Para las buenas conciencias, aquellas que aseguran pero no creen que en la democracia mexicana todo se discute ampliamente y se resuelve en el parlamento, la lucha civil es algo terrible, abominable. Más cuando la protesta adquiere visos de amplias movilizaciones. Sobre todo al no citarla ellas para causas que estiman importantes.

Ante la multitudinaria manifestación contra la violencia (“salvemos a México”, 2004), los medios de difusión y muchos empresarios saltaron de gusto. Dijeron, entonces, que los ciudadanos de blanco encarnaban los ideales de quienes habían sufrido alguna violación o deterioro en sus personas y/o familias. Algo que era cierto. Uno de los promotores fue Guillermo Velasco Arzac, no obstante que su hijo trabajaba con Marta Sahagún en la engañosa fundación Vamos México. Empero, al citar Andrés Manuel a una movilización contra el desafuero, esas mismas voces, enfurecidas, señalaron que no era lo correcto, que se estaban violando las reglas y que López Obrador debía atenerse, estrictamente, al imperio de la ley. No importó, después, que el mismo Vicente Fox afirmara que él había orquestado todo contra el gobernante del Distrito Federal. La autocrítica brilló por su ausencia.

La referencia viene a cuento por lo que sucede por estos días en las cámaras de Diputados y Senadores y el anuncio de la asociación Mejor Sociedad, Mejor Gobierno, donde se comparó a López Obrador con golpistas como Hitler, Mussolini, Pinochet y Victoriano Huerta. Éstos siendo militares lograron el apoyo del Ejército y asaltaron las legislaturas de sus naciones.

Puede uno estar en contra de la acción del Frente Amplio Progresista (FAP) de evitar la discusión de la iniciativa energética por medio de ocupar la tribuna parlamentaria, pero nunca podría asegurar nadie, en su sano juicio, que se intentó un golpe de Estado o con el afán de llevar al caos político a México. A menos que se trate de ignorantes de la política o voces que tienen aviesas intenciones.

Curzio Malaparte, en su clásico, Técnica del golpe de Estado, señala que usurpar el parlamento es una ingenuidad, si antes no se posesionaron de las comunicaciones, la radio, la televisión, los ferrocarriles, las principales carreteras y hasta los aeropuertos.

Recordemos el más reciente caso, 1973. En Chile, Augusto Pinochet lo mismo bombardeó el Palacio de la Moneda, donde estaba Salvador Allende, que algunos lugares controlados por la Unidad Popular –la coalición de partidos que apoyaba al médico-presidente– y se hizo de todas las radiodifusoras y canales de televisión, los cuales manejaban diferentes partidos políticos, con el fin de uniformar las noticias y asegurar que todo estaba bajo control.

En nuestro país sucede lo contrario. Incluso hasta existieron acuerdos legislativos, entre ellos se permitió autorizar el viaje de Felipe Calderón a Estados Unidos. Ello mediante las sesiones en una sede alterna. Lo cual muestra un asalto ligero, más propagandístico que con el afán de interrumpir la normalización de la vida política nacional.

Hasta en el caso de las llamadas adelitas no ha ocurrido algo grave. No obstante que algunas se han tirado al piso para evitar que pasen vehículos y la Policía Federal Preventiva, no ocurrió, por fortuna, ningún problema serio. Ha sido más violenta, terrible y complicada la sucesión en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), donde de los insultos frecuentes se pasó a una feria de sillazos que produjeron un lesionado. La estridencia es, una vez más, el alma de los medios y el grito destemplado su forma de conducirse.

El espot de Guillermo Velasco Arzac ya no está exhibiéndose. Puede verse, sin embargo, en You Tube, para aquellos que se lo perdieron. Y salió de las pantallas, ya que estaba programado de viernes a lunes, con una erogación, según los patrocinadores –que nunca dijeron de dónde obtuvieron los recursos– de 5 millones de pesos.

Acerca de sus objetivos y contenidos, hubo un rechazo categórico porque la mayoría expresó que se reeditó la guerra sucia de la campaña de 2006, donde se ponía el acento que López Obrador era un peligro para México. Hasta el Partido Acción Nacional (PAN) censuró el video. Enrique Krauze –que había motejado a Andrés Manuel como “el mesías tropical”–, Jean Meyer, Adolfo Castañón y Luis González de Alba repudiaron el asunto, aunque el exlíder de 1968 dijera que en realidad, más porque se hacía víctima a López Obrador.
Aparte de Velasco Arzac, detrás del asunto estuvieron José Antonio Ortega Sánchez, diputado panista, y Francisco Frayle, expresidente municipal de Puebla. Tres miembros prominentes del Yunque. Los dos primeros, fueron recibidos por Álvaro Uribe, mandatario de Colombia, quien vino a denunciar a los mexicanos que asesinaron las fuerzas armadas de su país en una incursión a Ecuador, como terroristas e integrantes de la Fuerzas Armadas

Revolucionarias de Colombia. Ortega, además, está ligado al cardenal de Jalisco, Juan Sandoval Íñiguez y al gobernador de ese estado, Emilio González Márquez. Mientras que Frayle fue acusado de malversación de fondos e incumplimiento de obras al dejar la alcaldía poblana.

El trío tiene nexos con los grandes empresarios que han defendido a los curas pederastas, sirven a los negocios de la familia Bribiesca Sahagún-Fox y son quienes apostaron todo para que no exista más ruta que la suya.

Utilizan diversas organizaciones. La ya mencionada Mejor Sociedad, Mejor Gobierno; Vamos México, de Marta Sahagún; México Unido contra la Delincuencia, y algunas más. Con caretas de organizaciones no gubernamentales caritativas, en el fondo responden a intereses particulares inconfesos; usadas para fines poco claros en lo económico, político y social.

El Instituto Federal Electoral (IFE), el lunes 21, dictaminó que no podía seguir trasmitiéndose dicha propaganda contra López Obrador. Asimismo, suspender una que había autorizado del PAN en la cual se decía, categóricamente, que el FAP era un grupo violento. Curioso, en el anuncio financiado por Velasco, se pedía la anulación del registro del PRD, aunque no se decía que se aplicara igual medida a Convergencia y al Partido del Trabajo. Una muestra más de hacia dónde están enfocadas las baterías.

Según el periódico La Jornada, no obstante la orden del IFE, el espot se continuaba transmitiendo en Televisa ese 21 por la noche, lo cual da idea, una vez más, que el organismo presidido por Leonardo Valdez Zurita actúa tarde, mal y no sanciona a nadie. Apenas multó con 5 millones de pesos a TV Azteca por no pasar los anuncios de los partidos políticos.

La guerra negra únicamente sirve para crispar los ánimos y alentar la represión. Felipe Calderón, en su gira por Estados Unidos, exacerbó sus críticas a sus adversarios, lo que resulta incorrecto, ya que la mayoría, tirios y troyanos, piden mesura.

Revista Contralínea / México
Fecha de publicación: 15 de Mayo de 2008