En la coyuntura política que atraviesa la sociedad ecuatoriana se ha incorporado como principales puntos de debate un sinnúmero de temáticas para ser discutidas en la Asamblea Nacional Constituyente, entre ellas se encuentra la propuesta del voto a los 16 años, debate por el que han surgido distintos planteamientos, sean a favor o en contra de ella.

Por un lado, los sectores conservadores plantean que dicha propuesta es una locura e irrealizable, ya que los jóvenes a esa edad son fáciles de ser manipulados, son inmaduros y deben ser controlados y vigilados las 24 horas del día.
Pero, en realidad, el voto a los 16 años es una iniciativa real y vigente: en primer lugar, la mayor cantidad de la población ecuatoriana es juvenil; de los 14 millones de habitantes, el 27,22% de la población está constituida por jóvenes de edad comprendida entre los 15 a los 29 años.

La juventud es uno de los sectores más dinámicos en la producción de bienes materiales: un 53,3% tienen una ocupación laboral; según el Código de la Niñez y la Adolescencia, en su Art. 82, la edad mínima para el trabajo se establece en quince años, lo que incide en que exista una temprana incorporación de jóvenes a la producción y a los distintos puestos de trabajo.

Cuando se realizan las investigaciones estadísticas para calcular el componente de la fuerza laboral, se considera a los adolescentes desde los 14 años de edad como parte de la Población Económicamente Activa (PEA). Es así que los jóvenes que tienen 16 años son unos niños para ejercer el derecho de opinar y decidir sobre el futuro del país, pero todos unos hombres para ser explotados laboralmente.

Es a partir de los 14 años que los jóvenes son considerados como sujetos imputables, es decir, que pueden ser juzgados por los jueces, declarados menores infractores en correspondencia con el Código de la Niñez y la Adolescencia. Con ello, la Ley determina la capacidad que tienen los jóvenes de discernimiento para diferenciar entre el bien y el mal, lo justo y lo injusto; este planeamiento ratifica que los jóvenes tienen suficiente capacidad para estar frente un proceso electoral.

Además de estos elementos, podemos señalar que la juventud es uno de los sectores más dinámicos en la sociedad ecuatoriana: se convirtió en un importante actor de las jornadas en defensa de sus derechos; los jóvenes fueron los principales directores de las luchas en contra del TLC y la OXY; se destacaron en los levantamientos que derrocaron a los gobiernos corruptos y neoliberales como el de Bucaram, Mahuad y Gutiérrez; las organizaciones juveniles han planteado distintas propuestas para solucionar la crisis que vive nuestro país como el programa de reivindicaciones “El Ecuador que los Jóvenes queremos”.

Es por eso justa la propuesta que plantea la Federación de Estudiantes Secundarios del Ecuador, FESE, al referirse que es necesario establecer en la nueva Carta Magna el derecho al voto facultativo a partir de los 16 años, y desde los 18 el voto obligatorio.

Esta propuesta ha sido aplicada con importantes resultados en varios países como Cuba, Nicaragua, Brasil e inclusive en Venezuela, que al momento estudia la posibilidad de aplicar el voto a partir de los 16 años de edad.

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