En esa obra, dice Engels que el Estado, “es la confesión de que la sociedad se ha enredado en una interminable contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos incurables que es impotente para conjurarlos.”

Lenin resumiría así el análisis que sobre la materia llevaron a cabo Marx y Engels: “El Estado es producto y manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en el que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente conciliarse. Y viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son irreconciliables.”

El Estado, entonces, siempre representa los intereses de una clase social y no de la sociedad en su conjunto y es la forma en la que esos intereses adquieren carta de naturalización, se legalizan, logran la institucionalidad para llevarlos a cabo y para reprimir a quienes se opongan.

La dominación de una clase explotadora sobre otras, entonces, utiliza al Estado para lograr dos cosas:
  primero, la cohesión social que logre difundir la fantasía de la justicia de los intereses de la minoría en el poder, presentarlos como si fueran de la sociedad toda, para que de esa manera los explotados se comprometan a defender el sistema que los oprime (recuérdese que los esclavos y los huasinpugueros educaban a sus hijos para que sean buenos sirvientes del amo, que muchos obreros hoy repiten las mentiras de los patronos, que pequeño burgueses oprimidos sueñan y trabajan para ascender socialmente). Para lograr la cohesión en torno a las políticas oligárquicas, son necesarios los aparatos ideológicos del Estado como son las instituciones educativas, las religiones y los medios de comunicación, cuyo poder está ligado al poder económico de la gran burguesía. “La propaganda es a la democracia burguesa lo que la cachiporra al estado totalitario”.
  Segundo y cuando lo anterior no funciona o se debilita, cuando la respuesta a problemas coyunturales o la conciencia política ha llegado a miles de obreros y trabajadores de la ciudad y el campo, la coerción y represión social que ponga en orden el estado de cosas. La represión requiere de leyes y órganos de justicia (supuestamente independientes) y de la fuerza pública (policía y fuerzas armadas) que, a nombre de la legalidad (hoy dirían del Estado de Derecho) actúen dejando claro para todos quién manda, además de mecanismos como la censura y la persecución a las ideas que subviertan el orden burgués.

Estas dos funciones del Estado de clase pueden ser cumplidas de distinta manera según en una determinada temporada se ponga el acento en la cohesión o en la represión. Pero, en todo caso, ese Estado no dejará de expresar la voluntad de las clases sociales en el poder, aunque adquiera formas democráticas o dictatoriales.

La democracia “occidental”, como la conocemos hoy, tiene sus antecedentes más lejanos en la Grecia antigua. Como es sabido, eran partícipes de ella solo los “ciudadanos” y “hombres libres” y quedaban excluidos la gran masa de esclavos y sirvientes, así como las mujeres. Era una democracia entre “iguales”, a diferencia de la democracia moderna. Así, por más mecanismos de elección y sorteo para evitar grupismos y que todos participen, de prohibición de reelección inmediata para renovar los funcionarios, de rendición de cuentas y otras tomadas en las reformas democráticas de Solón, solo podían participar en ella seis mil personas, cuando Grecia ya contaba con unos tres millones de habitantes.

Con el transcurrir de los tiempos, en Europa las revoluciones burguesas para tomar el poder debían derrocar a las monarquías feudales. Tanto las revoluciones burguesas victoriosas como aquellas que fueron derrotadas, se propusieron este objetivo, aunque en algunas se vieron obligados a negociar el mantenimiento de una monarquía más formal que real (monarquía parlamentaria) pero que se comprometiera con el nuevo poder a lograr la cohesión nacional.

Es la Revolución Francesa de 1789 la que de mejor manera presenta la forma que adquiriría ese nuevo régimen político. La división y supuesta independencia de los poderes del Estado, la declaración de los derechos ciudadanos y las elecciones universales son parte de ello. Nace así la democracia burguesa, a la que no están invitados los trabajadores, los más pobres, los de nacionalidades distintas, las mujeres, los iletrados. Es una democracia de pocos y para pocos.

En el caso ecuatoriano, también debemos recordar que para ser ciudadano al inicio de la República (1830), se requería ser hombre, mayor de edad, con propiedades, que sepa leer y escribir y católico. Pocos miles eran entonces los que tenían derecho al voto.

La participación en los asuntos del Estado fue una exigencia permanente de los pueblos y de los oprimidos. Por ello, esa democracia se iría ampliando sin cambiar un ápice su carácter de clase, hasta tener la actual democracia representativa en la que el pueblo, al decir de Marx, es convocado cada cierto número de años para escoger al representante de los opresores.

Parte del engaño es precisamente la votación de todos los habitantes mayores de edad en los procesos electorales. La ilusión de que somos una sociedad de iguales toma así un justificativo: un ciudadano es igual a un voto. Se dirá que los ciudadanos somos iguales ante la Ley o que el pueblo somos todos los habitantes del país, para de esa manera evitar cualquier análisis más profundo que reconozca en los hechos cotidianos la existencia y contradicciones de las clases sociales.

Se repetirá entonces que la “democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” para concluir que las leyes interpretan el interés general de todos y todas. La experiencia histórica y de cualquiera de nosotros demuestra que aquello no es real. Que unos tienes los poderes de hecho o poderes fácticos (poder económico y medios de comunicación) y que, a través de ellos, dominan los poderes de derechos (ejecutivo, legislativo, judicial, electoral); unos tienen acceso a los órganos de justicia al grado de saber que ganarán cualquier juicio aún antes de que este inicie (o imagínese el lector tener un conflicto legal con Alvaro Noboa y señale quién ganaría el juicio), mientras otros terminan repitiendo que “la ley es para el de poncho” y solo el pobre tiene que aplicarla; que hay quienes inciden para que las leyes y decisiones estatales estén a su favor, mientras otros, la mayoría, resiste hasta el día que estalla en levantamientos como los vividos en el Ecuador en poco más de una década.

La democracia de clase es por tanto, en el fondo, una dictadura enmascarada. Las principales decisiones se toman a favor de una clase social, la dueña del poder y, si las cosas se les van de la mano, entonces la dictadura puede hacerse presente con el crimen generalizado de las dictaduras del Cono Sur americano, o como la dictadura fascista que logra apoyo de masas desempleadas y desesperadas como en la Alemania de Hitler, o como la exclusión total de los trabajadores como en el Apartheid de Sudáfrica o en el actual Israel sionista-fascista. Democracia burguesa, dictadura, fascismo, apartheid, no son más que las distintas caretas que puede asumir la dominación de una minoría opresora sobre la mayoría de la sociedad a la que somete a sus designios. Existe en los hechos una continuidad dictadura-democracia que sostiene la existencia de propiedad privada, de clases y sus diferentes condiciones de vida.

El uso de los procesos electorales y otras formas de participación parcial y controlada de las masas, es una manera de hacer creer que la mayoría está en capacidad de decidir el destino de las decisiones gubernamentales. Esto porque se presupone que: “Decidir democráticamente significa amalgamar preferencias individuales formalmente expresadas (votos) en un colectivo (electorado, asamblea, parlamento) mediante dos tipos de reglas: la de la mayoría o la de la minoría.” Sin embargo, con el control ideológico de los medios de comunicación, las iglesias y los centros educativos, esas “preferencias individuales” son construidas en masa por estas fábricas de la llamada opinión pública que los comunicadores saben bien que es la opinión de pocos transmitida como verdad indiscutible. No hay en el Ecuador proceso electoral donde ello no se vivencie, ni decisión importante en la que los medios no impulsen “su verdad” (para usar un término posmoderno que tanto gusta en los grandes medios) aunque esa “verdad” sea tan solo la más grande mentira repetida mil veces.

En este marco, el Estado de Derecho en el capitalismo, es decir que las leyes estén sobre los poderes fácticos, no se expresa sino de manera muy parcial. Hay que recordar que esas leyes y el Derecho en sí mismas están cargados de los intereses de la clase burguesa, siendo, por tanto, un “Estado de Derecho Burgués” que no puede ser defendido ni el punto de llegada de los revolucionarios. Estado de Derecho que garantiza la propiedad privada y los intereses de los detentadores de la riqueza, que pone los derechos individuales por encima de los colectivos, que funciona en la misma dirección que marcan la burguesía y el imperialismo. Es evidente, además, que la burguesía está dispuesta a romper su propia legalidad las veces que sean necesarias para lograr sus propósitos coyunturales y el mantenimiento del capitalismo.

Dos tesis de Atilio Borón pueden ratificarse aquí:

“La lucha por la democracia en América Latina, es decir, la conquista de la igualdad, la libertad y la participación ciudadana, es insostenible al margen de una lucha contra el despotismo del capital. Más democracia implica, nece¬sariamente, menos capitalismo….. el neoliberalismo remata en una concepción y una práctica profundamente autoritaria en la gestión de la cosa pública. Por eso el dilema neoliberal no es entre estado y mercado, sino entre democracia y mercado. Y sus representantes no vacilan en sacrificar la primera en aras del segundo”.

¿Por qué democracia?

Alguien despistado o mal intencionado podrá señalar que si no confiamos en la democracia burguesa y develamos el mito de la igualdad de participación y derechos en ella, a los marxistas - leninistas no nos debiera preocupar si estamos en democracia o dictadura. Incluso, algunos supondrán que en dictadura la opresión es más visible y que por tanto agudiza las contradicciones y acelera el proceso revolucionario.

Estas son afirmaciones falsas de principio a fin. En primer lugar, el carácter revolucionario que la burguesía tuvo cuando encabezó las revoluciones sociales contra el feudalismo, ha sido reconocida por el marxismo y, dentro de ello, Marx señaló que la democracia burguesa trajo consigo cambios importantes para la emancipación política, limite estrecho pues la revolución socialista traerá la emancipación total de la humanidad en todas las dimensiones .

Lenin insistirá en que los límites son tales, que continuamente la democracia burguesa renuncia a los principios que proclama: "Si observamos más de cerca el mecanismo de la democracia capitalista, veremos siempre y en todas partes restricciones y más restricciones de la democracia... en los obstáculos efectivos a todos los derechos políticos... estas restricciones excluyen, eliminan a los pobres de la política, de la participación activa en la democracia".

Está claro entonces, como corresponde a una sociedad de clases, que la apertura democrática y constancia de los derechos en las leyes (que no es lo mismo que su vigencia real), es el resultado de una correlación de fuerzas entre las clases y sectores sociales en conflicto. Por tanto, la lucha por la democracia es parte del combate que supera el economicismo para convertirse en lucha política, en la que el tema del poder se va presentando con mayor nitidez a los trabajadores y el pueblo.

Siendo así, las conquistas democráticas no son el resultado de cesiones bondadosas de la burguesía, sino logros de la lucha popular. Y son, al mismo tiempo, condiciones que posibilitan una mayor actuación del Partido del Proletariado y demás fuerzas revolucionarias. Como decía Lenin, bajo el capitalismo el régimen democrático siempre es el mejor, pues en él (mal que bien) los trabajadores tienen mejores posibilidades de organizarse y defender sus derechos.

Lenin también fue muy claro en señalar que, por tanto, los revolucionarios proletarios eran los auténticos luchadores por la democracia y que esa lucha era una escuela para la clase obrera y los pueblos:

“De la misma manera que es imposible un socialismo triunfante que no implante la democracia completa, es imposible también que se prepare para la victoria sobre la burguesía un proletariado que no sostenga una lucha múltiple, consecuente y revolucionaria por la democracia”.

Una aclaración presente en los textos de los clásicos del marxismo leninismo, es que en ningún caso poniendo a los comunistas y a la clase obrera a la cola de la burguesía democrática, ni siquiera en momentos en los que luchaba contra la monarquía zarista, pues no puede limitarse a esa lucha ya que los objetivos comunistas no son los de la democracia burguesa. “O hegemonía proletaria o hegemonía de la burguesía democrática, así es como están planteado el problema dentro del Partido y en eso estriban nuestras discrepancias” contestaba Stalin a los mencheviques al plantear que el escenario de la Duma (el Congreso del imperio zarista) era el adecuado para resolver los problemas de la revolución, poniéndose a la cola de la burguesía . Es decir que la lucha por la democracia es parte de la táctica revolucionaria, pero no su objetivo estratégico que es tomar el poder, destruir el aparato estatal burgués y sobre sus cenizas construir la nueva sociedad socialista, la dictadura del proletariado y la democracia obrera y popular.

Esto lleva a la utilización de todas las formas de lucha, incluyendo las que abre la democracia burguesa, pero para desde allí atacar al capitalismo, generar conciencia política en las amplias masas, apuntar a su unidad en la lucha política. La lucha de clases seguirá presente y hay que prepararse para el momento en el que la burguesía vuelva a utilizar la fuerza del Estado para sostener su sistema.

“Quien no comprenda la inevitable dialéctica interna del parlamentarismo y de la democracia burguesa, que conduce a solucionar la disputa por la violencia masiva de un modo todavía más tajante que en los tiempos anteriores, jamás podrá desarrollar, sobre la base de ese parlamentarismo, una propaganda y una agitación consecuentes desde el punto de vista de los principios, que preparen verdaderamente a las masas obreras para la participación victoriosa en tales disputas

Por otra parte, el leninismo señala como obligatoria en términos generales la participación política en las elecciones burguesas como forma de la lucha política y de la acumulación de fuerzas al levantar la conciencia de clase de los sectores populares. Pero, esa participación electoral no necesariamente significa tener candidatos propios y seguir las reglas de juego de la democracia burguesa. En “El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo”, habla de cómo los bolcheviques boicotearon la Duma de 1905, en momentos en los que las insurrecciones de masas se presentaban de manera importante.

“El boicot de los bolcheviques contra el ‘parlamento’ en el año 1905 enriqueció al proletariado revolucionario con una experiencia política extraordinariamente preciosa, haciéndole ver que, en la combinación de las formas legales e ilegales, de las formas parlamentarias y extraparlamentarias de lucha es, a veces conveniente y hasta obligatorio saber renunciar a las formas parlamentarias...”.

La tendencia democrática

Decíamos más arriba que las conquistas democráticas de nuestros pueblos han costado sacrificio y que no han sido dádivas de las clases dominantes. Eso lo saben muy bien los trabajadores. Para ponerlo en un nivel más amplio y reconociendo que el es estatuto jurídico de la ciudadanía la que otorga derechos políticos y también sociales, basta ver la historia de nuestro país (ver cuadro adjunto) y comprobar como incluso esa categoría apenas en los últimos años ha incluido a todos. Pero ya sabemos que ser ciudadanos no es ser iguales socialmente.

La historia constitucional de la ciudadanía en el Ecuador
Año Quienes son ciudadanos
1830 Hombres casados o mayores de 22 años dueños de propiedad raíz de 300 pesos oro o de profesión sin sujeción a otro. Leer y escribir.
1835 Casados o mayores de 18 años, propiedad raíz libre de 200 pesos o profesión sin sujeción a otro, leer y escribir
1845 Hombres casados o mayores de 21 años, propiedad raíz libre de 200 pesos o profesión sin sujeción a otro, leer y escribir
1851 Hombres casados, a los 18 años; solteros a los 21; propiedad raíz libre de 200 pesos o profesión sin sujeción a otro, leer y escribir
1861 Hombres casados o mayores de 21 años. Saber leer y escribir.
1869 Hombres casados o mayores de 21 años. Saber leer y escribir. Católicos
1878 Hombres casados o mayores de 21 años. Saber leer y escribir.
1897 Hombres mayores de 18 años. Saber leer y escribir.
1906 Hombres mayores de 21 años. Saber leer y escribir.
1929 Hombres y mujeres mayores de 21 años. Saber leer y escribir.
1978 Hombres y mujeres mayores de 18 años, incluyendo a los analfabetos.
1998 Todos y todas las nacidas en el Ecuador desde su nacimiento.

Otra parte de la lucha democrática ha sido la llevada a cabo a favor de los derechos colectivos de los trabajadores, pueblos, nacionalidades, mujeres, niñez y adolescencia. Estos han sido incluidos con fuerza en la Constitución del 1998, pero hay que recordar que esa misma Constitución procedía y daba mayor sustento a las reformas neoliberales, con lo cual se negaba la posibilidad de que los cambios en cuanto a derechos se hicieran realidad. Otro ejemplo de que la legalidad burguesa, aún en una república “democrática” y constitucional, es violada si no conviene a las clases dominantes ratificando que la democracia burguesa no es el régimen deseado por las amplias masas.

Todas estas luchas y las realizadas por los derechos sociales y para mantener las libertades democráticas ante las amenazas y violaciones constantes por parte del imperialismo y la burguesía, han ido constituyendo una tendencia de miles a favor de una democracia auténtica. La burguesía, atada al imperialismo, sin embargo siempre a traicionado este anhelo escondiéndose tras un discurso demagógico que repite los principios de la democracia burguesa.

Esa traición ha significado en América Latina la constante necesidad de describir esa democracia poniéndole adjetivos que explique su reducido nivel. Así, distintos analistas han escrito sobre la democracia en América Latina como: dictablanda; democradura; democracia limitada; democracia concedida de buen grado; democracia concedida a regañadientes; democracia contingente; democracias restringidas; democracia tutelada. En todo caso, quedaba claro que no se podía hablar de democracias integrales y verdaderas.

Estos acontecimientos históricos y los distintos intereses de clases y sectores que han luchado por la democracia “a su medida”, han provocado que en lo que podemos llamar la tendencia democrática se encuentren sectores populares explotados y de la pequeña burguesía, pero sin una plena unificación del pensamiento. En todo caso, puede considerarse que parte de los contenidos comunes de esa corriente democrática en la región y en el país, tienen que ver con:

  reducir las distancias entre ricos y pobres
  garantizar los derechos políticos
  procurar un Estado de Derecho que someta también a los más poderosos
  reducir inequidades étnicas y reconocer a las nacionalidades indígenas
  reducir la inequidad de género y promover acciones positivas a favor de las mujeres
  reconocimiento pleno de los derechos colectivos
  reconocimiento de los derechos de las distintas orientaciones sexuales
  impulso del laicismo
  incrementar los espacios de participación de los habitantes
  promover una ciudadanía comprometida con los destinos del país
  reducir o eliminar la ingerencia extranjera en la determinación de destinos nacionales.

Cada uno de los puntos mencionados, pueden ser entendidos de manera diversa. No existe una comprensión única de los problemas étnico-nacionales, ni los de género, ni que es participación democrática, ni mucho menos que es ciudadanía. De manera que, así como hay puntos de encuentro que marcan la tendencia, hay diferencias que deben ser consideradas y que, en cambio, los enemigos de los pueblos buscarán exacerbarlas y utilizarlas para dividir.

Hay que insistir que no todos los que están identificados con esta tendencia, adoptan una posición revolucionaria. Muchas personas democráticas se mantienen en posiciones más cercanas a la derecha que a la izquierda y muchas más creen que se puede alcanzar la democracia en el capitalismo. No comprenden que mientras no haya democracia económica, no puede haber democracia verdadera y el sistema capitalista, por el contrario, se sustenta en la acumulación de riqueza en pocas manos dejando a la mayoría en la miseria.

Una tesis de amplia circulación, es la que diferencia a la democracia representativa de la democracia participativa. Ciertamente hay diferencias entre una y otra forma de expresar la democracia en la toma de decisión, así como lo hay con la forma de democracia directa, pero el grave error es que quienes plantean el debate a estos niveles acostumbran olvidarse del carácter de clase de la democracia en sí misma, el carácter de clase de los representantes o participantes y, por último, el carácter de clase de las decisiones gubernamentales (sea a nivel nacional o local).

Cierto es que la burguesía apunta más a una democracia representativa y parlamentaria y a cualquier propuesta que signifique alejar lo más posible al pueblo de la acción política. Para ellos, como lo plantean incluso instituciones financieras internacionales como el FMI y el BID, el fortalecimiento de la sociedad civil y la participación ciudadana ante todo son mecanismos para achicar el Estado, debilitándolo en lo social y descargando esas funciones en los actores preferentemente convertidos en ONGs que reemplacen a las organizaciones populares. Esa, por supuesto es una democracia tan limitada que no puede ser sino rechazada por el conjunto de la tendencia democrática. Esta es la “democracia” en crisis en la región, la que en las encuestas es rechazada por los pueblos, la que tiene instituciones desprestigiadas, pero que no está muerta ni ha perdido el apoyo de sus pocos beneficiarios.

Desde el polo opuesto, con posturas anarquistas, se plantea por el contrario que la democracia debe ser directa, sin ningún tipo de representatividad, lo que significaría la posibilidad de extinguir el Estado ahora y por decreto. Es sin duda una postura utópica e impracticable, pero que denuncia la falsa representación lograda por la burguesía en procesos electorales amañados. Democracia directa si puede darse a nivel de la base social, en sus organizaciones mediante asambleas para tomar las decisiones más importantes, es decir como momentos importantes en la vida de las organizaciones, pero es obvio entender que no todas las decisiones, hasta las minucias, requieren de asambleas y que por tanto es necesario una estructura que la reemplace mientras ese organismo no está reunido.

Por último, en un punto intermedio, está la propuesta de democracia participativa, que no elude la representación, pero que pretende dar a esos representantes la condición de receptores de la voluntad y decisiones de la mayoría. Planteamiento con posiciones importantes, sin duda, pero que pretende desconocer la necesidad de dirigentes y fuerzas de vanguardia, que quiere encontrar en la participación el mecanismo idóneo para la “igualdad” ciudadana, la misma que no puede existir en el capitalismo.

Plantearse los mecanismos participativos al mismo tiempo que se mantienen la democracia burguesa y la propiedad privada capitalista, no hace a un país más democrático porque la democracia no se mide en los mecanismos sino en la vigencia real de los derechos en la vida cotidiana de los pueblos. Lo grave es que algunos, como lo hacen promotores del llamado “socialismo siglo xxi”, plantean que esos mecanismos de la democracia participativa, así entendida, es sinónimo de socialismo.

Complementariamente, aunque mecanismos de democracia participativa estén vigentes, si al mismo tiempo el imperialismo es el que impone las decisiones fundamentales, por ejemplo a través de las cartas de intención firmadas con el FMI, no queda espacio para la decisión popular. Entonces, debemos concluir que sin soberanía no hay democracia y ello no depende del tipo de mecanismos para la toma de decisiones, sino en manos de quién (de que clase) está la capacidad de tomar esas decisiones.

Los comunistas comprendemos bien los límites de la llamada democracia participativa porque sabemos que para la verdadera democracia es indispensable el poder en manos del pueblo. Pero ello no debe entenderse como separarnos de la corriente democrática o hacer de esta forma de democracia representativa un blanco central de nuestros ataques. Los comunistas estamos en la obligación de aclarar esos límites para contribuir al avance del pensamiento de los sectores democráticos, pero también nos corresponde impulsar elementos de la democracia participativa que develen la ilusión democrática en el marco del capitalismo.

En otras palabras, los comunistas impulsamos y apoyamos el uso de los mecanismos de democracia participativa si ello contribuye a que el pueblo tenga una presencia más cotidiana en la acción y decisión política y si, entonces, los escenarios de participación dejan de ser un agotador esfuerzo para reemplazar la retirada del Estado neoliberal de sus obligaciones sociales y se convierten en escuelas de un pueblo que va tomando su destino en sus manos. Eso es realizar una “lucha múltiple, consecuente y revolucionaria por la democracia”, como nos planteaba Lenin.

Socialismo y democracia

Aunque no es propósito de este artículo el profundizar en la democracia proletaria, no podemos dejar de señalar que su origen innovador y superior a la democracia burguesa se expresó por primera vez en La Comuna de París.

Se trataba de la primera experiencia en la historia de la humanidad en la que “no había que abolir tan solo la forma … de la dominación de clase, sino la misma dominación de clase … El primer decreto de la Comuna fue … la supresión del ejército permanente para sustituirlo por el pueblo armado …” Y rompería la separación de los tres poderes de la República burguesa, “La Comuna – escribió Marx- no había de ser una corporación parlamentaria, sino una corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa al mismo tiempo..”.

El punto central es comprender que se trata de una democracia de nuevo tipo, de la democracia socialista que responde a los intereses de los trabajadores y los pueblos, pero que no acepta los intereses de la burguesía derrocada en búsqueda de retomar sus viejos beneficios. Democracia que parte de la toma del poder, de la destrucción del viejo aparato estatal y la construcción de uno nuevo, distinto y superior.

En el Manifiesto del Partido Comunista se sostendrá además que: “«Ya dejamos dicho que el primer paso de la revolución obrera será la toma del poder por parte del proletariado; la conquista de la democracia. Claro está que al principio, esto sólo podrá llevarse a cabo mediante una acción despótica sobre la propiedad y el régimen burgués de producción»”. Democracia proletaria y revolucionaria que efectivamente representará a la gran mayoría y someterá a la minoría que ostentaba el poder en el capitalismo.

La dictadura del proletariado ejercida sobre la minoría explotadora que ha perdido el poder pero busca recuperarlo, es indivisible de la democracia socialista que da el poder al pueblo y a las medidas de todo orden dirigidas a terminar la existencia misma de clases sociales. Dar el poder al pueblo y que el partido del proletariado continúe ejerciendo su papel de vanguardia para orientar los pasos hacia la sociedad sin clases, la sociedad comunista, es lo que se vivió en las experiencias revolucionarias. Para muestra, leamos las expresiones de los líderes revolucionarios de las experiencias soviética y albanesa.

“Por cierto que los Soviets son un tipo y una forma muy superior de democracia porque, aunando e incorporando a la política a la masa de obreros y campesinos, son el barómetro más próximo al "pueblo" (en el sentido en que Marx hablaba en 187I de verdadera revolución popular), el barómetro más sensible del desarrollo y aumento de la madurez política y de clase de las masas. La Constitución soviética no se ha escrito según un "plan", no ha sido compuesta en despachos ni impuesta a los trabajadores por los juristas burgueses. No, esa Constitución ha surgido del proceso de desarrollo de la lucha de clases, a medida que maduraban las contradicciones de clase.”

“La base de nuestro poder popular son los consejos populares, desde los de aldea y barrio, hasta los regionales… A través de los consejos populares hemos asegurado en todo momento una participación activa y amplia de las masas en la solución de los problemas del Poder… El consejo popular es la única y más alta autoridad del Poder en el campo … En lo que concierne a los consejos populares de las ciudades, se deben adoptar medidas para consolidarlos, aumentar y ampliar gradualmente sus atribuciones.”

Falso, completamente falso, sostener que el socialismo científico aplicado por revolucionarios consecuentes trajo regímenes sin democracia. Al contrario, es la burguesía la que ha negado la democracia a las inmensas mayorías.

El socialismo bajo las orientaciones del marxismo leninismo es plenamente democrático precisamente porque se diferencia en contenido y forma de la democracia burguesa, porque crea la sociedad del trabajo, porque pone a la soberanía como indispensable, porque establece condiciones de verdadera igualdad, porque requiere de la máxima participación, porque señala el camino a la plena emancipación humana, porque el camino hacia el comunismo requiere de pueblos conscientes, organizados, dueños de su futuro.

1.-ENGELS, Federico: El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.
2.-LENIN 1918, El Estado y la Revolución, capítulo primero. Obras escogidas, Pág. 275. Los resaltados son de Lenin.
3.-CHOMSKY, Noam (1996). El control de los medios de comunicación, en Cómo nos venden la moto, Ed. Icaria, Barcelona, p.16.
4.-CHINCHILLA HERRERA, Tulio Elí (2003). La mayoría no existe. Reglas cuantitativas de la democracia. Universidad de Antioquia – Colombia y UNESCO.
5.- BORÓN, Atilio. Estado, capitalismo y democracia en América Latina. Colección Secretaria Ejecutiva, Clacso, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Agosto 2003.
6.-Carlos MARX en su artículo La cuestión judía (Anuarios Francoalemanes) señala: “Los límites de la emancipación política se muestran enseguida en el hecho de que el Estado se puede liberar de una barrera, sin que lo mismo ocurra realmente con el hombre; el Estado puede ser un Estado libre sin que el hombre sea libre.”
7.-LENIN en El Estado y la Revolución. Obras escogidas, Pág. 275.
8.-LENIN. La revolución socialista y el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Obras escogidas, Pág. 159
9.-PCUS. Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS.
10.-LENIN, Marxismo y revisionismo, Obras escogidas, pág. 25.
11.-LENIN, El izquierdismo enfermedad infantil del comunismo. Citado en la Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS.
12.-MARX. La guerra civil en Francia.
13.-LENIN. La revolución proletaria y el renegado Kautsky.
14.-Enver Hoxha, Informe presentado ante el IV Congreso del PTA, 1961. Obras Escogidas, tomo III, Pág. 282).