La transnacional petrolera Exxon Mobil enjuicia al gobierno venezolano por su decisión de establecer como mínimo en 60% la participación accionarial del Estado en las empresas mixtas. El juicio se ventila en tribunales de Estados Unidos, Gran Bretaña y Holanda y la demanda asciende a 12 mil millones de dólares. Venezuela ejerce soberanía y la petrolera quiere burlarla.

En 1996 se creó el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a las Inversiones, CIADI. Surgió como un órgano dependiente del Banco Mundial, al que los gobiernos entreguistas se sometieron para resolver conflictos jurídicos entre los estados y las multinacionales. Esos gobernantes pisotearon la soberanía para servir al capital extranjero.

Cuando Saddam Hussein era juzgado por el tribunal que lo sentenció a muerte, cuestionó la validez y legalidad de esa Corte y juicio, alegando además que tenía otro fuero; el argumento más contundente que encontró el presidente de ese tribunal fue muy simple: "somos un país ocupado". Los Estados Unidos impusieron su soberanía en Irak.

En febrero de 1997 se produjo en nuestro país un gran levantamiento popular que echó de la Presidencia de la República a Abdalá Bucaram; acontecimientos similares se produjeron para destituir a Jamil Mahuad y a Lucio Gutiérrez. El pueblo ejerció su soberanía.

El ejercicio de esa soberanía está en marcha en el trabajo de la Asamblea Constituyente, pero la oligarquía desconoce esa capacidad, cuestiona su actividad y actúa para recusar sus resoluciones. Chocan concepciones ideológicas y políticas y uno de los puntos de contradicción es, precisamente, la concepción de soberanía. No hay homogeneidad conceptual y no puede haberla en ninguna sociedad clasista y en un mundo en el que un puñado de potencias imperialistas ejercen el dominio del planeta.

Los Estados Unidos pregonan el concepto de soberanía ‘extraterritorial’ para escudar el intervencionismo político y militar en donde a su juicio corrían peligro sus intereses. En base a ello se justificaron las guerras ‘preventivas’ que se desenvuelven en base a la siguiente lógica: yo te aniquilo, acaso tú estés pensando hacerlo conmigo. Como guerras ‘preventivas’ se calificaron las invasiones a Afganistán e Irak. La soberanía ‘extraterritorial’ de los Estados Unidos no reconoce un marco legal internacional; sus funcionarios, sus tropas no pueden ser sometidos a esas leyes. Son, como alguien lo dijera, "excepción soberana".

Para los países dependientes quedó la soberanía limitada, la soberanía funcional que justificó el servilismo y el sometimiento al capital extranjero, a los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, CIADE y más. No pocos defensores de esa concepción, con cinismo y torpeza, argumentaban que "de la soberanía no se come".

Lo que ahora se vive en el Ecuador expresa un momento en el que el pueblo ha podido conquistar elementos de soberanía, y existen condiciones para que ésta se amplíe y profundice conceptualmente. Reivindicar para el pueblo el derecho y la capacidad de autodeterminación, de autogobernarse –fustigando cualquier acción contraria de parte de potencia imperialista alguna- no puede asumirse como una declaración formal; su ejecución plena tiene una connotación trascendente en un país dependiente del imperialismo, históricamente dominado por círculos terratenientes y burgueses en uno y otro momentos.

Esa nueva concepción sustenta el rol protagónico de los pueblos en la construcción de su propia historia; propugna la salvaguardia de nuestro territorio, de los recursos naturales estratégicos que deben ser controlados y explotados por el Estado; alerta la necesidad de proteger y promover las identidades culturales de la nación ecuatoriana, de las nacionalidades y pueblos indígenas y del pueblo negro. Compromete, a su vez, a respetar el derecho a la autodeterminación de los otros pueblos, a condenar y luchar en contra de toda forma de colonialismo y neocolonialismo, a ser solidarios con quienes luchan por la libertad y el progreso.

La soberanía, más que un concepto, es una concepción integrada al tipo de sociedad que queremos construir.

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Esta es una forma de protesta en contra de las acciones que atentan contra la soberania


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