Luego la misma autora, planteó esta definición sobre economía de mercado y globalización: “(...) ¡Qué importa el totalitarismo de una ideología única que, disimulada detrás de la ‘globalización’, no deja lugar para un contrapoder! (...) Esta dictadura sin dictador se ha insinuado sin acometer a una nación en particular. Se ha impuesto una ideología de la ganancia sin otro objetivo que la omnipotencia del poder financiero ilimitado, que no aspira a tomar el poder sino a dominar a quienes lo ejercen, aboliendo su autonomía. Aunque tomen decisiones y conserven la administración del Estado, lo hacen en función y bajo la férula de un terrorismo financiero que no les deja libertad ni elección”.

Esto planteaba a fines del siglo pasado la escritora Viviane Forrester cuando -en la sociedad mundial- eran muy pocos los que comprendían el significado de globalización no apareciendo caras ni Estados manipulando. Detrás de ese terrorismo de mercado miles de militantes en el mundo, sintiéndose acorralados primero, terminaron adaptándose y buscando una forma “integradora” a esta nueva realidad. Así se llegó a modificar hasta el lenguaje: la palabra imperialismo se cambió -a modo de ejemplo- por la modalidad idiomática “grandes centros de poder”. De socialismo, ni hablar.

En ese primer período, los medios y multimedios contribuyeron a la instalación y aceptación social de las economías totalmente abiertas.

En Argentina hicieron un trabajo excelente. El que se oponía era calificado de plato volador, nostálgico, antiguo. Durante todo ese período, apenas se escuchó la protesta de algunos gremios. El resto, ya sabemos.

Un verdadero símbolo de resistencia a lo que se venía fue el dirigente Germán Abdala. Al tiempo, la situación ya mostraba claramente su modalidad de acción: la formación de bloques económicos, los salvajes ataques de la OTAN (dirigida por Javier Solanas, irónicamente de origen socialista) sobre Yugoslavia, a quien Fidel Castro calificó de ser una verdadera máquina de matar.

Lanzaron allí todos los misiles existentes y los que estaban a prueba. El doloroso resultado a la vista: la destrucción absoluta de ese país.

Afganistán e Irak marcan con claridad desde dónde parten todas las variantes del terrorismo impuesto al mundo y quiénes son sus aliados.

Hoy, no son solamente los militantes sino las sociedades que ven dónde se encuentra el enemigo, quién es el que nos está jodiendo.

Queda claro qué tipo de democracia se nos permite desde la cancillería de EE.UU.

Una democracia de libre comercio, donde los capitales circulen sin control y, desde luego, la potestad de intervenir en el subsuelo donde tampoco en el futuro se salvará el agua.
Sentencia Estados Unidos que lo contrario no es democracia. Si un país decide que la democracia se construye con participación popular, ese país formará parte del mal y las mil y una provocaciones caerán sobre él. Miremos sino a Venezuela. Lo padece en carne propia. Cuba, ni hablar. Los medios masivos de comunicación -al ser parte del juego- tienen muy claro el asunto. Nada de andar construyendo igualdad; eso es cosa del pasado.

Quienes estamos en esta profesión, somos parte activa de la sociedad, pero, claro, tenemos ideología y hay de varios gustos: de derecha, de izquierda, de centro derecha, de centro izquierda (1). Muchos inscriptos en esta última variable de pensamiento, jugaron un gran rol a favor de la destrucción, del desguace del Estado nacional que nos condujo a la catástrofe. La mayoría de ellos lo han hecho de modo conciente. Lo siguen haciendo hoy, con una lectura distorsiva a la hora de explicar los cambios que se operan en América Latina y en otras partes del mundo.

En tanto, de aquellos que integran los multimedios, poco o nada se puede esperar. Es desde
las pequeñas alternativas que van surgiendo constantemente, donde existe más luz.

La globalización y el pensamiento único han sufrido ya varios tsunamis y, para cantar bingo, está Vladimir Putin. Este extraño ruso, ha lanzado un misil de largo alcance, poniendo nervioso al pacifista americano.

Nuestra América está cambiando. Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia, dan cuenta de ello en los últimos tiempos. En tanto, el periodismo “progre” (2) de los grandes medios no acompaña estos cambios; se cayeron para la derecha o, en el mejor de los casos, no se sabe si van o vienen, salvo compañeros colegas contados con los dedos de una mano.

Es cierto que quienes trabajamos en medios alternativos padecemos precarización. Pero no es menos cierto que tratamos siempre de presentar un “producto terminado de la mejor manera”.

Intentamos permanentemente producir nuestro trabajo con un lenguaje que permita al lector encontrar otro discurso, otro planteamiento ideológico frente al discurso único de los multimedios, a través de sus noticieros, que, parece, por momentos, transmiten una noticia dando una misma opinión en cadena.

Creo que hay grandes reservas en la profesión y son esa juventud que está en distintos lugares de estudios. Habrá que poner allí todo el esfuerzo.

Los que pasamos los cuarenta, podemos tener una seria enfermedad: la fuerza de costumbre. Esta patología nos impide, muchas veces, analizar los cambios. (Sobre la fuerza de costumbre, a otro Ruso en la era de la tipografía le dedico muchas páginas).

Muy poca información manejo en la actualidad sobre las radios locales. Sé de su dependencia como emisora del poder estatal municipal, con escasos programas de contenidos distintos. Hay que brindarles -tal como se viene haciendo- un fuerte apoyo. Son fuentes de trabajo para compañeros -tanto dueños como trabajadores de prensa- que quedan en manos de un brazo vivo y actual de la dictadura: el COMFER, que insiste con la manía de confiscar. Mientras, desde esferas oficiales, se renuevan licencias en forma anticipada, a poderosos medios. Son contradicciones aún difíciles de zanjar.

Bien. Hasta aquí llegué y se va terminando el espacio. Como periodista independiente, trato de mantener, permanentemente, una mirada objetiva. Seguiré clavado en la radio para informarme correctamente y sin influencias nefastas. Vuelvo a prender “La primera de la izquierda”, A.M. 530, “La Voz de las Madres”. Llegó la hora del tango: un buen programa del amigo Ricardo Horvath, y ahora me voy a firmar un petitorio por el cierre de la cadena Radio Caracas Televisión (RCTV) de Venezuela en apoyo a Chávez por no haberle renovado la licencia a ese medio “informativo” que en conjunto con la CIA dieron un golpe militar, luego abortado por el Pueblo... (perdón por la palabra “abortado”, Benedicto) (ANC-UTPBA).

(1) Alguien me debería explicar, porque realmente no entiendo, cuáles son las líneas divisorias de centro derecha y de centro izquierda para tomar conciencia en qué momento me caí para uno u otro lado.
(2) Otro término que no puedo definir correctamente, sobre todo luego del paso de la Alianza por el gobierno.