A cinco años de su muerte, ocurrida el 31 de mayo de 2003, tras una muy delicada operación intestinal, Luis vive en su altiva presencia, de encomiable talante y talento y de festejado humor. Quizás, entonces, es así como debamos recordarlo, tan cercano en este importante encuentro –Congreso y Asambleas- de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos –FAPERMEX-.

Allí, en donde también estuvo la FELAP y rindió homenaje al maestro, colega y amigo, se levantó la bandera de la unidad y la organización, dos de las prioridades a las que tantas veces se refirió Luis, en procura de hacer fuertes a los que luchan, a los que en su calidad de trabajadores de la palabra y la imagen, “no deben disociarse de la clase trabajadora”.

En la contratapa de su libro autobiográfico, “Puente Sin Fin, testigo de la historia” –publicado en el año 2002-, se sintetiza su labor profesional destacando que fue reportero, entrevistador, autor de libros y parte sobresaliente de una “importante etapa de la historia del periodismo mexicano”. Agregándose que “convierte sus memorias en confesiones de un hijo del siglo”.

Un periodista, aunque antes: un hombre político de compromisos ideológicos identificados con la lucha y los luchadores antiimperialistas. Un periodista, un hombre, ávido de saber y de contar, de conocer y de dar a conocer. Un periodista, un hombre; capitán de las filas republicanas en la “mal llamada guerra civil española”, según denominaba a esa matanza fraticida.

Conocedor de la historia y de las cruentas y no tan cruentas batallas políticas de México; cronista en todo lugar y a toda hora, en Africa, en Europa, en Asia, en América Latina, donde fuera.

Amigo de Cuba, de su Revolución, entrevistador, entre otros, de Fidel, de Omar Torrijos, de Ho Chi-Minh, de Indira Gandhi, de Salvador Allende, de Diego Rivera, de muchos artistas, toreros, científicos, sindicalistas. Sin tregua, día a día, en cada momento donde latía sin descanso “su” FELAP; para discutirla fervorosamente, para guiarla sin renuncios, para recordarla en el nombre de otros compañeros que la fundaron.

“Su” FELAP, para defenderla del neoliberalismo rabioso y de los cantos de sirena de los llamados “nuevos tiempos”. Para defenderla y amarla. Tal como se deduce de su entrega y de su obra, y de las tantas preocupaciones diarias asentadas en páginas y más páginas, que han quedado traspapeladas entre libros y carpetas, empeñadas, junto con él, en seguir dando testimonio.

(*) Presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP).