En la Universidad de Alcalá de Henares, con la presencia de los reyes de España Juan Carlos y Sofía, del presidente de esa nación José Luis Rodríguez Zapatero y del ministro de Cultura César Antonio Molina, entre otros personalidades políticas y académicas, Gelman denunció la muerte niños por causas evitables; definió que la palabra desparecido encierra los conceptos de secuestro, tortura, asesinato y desaparición; habló de pobreza y opresión, de corrupción “de arriba” e impotencia “de abajo”; recordó las víctimas de la bomba atómica y de las de Irak; reivindicó la memoria, la verdad y la justicia frente al olvido (ver aparte).

Ante un auditorio atento, en donde estuvo rodeado del afecto de familiares y amigos, entre los que se encontraban su esposa Mara La Madrid y sus nietos Macarena y Jorge, hizo referencia al poeta alemán Friederich Holderlin, al sostener: “¿Qué hubiera dicho hoy, en un mundo en el que cada tres segundos y medio un niño menor de 5 años muere de enfermedades curables, de hambre, de pobreza? Me pregunto cuántos habrán fallecido desde que comencé a decir estas palabras. Pero ahí está la poesía: de pie contra la muerte”.

Aunque la palabra y la poesía estuvo presente en Gelman desde su niñez transcurrida en el barrio porteño de Villa Crespo, la producción literaria tomó forma con “Violín y otras cuestiones”, su primer libro que prologó Raúl González Muñón y editó “El pan duro”, grupo literario que había conformado junto con Héctor Negro, Hugo Di Taranto y Julio Silvani, entre otros.

El exilio obligado que Gelman tuvo durante la dictadura militar a raíz de su compromiso político y militancia, y que lo hizo peregrinar por Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México, donde finalmente se estableció, fue uno de los tramos duros que tuvo que vivir.

“Yo moría muchas veces y más con cada noticia de un amigo o compañero asesinado o desaparecido que agrandaba la pérdida de lo amado. La dictadura militar argentina desapareció a 30.000 personas y cabe señalar que la palabra ‘desaparecido’ es una sola, pero encierra cuatro conceptos: el secuestro de ciudadanas y ciudadanos inermes, su tortura, su asesinato y la desaparición de sus restos en el fuego, en el mar o en suelo ignoto”, recordó.

El secuestro y desaparición de su hijo, Marcelo Ariel, y de su nuera, María Claudia García Iruretagoyena, embarazada de siete meses, fueron los máximos golpee que esa dictadura le asestó a Gelman y su familia, y que implicó el inicio de sus búsquedas, a las que se sumó luego la de su nieta, luego de recibir la confirmación que había nacido en cautiverio.

Los restos de Marcelo Ariel fueron encontrados en enero de 1990 y se velaron en la sede de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires, en tanto que de María Claudia García Iruretagoyena, se presume que está enterrada en alguna dependencia militar de Uruguay, junto a otros desaparecidos.

Gelman encontró a su nieta en 2000, quien al recuperar su identidad quiso llamarse María Macarena Gelman García Iruretagoyena.

“Hay quienes vilipendian este esfuerzo de memoria. Dicen que no hay que remover el pasado, que no hay que tener ojos en la nuca, que hay que mirar hacia adelante y no encarnizarse en reabrir viejas heridas. Están perfectamente equivocados. Las heridas aún no están cerradas. Laten en el subsuelo de la sociedad como un cáncer sin sosiego. Su único tratamiento es la verdad. Y luego, la justicia. Sólo así es posible el olvido verdadero”, remarcó en el Paraninfo.

Más allá de la que significa la poesía en su vida, alguna vez Gelman reconoció que el periodismo fue la profesión que eligió para tener la posibilidad de estar cerca de la palabra.

“Aunque la razón era equivocada, el oficio me pareció espléndido. Me permitió entrar en contacto con personas y realidades que alimentan mi escritura. El periodismo también es literatura. Pero algunos periodistas no se dan cuenta”.

Y en ése ámbito también tuvo su reconocimiento, como el que recibió al cumplir 50 años en la profesión, donde la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) y la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) lo nombran miembro de honor de esas organizaciones (ANC-UTPBA).