El 20 de junio de 2007, el general John Abizaid realizó una larga intervención en el marco de la primera conferencia sobre la transformación del arte de la guerra (Transformation Warfare 07). Su intervención ayudó a esclarecer las razones que provocaron su reemplazo, por el almirante William Fallon, como jefe del Central Command, responsable de las operaciones militares en Afganistán e Irak. Los que veían en Abizaid un partidario de la retirada de Irak recibieron una ducha fría.

El presidente George W. Bush apostó por la estrategia de la escalada (surge) empeorando así el caos en Irak y, por consiguiente, reforzando la presión sobre las autoridades locales para obligarlas a aceptar las condiciones políticas que les impone Washington (esencialmente la ley sobre los hidrocarburos). Al hacerlo también abría el camino a una desestabilización general de la región y al «rediseño del Gran Medio Oriente».

Pero el general Abizaid era partidario de una política tendiente a estabilizar Irak y de un apoyo firme a los «regímenes moderados de la región». El problema es que el ex jefe del Central Command está convencido de la existencia real de un peligro islámico que busca la destrucción de Estados Unidos, amenaza que sirve de basamento a los discursos de George W. Bush, aunque el propio presidente no cree en ella.

Intoxicado por la propaganda de su propio gobierno, el general Abizaid describió el «benladenismo» como «una forma extrema del sunnismo» comparable con el nazismo y cuyo objetivo sería la obtención de armas de destrucción masiva y «destruir América». Afirmó que hay que «neutralizar» a sus partidarios antes de que logren imponer su ley a todo el Medio Oriente y lleguen a provocar una nueva guerra mundial.
Por otro lado, Abizaid subrayó la necesidad de una completa reorganización de las fuerzas armadas de Estados Unidos en aras de que estas sean capaces de enfrentar una situación que nunca tuvieron que encarar en el pasado. Aunque lo hizo de forma involuntaria, el general Abizaid admitió así que el ejército más grande del mundo ha resultado inadecuado a la hora de imponer un orden colonial en un país tan grande como Irak.

(Imagen: A la izquierda, el general Abizaid en posición de atención ante el ministro iraquí de Defensa, Abdul Kader)