En esta ocasión fue en el supuesto balance 2008 de esa dependencia sobre la Trata de Personas, en el cual por sexto año consecutivo, el gobierno de EE.UU. incluye a Cuba entre los países “que no realizan esfuerzos significativos para enfrentar el tráfico interno de niños y mujeres, objetos de explotación sexual“, y califica a la Isla de destino turístico con esos fines, entre otras graves imputaciones.

Ahora la señorita Rice fue mucho más lejos, pues incluye varias observaciones al gobierno de La Habana, sobre la forma en que debe enfrentar el fenómeno, en una pose como si la Unión estuviera libre de ese problema y de otros similares.

Las pretensiones de la Secretaria de Estado son muy claras: desconocer y tergiversar la realidad cubana en su empeño por justificar la criminal política de bloqueo económico, agresiones y hostilidad contra la mayor de las Antillas, mantenida y recrudecida por la actual Administración.

Pretende igualmente denigrar la obra turística del país y la política desarrollada para lograr un turismo sano, libre de los problemas sociales que lastran esa actividad en otros sitios. Para colmo, con sus absurdas prohibiciones de viajar, no permiten conocer a sus propios ciudadanos la realidad de la Cuba de hoy.

Fue la propia Revolución la que a partir del 1959 adoptó las medidas para eliminar para siempre las condiciones propiciadoras del turismo sexual, el consumo de drogas como un fenómeno masivo, y otros males que hoy corroen a una parte de la sociedad, que como la norteamericana tiene presente la prostitución, la explotación sexual, el trabajo forzado y el tráfico de personas.

Ignora Condoleezza la obra social y moral de la Revolución cubana, en particular lo hecho por el desarrollo de la infancia y la participación social de la mujer, cuyo protagonismo es cada vez mayor y más activo, alcanzando un papel de primer orden, desconocido en países del Tercer Mundo y en muchos desarrollados.

Ni la Secretaria de Estado ni el desprestigiado gobierno de Bush, envuelto cada día en nuevos escándalos por corrupción y otras torturas, tienen moral para dar lecciones de nada, y mucho menos en ese terreno. En la sociedad norteamericana hay suficientes problemas sociales acumulados como para mirarse autocríticamente y preocuparse por mejorar la propia casa.

En materia de derechos humanos, Estados Unidos no tiene absolutamente nada que enseñar a Cuba y sí mucho que aprender de ella.

Mientras se decide a hacerlo, Cuba seguirá luchando por brindar a sus ciudadanos, sobre todo a los niños, mujeres y ancianos, los mejores servicios de salud, perfeccionando la educación, la seguridad y asistencia social, ofreciéndoles bienestar y la tranquilidad necesaria para su evolución futura.

Agencia Cubana de Noticias