Los 28 años de democracia desde 1979 han servido para que la derecha ecuatoriana, enquistada en el poder, conduzca al país a la crisis, la corrupción y la injusticia, que han sido fortalecidas por una Constitución trabajada según los intereses de la oligarquía.

Pese a que los partidos tradicionales han desaparecido del mapa electoral, Jaime Nebot y Paco Moncayo, desde las trincheras cabildeñas, intentan imponer la voz de las repudiadas minorías y renovar las ambiciones de poder que ahora lo ven perdido.

Para que esto resulte efectivo, y respaldándose en las oligarquías locales, los dos municipios han redactado unos supuestos ‘mandatos’ en nombre del pueblo guayaquileño y quiteño confirmando así la estrategia de que la derecha se une cuando hay que atacar al enemigo.

En el mandato de Guayaquil se exige Libertad y Democracia, Estado y Derecho, Una Constitución: Un acuerdo para el Bienestar, Concepción Económica y Social para Generar Bienestar y Empleo, Autonomía, Municipalismo y Modelo de Gestión. Vale recordar que el mandato, así planteado, es parecido al de Quito, donde entre sus principales propuestas se pide Un País Libre y Soberano, Un País Justo y Solidario, Un País Productivo y Competitivo, Un País Gobernable en Democracia, Un País Territorialmente Equitativo e Integrado, Un País Ambientalmente Sustentable y Un país Seguro con Cultura de Paz.

El cabildo guayaquileño, respecto a la Libertad y Democracia señala que “el desarrollo exige la eliminación de las principales fuentes de privación de la libertad, como son: la pobreza, el desempleo, la tiranía, la escasez de oportunidades económicas, las privaciones sociales y la falta de acceso a la educación, y la intolerancia”. Si es así, importante sería recordar que en el Gobierno de León Febres Cordero se privó de la libertad de pensamiento y se asesinó a varios integrantes de Alfaro Vive Carajo (AVC) o que actualmente la misma alcaldía de Guayaquil no haya hecho nada para reducir los índices de pobreza existentes en esta ciudad.

Con respecto al Estado de Derecho se indica “que nadie está por encima del mandato popular expreso, de la Constitución y de la Ley. Todas las Autoridades, incluidos la Asamblea Constituyente y el Presidente de la República , sólo pueden hacer lo expresamente dispuesto en ellas”. Primero, hay que recordar que el mandato es de Guayaquil apoyado por algunas cámaras de comercio e industrias de esta ciudad pero que jamás representa a todo el pueblo guayaquileño. Segundo, de qué derecho se habla cuando comerciantes de la bahía de Guayaquil hicieron marchas pacíficas para impedir la reubicación de sus sitios de trabajo y fueron brutalmente golpeados por la policía metropolitana.

En el caso de Quito el acuerdo es evidente. En el documento se expone, respecto a un País Libre y Soberano, que “el nuevo Pacto Social debe reforzar el principio de la soberanía popular con regulaciones que la hagan efectiva a través de las garantías para el ejercicio pleno de los derechos y obligaciones”. Si la propuesta es así, por qué se expropió y adquirió terrenos a precios miserables a los pobladores de Tabebela donde se construye el cuestionado Aeropuerto de Quito.

Si los ‘mandatos’ son generosos y en nombre del mejoramiento de todos los ecuatorianos, es necesario que Nebot y Moncayo lo demuestren desde sus propios municipios. Algo que nunca lo han hecho por eso estos ‘mandatos’ son las propuestas que solo les interesan a las mencionadas minorías.

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