Hay que ser deliciosamente estúpido o miope para sindicar al delincuente Alberto Kenya Fujimori como el único, exclusivo, privilegiado y sabio fautor del desmadre desnacionalizante y vendepatria protagonizado entre 1990 y el 2000, con prolongaciones disimuladas hasta nuestros días. Creer que castigando, ya está en su hábitat natural, al susodicho, se consigue “justicia” es una especie que propagan quienes han industrializado el negocio de vivir a expensas de este enorme contrabando, muy bien sufragado con dólares o euros.

¿Qué hay de las decenas de “empresarios” que fueron las cadenas de transmisión de los grandes negociados? ¿no están muchos de ellos, con el rostro lavado, otra vez, en las dependencias públicas o haciendo campañas políticas? Uno de ellos, un minero, ¿no sufraga o impulsa una revista en que se hace pasar como empresario moderno, cuando menos de diez años atrás, su mina, Yanacocha, Cajamarca, envenenó con mercurio a todo Choropampa y luego compraron el silencio y la complicidad de autoridades judiciales y policiales para “solucionar” el tema? ¿no fue este mismo pobre diablo el que dijo que la “transición” debía ser conducida por Kenya Fujimori? ¿por causa de qué no se analiza el triste papel de esta clase de delincuentes?

¿Qué hay de la enorme legión de diplomáticos sinverguenzas e inmorales que representaron en el exterior todas las “proezas” contra los derechos humanos y laborales que fue el régimen del nipón hoy entre rejas? Nótese que este gobierno, el del señor García Pérez, no se sabe si por falta de información, que es abundante, o conchabos sin explicación, ha desenterrado a notorios fujimoristas y los ha vuelto al servicio activo: Alfonso Rivero Monsalve, Eduardo Ponce de Vivanco, Jorge Voto Bernales, Jorge Valdez Carrillo, entre los más conocidos de esa banda de amigotes.

¿Qué hay de los mermeleros que ayudaron a “internalizar” conceptos, ideas, iniciativas, engendros, desde todos los medios de comunicación, cuyos dueños, con alguna que otra excepción, eran fidelísimos comparsas desde los diarios, las radios y las televisoras, del delincuente japonés? Enorme número de ellos, hoy reciclados, pontifica desde una moral de la que carecen. Muchos eran parte del rol de pagos del SIN de Vladimiro Montesinos y hoy “forman opinión” y han echado toneladas de concreto a sus pasados sin verguenza ni limpieza de ningún tipo.

¿Qué hay de los burócratas de siempre, de abuelos a nietos, que han sido los reales soportes de aquel gobierno? ¡Esos son los que permitieron o aceitaron la maquinaria arrolladora que concesionó o regaló el patrimonio nacional: Petroperú, La Pampilla, Camisea, los puertos, los grifos, las estaciones petroquímicas del norte, la destrucción de la aviación civil y de las empresas aeronáuticas, la desnacionalización del patrimonio peruano geopolíticamente hablando? ¿qué hay de estos sinverguenzas? ¿quién los ha enjuiciado y metido a la cárcel? ¿o siguen orondos en sus puestos?

¿Y qué hay de los estudios de abogados, pandillas de letrados, juntos y asociados, otorgando la visa legal para todos los robos, contratos con nombre propio y asfaltando los caminos de avenida para que llegaran al Perú, como si fuera, mercado de las pulgas, las transnacionales que hoy se disputan las obras, con la correspondiente partida para las coimas de los gestores? ¿quién habla de ellos? ¿no es acaso conveniente, recordar, los negociados que hacían aquellos y que con el tiempo se llamaron anti-fujimoristas? ¿no fue la ONG de pomposo nombre y propiedad de Niño Diego García Sayán, la CAJ, Comisión Andina de Juristas, la entidad que hizo pingues negocios con el delincuencial poder judicial de Kenya?

¡Hoy es fácil ser anti-fujimorista! Sobre todo cuando los dólares y euros sufragan la conciencia orientada de decenas de notorios desconocidos en las épocas cuando las papas quemaban y en momentos que escribir con nombre propio y sacarlo en blanco y negro, constituía un riesgo real y contra la propia seguridad. ¿Dónde estaban los vociferantes y “notorios” fabricados hoy? El delincuente Fujimori está en la cárcel. Si la ley es ley, debe morar entre rejas por el resto de su vida. ¿Y qué hacemos con el resto? ¿o seguirán callándose la boca y haciéndose los tontos?

La indecente incapacidad de todo el cuerpo político nacional, no hay diferencia a diestra o siniestra, es de tal magnitud que en tiempos modernos se pretende que comulguemos con aspas de molino y que nos traguemos el cuento que en Fujimori se resume toda la fetidez de aquel decenio. Eso podrá ser una verdad conveniente para algunos paniaguados. A condición, sin duda, que los otros patoteros, queden libres y “limpios” con sus conciencias tranquilas porque ya ejecutaron al chivo expiatorio. ¡Qué pusilanimidad tan evidente!

Bien vale la pregunta otra vez: Fujimori: ¿culpable único?

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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