El término podcast fue utilizado por primera vez en 2004, en un artículo publicado por el diario británico The Guardian. El neologismo inglés combina el significado de pod o reproductor portátil y broadcast, que se aplica a las emisiones radiales o televisivas. Así se bautizó a las primeras grabaciones que los productores de contenidos dejaban disponibles en sus respectivos audioblogs, al alcance de cualquier navegante.

El archivo de audio se baja a la computadora desde un enlace, o bien a partir de la suscripción a un canal RSS. Este último permite que, cada vez que el productor sube una nueva “emisión” a la red, los suscriptores reciban un aviso de que hay material fresco. Los oyentes tienen dos opciones: reproducir el MP3 (también puede tratarse de un formato OGG, pero es menos frecuente) en los parlantes de la PC o guardarlo en un reproductor portátil y escucharlo más tarde.

En algún punto, los podcast son herederos digitales de las radios comunitarias o alternativas. La explosión de las FM amplió el abanico de voces y registros en el éter. Pero el modelo de comunicación luego se estabilizó y encontró sus propios anunciantes en el mercado. El podcast recupera la libre circulación de los discursos, independizándolos de criterios comerciales. Y le suma a lo anterior una ventaja operativa: la difusión a través de Internet. En este caso, la palabra hablada no se emite “en vivo”. Pero llega a cualquier lugar, más allá del área de cobertura de una antena comunitaria, por caso. A pesar de la distancia real que exista entre el emisor y el receptor, ambos participan de una forma de comunicación que consideran más personal y “verdadera”.

Puede tratarse de una entrevista a un escritor noruego poco conocido o un repertorio de canciones olvidadas. En cualquier caso, el material en cuestión suele ser dejado de lado por los grandes medios, sumidos en una vertiginosa carrera por la noticia de último momento. Por lo específico de los temas abordados, probablemente la audiencia de un podcast sea reducida. Pero sin dudas es fiel.

Los principales exponentes del mercado mediático y tecnológico tomaron nota del fenómeno. Así, en 2005 Apple lanzó el Itunes 4.9 con soporte para podcast, que permitió que un público más amplio se familiarizara con la novedad. Y casi al mismo tiempo, las principales cadenas informativas online agregaron en sus respectivos sitios un apartado para sus propios podcasts.

La tendencia está en plena expansión. En el plano local, se sumaron a la movida diarios como Clarín y FM alternativas como La Tribu. Según el directorio de www.podcast.com.ar, una página que se dedica a recopilar información sobre la actividad, en el país hay una veintena de sitios con podcasts, más un centenar de blogs que periódicamente ofrecen sus propias producciones.

Habrá que esperar un tiempo para saber el rumbo que tomará el formato. ¿Se consolidará como una herramienta más de las corporaciones mediáticas? ¿Sobrevivirá como una forma de comunicación alternativa entre los internautas? ¿Ambas cosas? La historia es reciente y, seguramente, dará que hablar por un largo rato.

Nota publicada por la revista Acción número 1003, primera quincena de junio de 2008.