Foto arriba: Bernard Kouchner, actual ministro de Relaciones Exteriores de Francia en el gobierno del presidente Nicolás Sarkozy (coalicción de fuerzas de derecha, extrema derecha y otras tendencias conservadoras, reunidas en el partido político UMP - Unión por un Movimiento Popular y que conquistó el poder justamente hace ya casi un año - 16 mayo 2007). Recordamos que Kouchner desarrolló su carrera política en el seno del partido Socialista francés, rival del UMP, pero éste se pasó al UMP ganador en las últimas elecciones francesas, pero como él, también otras figuras políticas socialistas francesas se cambiaron repentinamente «la camiseta» lo que ha generado el calificativo popular de «el gobierno de los traidores»
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El supuesto ex oficial de los servicios secretos sirios Mohamed Zuhair As-Siddik, testigo clave de los investigadores de la ONU en la investigación sobre el asesinato del primer ministro libanés Rafik Hariri, desapareció sin dejar rastro desde el 13 de marzo. As-Siddik estaba viviendo en una casa de la localidad de Chatou (Yvelines), cerca de París, donde se encontraba bajo la vigilancia del ministerio francés del Interior. Una fuente de la policía francesa afirmó que en los últimos tiempos As-Siddik ya no estaba en residencia controlada ni era objeto ni era objeto de ninguna medida de vigilancia judicial.

Para el diario libanés Ittijahat su desaparición es un «escándalo político», sobre todo luego que el ministro francés de Relaciones Exteriores, Bernard Kouchner, declarara a la televisión saudita Al Arabiya: «Tengo la certeza de que As-Siddik ha desaparecido y eso me entristece».

Mohamed As-Siddik fue arrestado en París, octubre de 2005, en virtud de una orden de arresto internacional emitida en el marco de la investigación sobre el atentado que costó la vida a Rafik Hariri y es sospechoso de haber participado en el asesinato del ex primer ministro libanés. Se suponía entonces que sería extraditado hacia el Líbano, lo cual no se produjo porque Francia se negó a aceptar la extradición hacia un país donde se le podía aplicar la pena de muerte [1]. A partir de aquel momento, As-Siddik estuvo sometido a prisión domiciliaria por tratarse del principal testigo del ex fiscal alemán Detlev Mehlis, quien dirigió –de mayo a diciembre de 2005– la comisión investigadora de la ONU y trató de demostrar que Siria había sido responsable del atentado.

Al parecer, durante el verano de 2005 As-Siddik le «confesó» a Mehlis que había prestado su apartamento de Chalda, en las afueras de Beirut, a los conspiradores que prepararon el asesinato de Hariri. Entre los miembros de la conspiración mencionó a cuatro oficiales libaneses de alto rango que todavía siguen encarcelados, a pedido de Mehlis.

Un año más tarde, en declaraciones a la televisión saudita Al Arabiya, As-Siddik fue aún más lejos en sus acusaciones al afirmar que «el presidente sirio Bachar El-Assad y su homólogo libanés, Emile Lahoud, habían dado personalmente la orden de liquidar a Hariri». Afirmó que él mismo había visto «el vehículo [en el que supuestamente se transportaron los explosivos] mientras lo preparaban, en un campamento de los servicios secretos sirios, en Zabadani, en el valle de la Bekaa». Supuestamente también le entregó a Mehlis «documentos y imágenes que no dejaban lugar a dudas». «Tengo los negativos en mi poder, se van descubrir muchas cosas».

Por razones de seguridad, los servicios secretos y los conspiradores trabajan siguiendo el principio según el cual «cada cual sabe lo menos posible». En la ejecución de un proyecto profesional de asesinato intervienen diferentes unidades operativas. Cada una actúa de forma totalmente independiente en relación con las demás: una de ellas proporciona los explosivos, otra se encarga del vehículo, un tercer equipo se encarga de vigilar a la victima, otro más de enredar las pistas, etc. Los diferentes participantes no se conocen entre sí.

El simple hecho de que Siddik dijera que «lo sabía todo sobre todo» debería haber llevado a Mehlis a sospechar de él. O por lo menos hubiera debido provocar esa reacción de parte del segundo de Mehlis, el ex primer comisario de la policía criminal alemana, Gerhard Lehmann, du BKA, el mejor investigador antiterrorista, que se hizo célebre con el caso del secuestro de Khaled el-Masri por la CIA [2].

Rápidamente resultó que las «declaraciones bajo juramento» de As-Siddik estuvieron condicionadas por un pago en dinero. Sus hermanos declararon que durante el otoño de 2005 el propio As-Siddik los llamó por teléfono desde París. «¡Soy millonario!», les dijo lleno de júbilo. Desde mucho antes, el gobierno sirio había enviado a los gobiernos occidentales una amplia documentación sobre este personaje, con la esperanza de evitar que Mehlis cayera en la trampa. Más tarde, en octubre de 2005, el semanario alemán Der Spiegel «reveló» lo que todo el mundo ya sabía en el Medio Oriente desde hacía mucho tiempo: As-Siddik es un miembro del hampa, anteriormente condenado varias veces en casos criminales y de estafa. Hasta la propia comisión investigadora de la ONU sabía que As-Siddik le había mentido: al principio había afirmado que había salido de Beirut un mes antes del atentado contra Hariri, antes de confesar –a fines de septiembre de 2005– su participación directa en el atentado.

Las dudas sobre la credibilidad de As-Siddik se acrecentaron cuando se demostró que este había sido recomendado a la comisión investigadora de la ONU por Rifaat Al-Assad, renegado sirio desde hace mucho tiempo y tío del actual presidente sirio. Considerado como «el presidente sirio alternativo» en el exilio, Rifaat Al-Assad pagó el pasaje de avión para que As-Siddik viajara a Europa, donde –según Charles Ayoub, director del diario libanés Ad-Diyar– recibió «una importante suma de dinero» de parte de Saad Hariri, hijo de la víctima, y de Walid Joumblatt, líder de la llamada «Revolución de los Cedros».

Esta operación de soborno tenía como objetivo lograr que As-Siddik convenciera a Mehlis de la responsabilidad de Siria en el atentado contra Hariri, a pesar de las opiniones de la CIA y de los servicios secretos de Arabia Saudita. Mehlis, -que carecía totalmente de pruebas contra Siria– se apresuró a morder el anzuelo. Según un diplomático francés interrogado en aquel entonces: «Cuando As-Siddik –que no era más que el chofer de un general sirio– comenzó a hablar, Mehlis prácticamente no tenía cartas en la mano».

El miércoles pasado, Imad As-Siddik, hermano del testigo clave, formuló desde Damasco importantes acusaciones contra Francia: «Las autoridades francesas facilitaron su desaparición, quizás para ayudar a otras personas a eliminarlos, o fueron ellas mismas quienes lo eliminaron». Otro hermano del desaparecido, Omar As-Siddik, dijo estar convencido de que «a estas alturas Zuheir ha sido asesinado, para echarle la culpa a Siria». Pascale Andreani, portavoz del ministerio francés de Relaciones Exteriores, se apresuró a desmentir esas alegaciones. El propio David Bellemare, responsable de la comisión investigadora de la ONU desde principios de este año, estaba perplejo: «No sé dónde está. No está bajo nuestra protección y nunca pidió que lo incluyesen en nuestro programa de protección de testigos».

Al día siguiente, el jueves, el diario kuwaití As-Siassah publicó una información sensacional: logró entrevistar por teléfono a As-Siddik. Según el diario, declaró: «Vivo escondido, en un lugar secreto, cerca de Francia y del Tribunal Internacional, y estoy bien». Según el periódico –cuyo propietario es Saad Hariri– As-Siddik se esconde porque teme por su vida, ya que no ha podido obtener la menor protección por parte de la comisión investigadora internacional; a pesar de haber enviado varias cartas al tribunal y de haber informado a la justicia libanesa sobre tres intentos de asesinato. As-Siddik estaría dispuesto a reaparecer en cuanto el tribunal comience a trabajar.

Mientras tanto, la familia As-Siddik acusó al grupo político libanés prooccidental que «fabricó» el testimonio de As-Siddik de haberlo eliminado. Según el diario libanés As-Safir, poco importa saber si As-Siddik está escondido en Francia, en Arabia Saudita, en los Emiratos o en cualquier otro país del Golfo. «Es probable que haya buscado refugio entre los que organizaron su viaje de Riyadh a París hace dos años». Un ataque directo contra el hombre que financió a As-Siddik: Saad Hariri. También se plantea la cuestión del papel que Francia pretende desempeñar en la investigación sobre el asesinato de Hariri, teniendo en cuenta que dejó «desaparecer» al testigo más importante, cuyo «testimonio» envió a prisión a cuatro generales libaneses.

Puede ser que «malo mentiroso» As-Siddik acabe apareciendo de nuevo, probablemente allí donde brillen los dólares, ya «el dinero lo obsesionó cuando la madre todavía le daba el seno», según dijo una prima de este delincuente al diario alemán Neues Deutschland.

[1El tribunal de Versalles se opuso a la extradición por no tener garantías de que As-Siddik no estaría expuesto a la pena capital.

Aunque el presidente libanés Emile Lahoud ofreció después dicha garantía, la justicia francesa nunca revisó su primera su primera decisión. NdlR.

[2Khaled el-Masri es ciudadano alemán. Como se llamaba igual que un supuesto líder de Al Qaeda, lo CIA lo secuestró mientras se encontraba de vacaciones en Macedonia y lo envió a Afganistán, donde fue interrogado y torturado. Liberado gracias a las repetidas intervenciones de su país, Khaled el-Masri reconoció formalmente al comisario Lehman como el individuo que lo abordó en Macedonia para secuestrarlo. A pesar de ello, Lehman nunca llegó a ser encausado porque sus colegas le facilitaron una coartada. NdlR.