¿Tienen alguna utilidad, concreta, tácita o genuina, las excusas que da el presidente del Congreso, Luis Gonzales Posada al país, por los únicos vagidos que dan cuenta del Establo de la Plaza Bolívar? Me temo que la respuesta es tristemente negativa. El Parlamento no es más que una mueca paliativa, un ejercicio burocrático inane y una excusa de la democracia formal.

¿Dirá algo el Establo respecto del Acuerdo de Complementación Económica que está a punto de aprobar el Senado de Chile, porque obviamente favorece al país del sur, y que fletaría la fórmula que su Congreso requiere para tal validez? ¡No, no dirá nada! ¿Y por causa de qué? Porque el Ejecutivo le escamoteó al Parlamento tal decisión constitucional. En breves semanas veremos el surreal caso que el Legislativo de Chile y su Estado aprueban un tratado internacional y en Perú, se ignora, por lenidad pusilánime del mismo, la opinión del Establo criollo.

¡El Establo NO existe!

Tan embebido está en sus cuitas minúsculas, el conjunto total de grupos políticos, que no se enteraron que el ministerio de Transportes y Comunicaciones, cerró preventivamente la aerolínea Aerocóndor, con 600 trabajadores peruanos, y dejó libre el camino a otra que fagocita al resto y que vuela a lo largo y ancho del país. ¡Adivine usted cuál es! ¿Pura casualidad que LAN, por anuncios del mismísimo MTC, que capitanea Lan ministra Verónica Zavala, inaugure sus nuevos vuelos a Cajamarca y Tumbes? De seguro, los legiferantes no se apercibieron que ha poco estuvo en Perú el próximo presidente de Chile, Sebastián Piñera, por extraña coincidencia, dueño de Lan.

¡El Establo NO existe!

Que el Congreso protagonice líos de muy baja estofa, no es nada nuevo, extraño o sorprendente. Su existencia es una exacción abusiva al erario nacional y sus inquilinos precarios, aunque hay quienes ya han construido curules de cemento por varios períodos allí depositados, perpetra una falta de dignidad ¡absoluta!

¡El Establo NO existe!

Días atrás, en giro que, como bien apuntó en su programa radial César Hildebrandt, ¡jamás! se había escuchado tan abyecta expresión, el presidente Alan García admonizó claudicantemente, para no soliviantar a Chile si dejábamos de venderles productos de enorme importancia estratégica. ¿Ha dicho algo el Congreso en resguardo de la Constitución que obliga a todos los peruanos a defender la soberanía, los límites y la dignidad de la Patria? ¡Por supuesto que no!

¡El Establo NO existe!

Las concesiones hechizas, los contratos con dedicatoria, los mismos operadores delincuentes en estudios de abogángsteres y en empresas que no invierten nada y que sólo expolian y subsisten merced a las vivezas de sus directores, siempre en complicidad con los burócratas y ocasionales titulares de portafolios del Estado, persisten en la comisión traidora de sus grandes negociados.

Puedo dar fe de un modesto caso. La empresa Lima Airport Partners, la de US$ 3 mil ó S/ 10 mil soles, cuando ganó en carrera de un solo caballo, la concesión por decenas de años, del Aeropuerto Jorge Chávez, en lugar de explicar cómo es que ha conseguido un nuevo préstamo de US$ 169.4 millones de dólares (entre otras cosas para pagar el anterior del 2003, de US$ 125 millones), enjuicia a periodistas a quienes no puede empobrecer más, pero a los que merced al castillo de legalismos sucios SI está en capacidad de silenciar. ¿Qué más beneficio para los mandarines de turno, para los rufianes que sólo manejan dinero y poder económico, que enmudecer por vía judicial a quienes sí rompen el pacto infame y tácito de hablar a media voz, diaria y tesoneramente? ¿Ha investigado el Establo, el cúmulo inmenso de irregularidades que protagoniza LAP, con alguna comisión, hasta la más modesta? ¡No, obvio que no! ¿Qué ha dicho el resto de miedos de comunicación que reciben avisaje abundante de LAP? ¡Claro que tampoco, nada de nada! ¡Cómo si fuera tan fácil aniquilar a quienes sí pelean en esta ultra desigual lucha!

El Establo no existe. Como tal es una válvula de la democracia formal. Es parte de un edificio apolillado, absolutamente en ruinas, insuficiente y de pura cosmética. Renovarlo, cambiarlo de sitio, ponerle mil reglamentos disímiles, no hará nada sino el ejercicio de una sinfonía de yerros atroces, porque el pueblo no tiene nada que ver. El tiovivo electoral sólo es una mueca, una maroma.

Recordemos al siempre vigente don Manuel González Prada cuando hablaba de este poder del Estado:

“¿Qué es un Congreso peruano? La cloaca máxima de Tarquino, el gran colector donde vienen a reunirse los albañales de toda la República. Hombre entrado ahí, hombre perdido. Antes de mucho, adquiere los estigmas profesionales: de hombre social degenera en gorila politicante. Raros, rarísimos, permanecen sanos e incólumes; seres anacrónicos o inadaptables al medio, actúan en el vacío, y lejos de infundir estima y consideración, sirven de mofa a los histriones de la mayoría palaciega. Las gentes acabarán por reconocer que la techumbre de un parlamento viene demasiado baja para la estatura de un hombre honrado. Hasta el caballo de Calígula rabiaría de ser enrolado en semejante corporación.”

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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