Rompiendo con la sacrosanta regla según la cual las fuerzas armadas de Estados Unidos se apoyan exclusivamente en la industria estadounidense, el Pentágono concluyó con Airbus un gigantesco contrato con vistas a la renovación de su parque de aviones de reaprovisionamiento. Sin embargo, cuando se analizan los detalles, según observa Pierre Hillard, no se trata en este caso de una apertura del mercado estadounidense sino, por el contrario, de la primera etapa de la formación del complejo militaro-industrial atlántico. Estamos siendo testigos del nacimiento de un Imperio transatlántico, euro-estadounidense, llamado a garantizar el relevo de la ya exhausta potencia estadounidense.
Foto arriba: Thomas Enders, director de Airbus, recibe a Condoleezza Rice en Atlantik-Brucke, que significa Puente Atlántico, un instituto que busca estrechar vínculos entre Europa y los Estados Unidos.
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El anuncio del Pentágono sobre la selección de EADS, la casa madre de Airbus, como beneficiaria del contrato para la renovación de su parque de aviones de reaprovisionamiento, a expensas de Boeing, causó el efecto de una bomba. El megacontrato que consigue así el consorcio europeo, junto a su aliado estadounidense Northrop Grumman, permite la conclusión de una transacción cuyo monto se eleva a 35 000 millones de dólares. Un anuncio que ha parecido increíble a numerosos dirigentes políticos de ambos lados del Atlántico. Pero, si estudiamos a algunos de los protagonistas que hicieron posible ese acuerdo, resulta más fácil entender la orientación que ha tomado el Pentágono.
El mundo germánico y el anglosajón siempre han sabido desarrollar una especialidad que los franceses no dominan: la actividad de las redes. Es cierto que numerosos institutos, fundaciones o círculos de reflexión ocupan en Francia posiciones que están lejos de ser poco importantes. Pero no llegan a tener el mismo grado de influencia que sus similares que operan en la otra ribera del Rin, del otro lado del Canal de la Mancha, del otro lado del Atlántico e incluso de los que existen en Israel. El ejemplo del instituto alemán «Atlantik-Brucke» es una significativa muestra de los profundos lazos existentes entre Berlín y los medios israelo-anglosajones.
La creación de Atlantik-Brucke («Puente atlántico»), en 1952, tiene su origen en la acción determinante de dos personajes: Eric M. Warburg (1900-1990) y Erik Blumenfeld (1915-1997). El primer fundador pertenece a una importantísima familia judía de la banca germano-estadounidense. Eric M. Warburg es el hijo del banquero alemán de Hamburgo Max Warburg (1867-1946), quien financiaba Paneuropa, un instituto mundialista que promovía la unidad de Europa en el marco de una organización mundial unificada.
Su padre fue el promotor del primer encuentro, en 1925, entre el canciller Gustav Stresemann y el dirigente paneuropeo, Richard de Coudenhove-Kalergi. La influencia de la familia Warburg sobrepasaba ampliamente el marco alemán ya que el hermano del banquero de Hamburgo Paul Moritz Warburg, quien tenía la nacionalidad estadounidense, redactó en 1903 un estudio intitulado Plan para un banco central que tuvo una importancia decisiva en la creación, en 1913, de la «Reserva Federal» (Federal Reserve Bank), la Fed. Posteriormente, prosiguió sus actividades en contacto con el consejero del presidente Wilson, el coronel Edward Mandell House, en la creación del Council on Foreign Relations (CFR) [1].
Este estado de ánimo familiar fiel a los lazos germano-estadounidenses llevó a Eric M. Warburg a perseverar, poco antes de la Segunda Guerra Mundial, asociándose a Erik Blumenfeld, hijo de un comerciante judío de Hamburgo. Este último fue un diputado activo en el seno del partido político conocido bajo la sigla CDU (Christliche-Demokratische Union). Pero su acción se manifestó también como presidente de la «Sociedad Germano-israelí» (Deutsch-Israelische Gesellschaft) de 1977 a 1991. Su proselitismo le valió, en 1980, el título de doctor honoris causa de la universidad Ben Gurion. Su carrera política consistió esencialmente en mejorar las relaciones de Alemania con Israel y con Estados Unidos. Finalmente, hay que señalar la fuerte tradición familiar ya que un Max M. Warburg es actualmente miembro del Comité de Administración del Atlantik-Brucke.
Debido a las convicciones de sus fundadores, el Atlantik-Brucke tiene como objetivo el fortalecimiento de los lazos entre Alemania y Estados Unidos en todos los sectores, política que se ha extendido a Canadá a partir de 1986. El objetivo es favorecer la realización de trabajos entre «altas personalidades de la economía, de la política y de las ciencias que puedan intercambiar ideas regularmente durante conferencias germano-americanas en el seno de pequeños grupos de trabajo». Los textos oficiales precisan también que una «atención particular se le otorga a las organizaciones judías en Estados Unidos».
Es cierto que el Atlantik-Brucke se vinculó en 1993 a la organización estadounidense Armonk Institute (posteriormente disuelta), actuando así a favor del fortalecimiento de los vínculos germano-estadounidenses. Gracias a esa alianza, los principales dirigentes de la alta industria alemana o germano-estadounidense (DaimlerChrysler, Volkswagen, Deutsche Bank, BMW, General Motors, …) han recibido el «Premio Vernon A. Walters».
Esta actividad subraya el grado de importancia que el ideal mundialista reviste para este instituto, como lo prueba la hoja de servicios de su presidente honorario, Walther Leisler Kiep. Además de su papel como «encargado personal» del canciller Helmut Schmidt en los años 1970 para «la coordinación de la ayuda financiera de Occidente y de Japón a Turquía», W. L. Kiep es miembro de la Comisión Trilateral desde 1985. El Atlantik-Brucke se mueve en las altas esferas de la aristocracia mundialista ya que concede su «Premio Eric M. Warburg» a quienes contribuyen al fortalecimiento de los lazos transatlánticos.
Entre los premiados se destacan algunos nombres: Henry Kissinger (1992), Manfred Wurner (1994, ex secretario general de la OTAN), el ex canciller Helmut Kohl (1996), Otto Graf Lambsdorff (2000, ministro de Economía), el general Klaus Naumann (2000, ex presidente del comité militar de la OTAN y miembro del Comité de Administración del Atlantik-Brucke hasta el año 2007) y George H. W. Bush padre (2002, por el aniversario 50 de la creación del instituto). Finalmente, el Atlantik-Brucke tiene alrededor de 500 representantes que ocupan puestos claves en la sociedad y conforman una red elitista en el seno de la economía, de la política, la cultura y los medios de difusión en Alemania.
Dichos representantes son inevitables intermediarios que permiten la existencia de vínculos privilegiados con Estados Unidos e Israel. Beate Lindemann, directora del Atlantik-Brucke y ex encargada de negocios del muy atlantista German Marshall Fund [2]: «Atlantik-Brücke se puede considerar como un un think-tank diplomático».
El poder de ese instituto y su influencia del otro lado del Atlántico tienen una importancia determinante en la vida política y económica francesa y europea debido a las actividades del dirigente del Atlantik-Brucke. En efecto, su jefe no es otro que Thomas Enders. Luego de un período de tránsito en el DGAP (Deutsche Gesellschaft für Auswärtige Politik, instituto encargado de asuntos internacionales al servicio de Berlín) y en el IISS (International Institute for Strategic Studies, que se ocupa en cuestiones de seguridad [3]), Thomas Enders se destacó en el seno del buró alemán de planificación de la defensa para pasar luego a dirigir el Atlantik-Brucke, en 2005.
El objetivo de este instituto es el fortalecimiento de los vínculos transatlánticos, pero Thomas Enders es al mismo tiempo el presidente de Airbus, filial de EADS que dirige Louis Gallois. Airbus, cuyo objetivo es rivalizar con Boeing, presenta la increíble particularidad de encontrarse bajo la dirección de un hombre cuyas actividades a la cabeza del Atlantik-Brucke son exactamente contrarias –por lo menos oficialmente– a las del consorcio europeo.
Por consiguiente, resulta comprensible que el megacontrato que acaba de obtener del Pentágono haya seguramente llenado de regocijo a Thomas Enders quien, a la cabeza del Atlantik-Brucke y de Airbus, mata así dos pájaros de un tiro. En realidad, ese contrato forma parte de la voluntad de reforzar la interdependencia euro-estadounidense a favor del surgimiento de un bloque atlántico unificado.
[1] «Cómo el Consejo de Relaciones Exteriores determina la diplomacia norteamericana», por Red Voltaire, 19 de agosto de 2005.
[2] «Le German Marshall Fund, un reliquat de la Guerre froide?», Réseau Voltaire, 5 de octubre de 2004.
[3] «Les experts qui ont donné raison à la CIA», Réseau Voltaire, 4 de febrero de 2004.
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