A principios de marzo de este año, los educadores populares de la DINAF redactaron un informe de esta ofensiva contra los lavacoches.

“El día 6 de marzo chicos limpiavidrios de la Avenida Rivadavia y Roca del Microcentro de la Ciudad Capital, nuevamente fueron amenazados e intimidados por fuerzas policiales que nunca se identificaron y se presume que estaban acompañados por el jefe de la fuerza”, escribieron.

“Idéntico procedimiento se realizó en seis esquinas y puestos de artesanos de la plaza. Los efectivos, uniformados, en vehículos oficiales y de civil amedrentaron a los chicos y les prohibieron seguir desarrollando diariamente su trabajo. Así les dijeron que abandonaran las esquinas si no, regresarían al día siguiente y serían llevados presos y esposados”, amenazaron.

Por su parte, “los chicos se auto convocaron en un espacio común de diálogo y lograron redactar una nota que fue presentada al subsecretario de Derechos Humanos señalando la situación y pidiendo se expida al respecto, solicitándole ayuda. Asimismo esta situación no es una cuestión aislada. Existe un interés oficial por sacar a los chicos de la calle y reeditar experiencias como las de Salta. Los chicos resistieron como pudieron el embate, en esos momentos se realizaba el lanzamiento de un Programa Nacional de Juventud en la provincia. Los chicos con limpiadores en mano fueron a la reunión y se presentaron como la juventud desocupada y excluida de Santiago a la que quieren esconder”.

Allí los pibes, cargados de dignidad, “comentaron lo que les había ocurrido en horas de la mañana y solicitaron una entrevista con la directora de este organismo para plantearle desde sus necesidades laborales, los apremios ilegales de los que son objetos sus sueños y expectativas como jóvenes santiagueños. Las prácticas de la policía con los chicos comienzan previo paso sin lesiones por el médico de policía, luego sobreviene la modalidad de la tortura que va desde la amenaza psicológica al arresto acompañado de golpiza, bolseo (la cabeza cubierta con una bolsa de plástico con cloro o lavandina) y otras técnicas intimidatorios”.

Al día siguiente, en las mismas esquinas “se presentaron dos móviles y una camioneta teniendo como jefe de operativo al oficial Villalba, los policías dijeron que los chicos debían circular y que ellos estaban realizando esta actividad por la seguridad de los mismos chicos. Ante la negativa de retirarse del lugar (cosa que significaba que los changos no llevaran por los menos dos días seguidos monedas a su casa), les ordenan que concurran a la seccional Primera para realizar una exposición, y que debían circular de la esquina donde se encontraban. Todo esto fue precedido por una justificación de que el operativo tenía que ver con una orden que ellos sólo debían cumplir. Se retiraron y luego volvieron a aparecer para seguir obstruyendo y molestando a los chicos. Los chicos se mostraron del mismo modo que el día anterior, oyendo simplemente y explicando que si se iban, perdían de hacer monedas”, termina este informe cargado de indignación y ternura.

En Santiago del Estero se abrió un nuevo frente de la guerra contra los pibes.

(*) Nota publicada por la Agencia Pelota de Trapo (http://www.pelotadetrapo.org.ar/)