Amparado en el silencio de la prensa internacional, el ejército pakistaní, cumpliendo órdenes de sus instructores estadounidenses en contrainsurgencia, realiza desde el mes de marzo la «Operación Terremoto» («Zalzada», en lengua urdú). El general Michael Hayden, director de la CIA, viajó especialmente a Pakistán en el mes de marzo para supervisar la operación personalmente.

La 14ª división del ejército pakistaní está «limpiando» la región de Waziristán (zona tribal) de elementos que puedan prestar apoyo a la insurrección contra la OTAN en Afganistán, calificados en algunos casos como «vinculados a al Qaeda» y en otros de «protalibanes».

Bajo las órdenes del general Tariq Khan, los soldados rodean una por una las aldeas y «reducen» los bolsones de resistencia. Luego registran las casas en busca de indicios del apoyo que los aldeanos hayan podido aportar a los rebeldes. En caso de encontrar algún tipo de «instalaciones» (o sea, casas utilizadas por los combatientes), expulsan a los habitantes y aplican un castigo colectivo: arrasan la aldea incendiando las casas o volándolas con explosivos.

Más de 200 000 aldeanos han sido objeto de estos castigos colectivos durante los cuatro últimos meses, lo cual constituye una violación flagrante de las convenciones internacionales. La ciudad de Spinkai, cuyos habitantes huyeron abandonando incluso sus efectos personales, se ha convertido en símbolo de estos crímenes.

Durante un encuentro que tuvo lugar en ocasión del Foro Económico del Medio Oriente, en Sharm el-Sheikh (Egipto), el presidente estadounidense George W. Bush felicitó al nuevo primer ministro pakistaní, Yusuf Raza Gilani, por los excelentes resultados de esta operación «antiterrorista».