Tener humildad al informar, no usar el oficio para ningún otro fin que no esté orientado a informar con veracidad.

En qué rincón del arcón habrán quedado estas máximas del oficio para aquellos que se dejaron arrastrar por el atajo para llegar a una estación de la que no se regresa jamás.

“Pero qué hacer hermano debajo de la lluvia, como un desopilante inspector de cornisas...”. Esta y otras preguntas afines ya se formulaba ese genio de la palabra y el compromiso que fue Armando Tejada Gómez, allá por los ’70. Se veía venir como una tromba, un aluvión de plaga que con el tiempo fue devorándolo todo. El tejido social se fue desmembrando y en lo que respecta al periodismo, de arriba hacia abajo y viceversa, se fue construyendo un poder perverso y aquellos que quisieron seguir manteniendo sus ideales y la defensa a ultranza del oficio, quedaron excluidos del sistema. Como en tantas otras actividades.

Así llegamos a este presente ingrato, en el que se agrede a la gente indefensa con ofertas de bajo nivel intelectual y moral.

Moral en el sentido de respeto.

Moral en el sentido de responsabilidad.

Moral en el sentido de reivindicación de valores que vienen desde el fondo de la condición humana. Y que hoy no abundan por las calles embarradas del oficio.

Uno no deja de ser un apocalíptico optimista, pero cuesta digerir las decisiones empresariales que en la televisión condicionan todo al raiting, y por qué no a aquellos que ponen su mirada para sumar puntos y vencer a otros que están en lo mismo. Sin darse cuenta que, a la larga, esa manera de vivir servirá de referencia para lo que no hay que hacer. Porque ya ni con Maradona se gana el partido, ante un bodrio universal sin el menor sustento racional como la competencia vencedora según cuenta la historia oficial.

“Pero qué hacer hermano debajo de la lluvia, donde la Coca Cola se mata de la risa”, seguía preguntándose Armando y aún hoy no le encontramos la vuelta, aunque si bien no sabemos qué hacer, al menos nos negamos a transitar el camino de quienes manejan todo.

Hay algunos remedios para la gripe viral, como, por ejemplo, prestar atención a cada posibilidad de noticia que llega en épocas pre electorales, donde se mezcla tanto la carne podrida con la sana, y donde tanto carnicero traiciona al oficio por unos gramos de prebendas que lo acercan al banco pero lo alejan de la gente y de los sueños que alguna vez pudo tener.

Pero ahí, aunque suene contradictorio, es donde aparece el optimismo. Es cuando uno mira a tanto anónimo que sigue informando con vocación, dejando la vida tras un teclado, con sueldo resbaladizo, aunque con dignidad cada vez más firme. Con inestabilidad laboral, pero el cuero curtido como para hacerle frente a una realidad complicada. Y tratando de aprender de la historia para seguir dando la lucha después de haber tomado la posta de los que ya no están (ANC-UTPBA).