Por cada blanco que los mira con el látigo hay 10 negros que le trabajan. Los negros descargan los barcos, barren la casa de los patrones, llevan la caña al trapiche, producen el azúcar, todo el chocolate que toma Francia, el café y 6 millones de libras de algodón. El negro es una riqueza, otro animal. Los barcos traen negros y se llevan el cacao que producen los esclavos. En las calles del París de las Antillas se los azota públicamente. Si a una mujer esclava se le quema la comida, su destino serán las brasas. En los campos, por pequeñas faltas, se entierra vivo a los negros dejándoles fuera la cabeza y echándoles miel para que las hormigas terminen el trabajo”, contaba Alberto Morlachetti, a propósito de los doscientos años de la independencia haitiana, la primera independencia americana.

Por eso la condena permanente contra el pueblo haitiano.

Dos siglos después, en aquella tierra que fue rebelde por primera vez contra los usurpadores de casi todo y todos, ya no hay comida para miles de haitianos.

Las informaciones que vienen del corazón de la América mestiza dicen que “cada vez más excluidos por el encarecimiento de los alimentos y desesperados por el hambre cocinan barro con aceite y sal. La miseria ataca a países caribeños, la falta de comida se debe a la producción de biocombustibles”, sostienen los grandes medios de comunicación.

Comen tierra porque no les dejaron nada para comer.

Castigo centenario por haber sido los primeros que encendieron la llama de la libertad en el continente varias veces saqueado.

El informe sostiene que “la mayor demanda de biocombustibles significa que se dedican menos terrenos a los cultivos alimenticios, lo que a su vez provoca una disminución de suministros y mayores precios”.

Mientras tanto, la Organización de Alimentos y Agricultura de las Naciones Unidas lanzó “un plan para combatir los aumentos de precios de los comestibles que incluye la distribución de vales a los agricultores para comprar semillas y fertilizantes en países pobres. En el Caribe, los precios de los alimentos subieron un 40 por ciento en algunas islas. En Haití, la escasez amenaza la frágil estabilidad del país, y las galletitas de barro son una de las poquísimas opciones que tienen los pobres para no morirse”, apunta el estudio reproducido por algunas cadenas informativas.

En algunos mercados de la ciudad capital, Puerto Príncipe, “dos tazas de arroz se venden a sesenta centavos de dólar, diez centavos más que en diciembre y cincuenta por ciento más que hace un año. Porotos, leche condensada y fruta subieron a una tasa similar, e incluso el precio de la arcilla comestible aumentó en casi un dólar y medio. El barro para cocinar cien galletitas cuesta cinco dólares”.

Desde las Naciones Unidas advierten que “la tierra contiene parásitos letales o toxinas industriales, pero también puede suministrar calcio a las mujeres embarazadas. Depender de las galletitas para sobrevivir conlleva el riesgo de desnutrición”, aseguran los estudiosos de la organización.

Decía el poeta militante Morlachetti que “en 1802 Napoleón manda al general Leclerc con 86 barcos y treinta mil hombres para retomar la isla y callar al negro. Las tropas francesas serían derrotadas por primera vez. Pero logran apresar a Toussaint de Louverture que moriría un año después en Francia. Los carceleros afilaron las torturas y pusieron esmeros para que en menos de un año muriese el hombre al que no pudieron vencer ni Inglaterra, ni España, ni Francia, ni Napoleón. Jean Jacques Dessalines toma el lugar de Toussaint de Louverture y en 1803 vence a una nueva expedición francesa comandada por Rochameau. Los franceses derrotados pierden 60 mil hombres. Desde el principio de su lucha, los haitianos, han perdido 150 mil vidas. El tributo de los negros a la libertad, esa canción que enamora y hace cantar a los pueblos. Luego de la muerte de Dessalines en 1806 el país se divide en dos regiones, en el sur Alexander Petión establece una república democrática de verdad, si se tiene en cuenta que los Estados Unidos y Francia mantenían la esclavitud y el colonialismo. Petión reparte las tierras entre los antiguos esclavos y durante más de una década hasta su muerte en 1818 gobernará con el consenso de su pueblo y en un clima de paz. Esa democracia y su líder ejercerán decisiva influencia en las luchas y en las ideas de Simón Bolívar”, terminaba su crónica.

En ella anida el por qué tanto desprecio contra el pueblo hatiano, la razón de las galletitas de barro (ANC-UTPBA).

Nota publicada por la Agencia Pelota de Trapo (http://www.pelotadetrapo.org.ar/)