Mayo del 68 fue el crisol en el que se fundieron todos los síntomas del malestar que arrastraba la sociedad francesa. De una parte, la nueva conciencia social de determinados sectores de las clases medias que fueron atraídas por las tesis tercermundistas desde el conflicto de Argelia (1954-1962), y que habían encontrado su proyección en la guerra de Vietnam. Por otra, el creciente distanciamiento de amplios sectores de la sociedad francesa, respecto del régimen paternalista, y con fuertes ribetes autoritarios del general Charles De Gaulle.

El movimiento francés de 1968 encuentra su precedente histórico en la Comuna de Paris (1871). Esa efímera conquista de los obreros franceses dejó sentados los principios autogestionarios (sujeción a la decisión de consejos y asambleas) que habrían de servir de base a la organización estudiantil un siglo más tarde.

La movilización que despertó en Francia a raíz de la guerra de Argelia, sensibilizó fuertemente a la sociedad, y dejó el terreno fértil para el surgimiento de una Nueva Izquierda (Nouvelle Gauche).
El 3 de mayo de 1968, la Universidad de la Sorbona de París bullía por la agitación: los estudiantes de Nanterre habían intentado participar en la manifestación obrera. El rector llamó a la policía y el edificio fue desalojado. Los estudiantes invadieron el Barrio Latino y, en la noche del 3 al 4 de mayo, las calles se llenaron de barricadas y enfrentamientos con la policía.

Ante la persistencia de la agitación estudiantil, el 13 de mayo las grandes centrales sindicales llamaron a la huelga general bajo el lema "alto a la represión, libertad, democracia, viva la unión de obreros y estudiantes". Se abría una nueva dinámica en la que sectores del mundo obrero se incorporaban a la revuelta inaugurada por los estudiantes.

Para el día 20 de mayo, Francia se encontraba paralizada, hasta el extremo de llegar a escasear los artículos de primera necesidad, la gasolina y el suministro eléctrico, se produjo un auténtico vacío de poder. El gobierno y los partidos tradicionales estaban desbordados por una situación cuyas raíces y dimensiones no llegaban a comprender.

El 25 de mayo, sindicatos, organizaciones empresariales y gobierno firmaron los acuerdos de Grenelle, que recogían la aprobación de un salario mínimo garantizado y el reconocimiento de ciertos derechos sindicales. En los días subsecuentes se llegó al punto de que el presidente de la República disolviera la Asamblea Nacional y convocara a elecciones, con el objeto de salir del impasse provocado por el vacío de poder.

A partir de este momento, la situación empezó a normalizarse. El 12 de junio se prohibieron todas las manifestaciones y los grupos de la extrema izquierda fueron disueltos por decreto. El 16 de junio, los estudiantes volvieron a las aulas de la Sorbona. El 23 se celebraron las elecciones, resueltas con una clara derrota de la izquierda y el triunfo de los gaullistas y sus aliados; finalizando así el mayo del 68 francés.

Se considera que el movimiento de Mayo del 68 fracasó como revolución en virtud de que no se produjo la sustitución radical del viejo orden político. Pero transformó a la sociedad francesa, cambió pautas de comportamiento, introdujo nuevos valores, reconoció los derechos de la mujer, la liberalización de las costumbres, la democratización de las relaciones sociales y generacionales, incluyendo la disminución del autoritarismo en la enseñanza.

Graffittis: cuando en París se escribió otra historia

Durante la revuelta estudiantil de Mayo del 68, en París, un eficaz medio para la difusión de las ideas fueron las murallas de la ciudad.

Algunas de las frases que aparecieron ahí las conocemos hasta hoy, porque han quedado en la memoria colectiva como signo de esperanza, de voluntad libertaria, de energía joven.