Todos los medios de difusión del planeta dedican artículos, comentarios, crónicas y remembranzas a Fidel y a su obra.

Cientos de encuestados tienen opinión. Unos se refieren a la “renuncia” de cargos. Otros califican, critican o elogian, según pareceres condicionados por la ideología que profesan e intereses económicos que los animan, o entristecen...

El hecho sustantivo es que Fidel Castro sigue siendo noticia en todos los idiomas.

Llama la atención el nerviosismo que se aprecia en cierta prensa de Miami, proclive a tergiversar y entrenada en difundir falsedades, barnizándolas con medias verdades, en esa ciudad estadounidense, refugio histórico de la mafia anticubana, guarecida hoy bajo la sombrilla del clan Bush y de otros fundamentalistas de extrema derecha.

“No aspiraré ni aceptaré el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe”, afirmó en su Mensaje difundido el martes 19 de febrero, e inmediatamente se armó el revuelo entre los especuladores y oráculos desprestigiados por sus tan recurrentes como fallidos vaticinios.

Este es año de show politiquero en Estados Unidos, y los anticubanos aspirantes a conservar sus escaños en el Congreso de ese país se apresuraron a correr al restaurante Versalles, y otros sitios de reunión del hampa sediciosa, para reiterar clásicas diatribas y recordar que necesitan los votos más que nunca para sostenerse frente a atrevidos retadores de sus currículos políticos.

Por estos días de febrero, pero de 1959, Fidel Castro expresaba durante una comparecencia televisada —concluyó en horas de la madrugada— en la que se refirió a su designación como Primer Ministro: ’’En definitiva, el valor de los hombres de la Revolución depende de la obra que realicen, no podemos mirar atrás ni al presente, sino al futuro’’.

En 49 años transcurridos desde esa cita, la obra del Líder de la Revolución ha sido ampliamente conocida y ha sentado las bases para el devenir exitoso de su Patria.

“Mi deseo fue siempre cumplir el deber hasta el último aliento”, —afirma Fidel en su Mensaje del martes. “Pienso como Niemeyer que hay que ser consecuente hasta el final” –precisa, y añade: “No me despido de ustedes. Deseo solo combatir como un soldado de las ideas”.

Absolutamente nadie puede negar que esa consagración histórica se haya cumplido y continúa.

Con mezcla de asombro y expectación, otros medios de prensa del mundo destacan que, mientras algunos voceros internacionales alzan una ola especulativa sobre el futuro de la Isla, en ciudades y pueblos de la ínsula cubana, subsiste una notable tranquilidad, la vida continúa como todos los días.

No debieran asombrarse, sino comprender que la reacción de los nacionales al anuncio de su Líder histórico es evidente prueba de civilidad y madurez política de un pueblo que sabe de donde viene y hacia donde va.

Y entre todas las declaraciones formuladas en ese contexto por los presidentes de diferentes naciones, destaca la del mandatario venezolano Hugo Chávez, quien, al ser preguntado por la “renuncia” de Fidel Castro, dijo a la prensa estadounidense:

"¡¿Cuál renuncia?! Fidel no ha renunciado. He visto titulares de que renunció Fidel. Fidel no ha renunciado a nada, hombres como él nunca se retiran’’.

Agencia Cubana de Noticias