Primero acudió a las conspiraciones, empleando para ello fuerzas de la Agencia de Inteligencia de los Estados Unidos y elementos de la burguesía desplazados del poder, más tarde los organizó y los lanzó en una aventura militar contra el pequeño país caribeño.

Después, fracasadas todas esas intentonas, ha utilizado diversas formas de desestabilización, como son el empleo de las maniobras diplomáticas, la campaña mediática, el férreo bloqueo comercial, financiero y económico a despecho de la opinión pública mundial y el financiamiento de la disidencia interna.

Cuba ha tenido que enfrentar simultáneamente todos esos ataques e impedir que puedan progresar. Particularmente tuvo que librar la batalla económica y en el terreno de las ideas, donde la más burdas patrañas se estrellaron frente a la práctica de la solidaridad y una política exterior basada en los principios y la unidad más estrecha del pueblo.

La más coherente política, sin hacer concesiones al enemigo, ha sido el arma fundamental en esta lucha, donde la nación cubana ha hecho gala de sabiduría y lucha por superar todos los obstáculos, los derivados del duro enfrentamiento a un Imperio, que cuenta con todos los recursos de su lado, y las limitaciones y errores del aprendizaje.

La dirección del país, como siempre ha hecho, seguirá el rumbo trazado, trabajando sin pausa, pero sin prisa; midiendo bien el alcance y las consecuencias de todo cuanto se haga, en un mundo donde no se pueden cometer errores.

Como ha dicho más de una vez el presidente Raúl Castro: “Consolidar cada milímetro que se avance “, esa es la única forma de avanzar.

Los cubanos confían en la sabiduría política de su Partido, en la experiencia acumulada por los hombres y mujeres que los dirigen y en las potencialidades que posee el socialismo.

Agencia Cubana de Noticias