Ciertamente, para el pueblo cubano el gesto del máximo líder resulta valiente, ético, responsable y muy acorde con los principios de honestidad y modestia que le han hecho merecer el reconocimiento y el respeto del que goza y gozará dentro y fuera de su Patria.

Desde luego, es un paso serio en la historia nacional. Pero lo trascendente es que, contrariamente a lo acariciado por quienes abogan por un país de vuelta a la tutela imperial, la institucionalidad revolucionaria en Cuba, aún perfectible en muchos sentidos, permite afirmar que el peso decisivo de la voluntad mayoritaria de las masas y la continuidad del socialismo no están amenazadas ni mucho menos.

Y es que sin disminuir la innegable influencia de Fidel Castro como líder revolucionario nacional durante casi cinco decenios, el país ha creado las estructuras y forjado el material humano necesarios para perseverar, perfeccionar y desarrollar una obra política, económica y social bien ajena a los cánones dependientes, exclusivistas y egoístas diseñados por el imperio para aquellos a quienes estima sus servidores globales.

Por eso las agencias y otros medios de prensa radicados en La Habana no pudieron hablar este 19 de febrero de caos, desorden, confusión y desestabilización en la Isla luego de conocerse el mensaje de Fidel al pueblo cubano donde hace dejación de su alto cargo estatal y explica las razones personales que lo impulsan a ello.

De todas formas, lo sabe la nación cubana, la Revolución seguirá contando con la sabiduría y la experiencia de su principal figura, a lo cual se suma la inteligencia colectiva de un pueblo que eleva constantemente su cultura, sus conocimientos y su instrucción.

¿Que Cuba requiere cambios? Desde luego. Las obras humanas siempre son perfectibles y han de marchar al compás de las exigencias que les imponen las nuevas realidades. Pero nadie se equivoque. Mejorar, rectificar y avanzar nunca implicará morder el anzuelo insidioso del enemigo mortal ni de aquellos que han tomado el camino de aliarse al cancerbero mayor para intentar repartirse los despojos de la presunta víctima.

Por encima de todo están las ideas, los principios justos, el patriotismo y la dignidad como valores que superan lo efímero de la existencia humana, y Fidel lo sabe y lo ha inculcado constantemente al pueblo a cuyo frente ha estado en un período histórico difícil, riesgoso, duro, pero a la vez ejemplar.

De manera que si existen ciertas histerias, traumas, preocupaciones, alteraciones y equívocos, bien hacen en revisarse aquellos que hablan permanentemente de Cuba sin nunca llegar a entenderla.

Agencia Cubana de Noticias