pondría en tela de juicio todo el dispositivo estadounidense en el Medio Oriente, sobre todo las resoluciones de la ONU que exigen el desarme de Hezbollah y que establecen el tribunal internacional sobre el caso Hariri.

En definitiva, la suspensión del containement tendría que estar en dependencia de compromisos como la delimitación de las fronteras sirio-libaneses, el intercambio de embajadores entre ambos países, etc. O sea, se exige el reconocimiento de la división que las potencias coloniales decretaron en 1916 con vistas a la creación del hogar nacional judío, predecesor del Estado de Israel.

Los argumentos estadounidenses a favor del diálogo con Siria y sus aliados

Como demostró la Comisión Baker-Hamilton, Siria teme la división de Irak, que provocaría en su propio territorio el surgimiento de demandas separatistas por parte de los kurdos. Siria no pide otra cosa que contribuir a la estabilización de Irak recurriendo a sus lazos históricos con los antiguos miembros del partido Baas y con las tribus de las regiones fronterizas, pero se niega a hacerlo si se presenta esa contribución como una aprobación de la invasión anglosajona. El hecho que Damasco se esté manteniendo al margen de los conflictos internos iraquíes confirma esa realidad.

Resulta ridículo presentar a Siria como vasallo de Irán. Si bien Teherán ha sido el único aliado inconmovible de Damasco desde hace 25 años, las relaciones entre ambos países no son eternas. En vez de llevarlos a unirse, sería mejor maniobrar para separarlos. Es poco probable que las diferencias confesionales entre chiítas y sunnitas puedan ser utilizadas para crear división entre Irán y Siria, pero la alianza entre ambos países no sobreviviría a un acuerdo de paz israelí-sirio.

Lograr que un tribunal internacional condene a Siria en el caso Hariri sería contraproducente. El régimen se volvería seguramente contra un chivo expiatorio, lo juzgaría por alta traición y se fortalecería en vez verse criticado. Sería preferible tratar de obtener su cooperación para llevarlo a depurarse.

Pensar que Siria desea enviar de nuevo sus tropas al Líbano es un error. Luego de su retirada, Siria hizo un balance de sus 15 años de presencia en ese país y llegó a la conclusión de que esta enriqueció a unos cuantos generales, resultó costosa para la nación y perjudicó su imagen. Exigir la delimitación de las fronteras y un intercambio de embajadores equivale a ignorar que la visión sirio-libanesa correspondiente al principio «un pueblo, dos Estados» es históricamente legítima y que se mantiene viva. Más vale darle tiempo al tiempo.

Finalmente, es un error creer que el régimen se mantiene gracias a la ocupación israelí en el Golan y que, por consiguiente, no desea sinceramente recuperar ese territorio. Bachar el-Assad ha hecho lo posible por sacar a Siria de la dictadura que él heredó para convertirla en un país abierto y moderno. Si lograra resolver la cuestión del Golan, ello le valdría una nueva legitimidad para poder proseguir su acción.

¿Y la conclusión?

Al cabo de este debate, resulta claro que prevalecen los argumentos a favor de la reanudación del diálogo. Pero, la Comisión Baker-Hamilton ya había llegado antes a esa misma conclusión sin que ello tuviera consecuencias. Nada indica que el cambio de política que era imposible hace un año sea posible actualmente.

Contrariamente a lo que se afirma en la presentación de los hechos que hiciera el Departamento de Estado, no existe ningún litigio serio entre Washington y Damasco:
 Siria no está alimentando la insurrección en Irak sino que, por el contrario, siente inquietud ante un conflicto que está provocando un flujo de refugiados hacia su propio territorio.
 Siria no pretende reinstalarse militarmente en el Líbano y no está manejando al Hezbollah. Este último es un ejército popular, lo que quedó demostrado con su victoria del verano de 2006.
 El hecho que Siria dé asilo a las organizaciones palestinas carece actualmente de importancia, sobre todo teniendo en cuenta que Hamas dispone ya de su propio santuario en Gaza.

El verdadero problema es el Golan, territorio que Israel ocupa desde 1967 y cuya anexión proclamó ilegalmente en 1981. Tel Aviv estima que el tiempo está a favor suyo porque Siria no tiene posibilidades de recuperar su territorio por la vía militar. En ese sentido, el containement no tiene otro objetivo que evitar que esta cuestión se plantee nuevamente en la escena internacional.

El problema diplomático no reside por consiguiente en Siria sino en la contradicción que enfrenta Washington entre los evidentes intereses de Estados Unidos y el sueño de predominio promovido por el lobby sionista y al que los neoconservadores aportan un soporte teórico, contradicción que no se resolverá de aquí al 24 de noviembre.

En esas condiciones, la espera se hace más urgente que nunca y es posible que la cuestión libanesa pase a manos de un contratista, que pudiera ser la diplomacia francesa, capaz de aplicar la flexibilidad que Estados Unidos no tiene.