Aproximadamente 77 000 clientes de la Mutualista Benalcázar despertaron, el pasado 8 de mayo, con la desconcertante noticia de que un día atrás dicha financiera fue cerrada. Ante este insospechado hecho, las reacciones por parte de los ciudadanos afectados fueron diversas, a causa de las sombrías posibilidades que algunos tejieron en torno al inicio de una nueva crisis económica y financiera, como la que vivió el sistema ecuatoriano hace nueve años.

Según la Superintendencia de Bancos, la inesperada decisión respondía al déficit técnico e insolvencia económica que la entidad había mantenido, y ante un panorama que empezaba a tornarse crítico, la superintendenta de Bancos, Gloria Sabando, sostenía que se trataba de un tema puntual y descartaba rotundamente que se pueda producir una nueva insolvencia del sistema financiero. Entonces, días después, el Banco Ecuatoriano de la Vivienda anunció que asumiría el pago de los activos de la mutualista, que ascendían a 115 millones de dólares.

Sin duda, se trata de un tema abordado por casi la totalidad de los medios de comunicación, pero cabría preguntarse, ¿se analizó este fenómeno desde su origen?

Para el economista Luis Morales, catedrático de la Facultad de Ciencias Administrativas de la Universidad Central del Ecuador, “la prensa nos da explicaciones de la forma del fenómeno, más no de la esencia, invisibilizando así la verdadera situación en la que se desenvuelve el sistema financiero bancario”.

Morales sostiene que este fenómeno debe ser entendido desde un acercamiento a la lógica del sistema, el cual responde a la ‘cuota media de ganancia’ que en el sistema financiero se denomina ‘sistema decreciente de la cuota media de interés’, y a la ley de concentración y centralización del capital.
La tendencia de la cuota media de ganancia consiste en que el capital industrial genera procesos de producción y acumulación de valor que son destinados tanto al sector comercial como al financiero, (donde está el sector bancario).

Una vez iniciado este proceso, las industrias pretenden maximizar sus beneficios, su rentabilidad, pero no reinvierten para seguir generando nuevos procesos de producción, originándose una lucha interior entre estos sectores, lo que hace que las ganancias lleguen hasta un clímax y luego bajen nuevamente; cuando esto sucede, la alternativa está dada por el capital financiero y comercial que responde a oferta y demanda.
Concentrar la producción en el sector financiero genera en éste un excedente que es canalizado a actividades que corresponden al sector industrial, entonces, “encontramos que la cuota de ganancia industrial siempre es superior a la cuota de ganancia financiera, conocida como interés”.

En el Ecuador el sistema de la economía real del sector industrial carece en gran medida de ahorro, por lo cual recurre al financiamiento, es así que las utilidades para el sector financiero pasaron de 50 millones de dólares en el 2004 a un aproximado de 280 millones de dólares en el 2008. Datos que reflejan que la dolarización hace que el sector financiero se fortalezca.

Sin embargo, la crisis de la economía real se manifiesta de la siguiente manera: las empresas industriales poderosas controlan el mercado, auto-invierten sus ganancias y pueden competir mejor a través de los vínculos con el capital extranjero. De esta forma el sector financiero fuerte tiende a desplazar al débil, el mismo que recurre a tácticas que le permiten continuar dentro de la dinámica económica-financiera, sobre valorando activos, cuyos índices reflejan realidades diferentes.

Esta estrategia obedece a una actitud subjetiva, una falta de interpretación del contexto interno y externo de la economía real, en la que la ley de concentración y centralización del capital hace que algunas empresas no logren responder a esta lógica situación que coloca a otras en el mismo nivel de riesgo.

Ante esto, el economista Morales concluye: “no hay que desmerecer la oportuna intervención de la Superintendencia de Bancos que al prever la situación consiguió salvaguardar los intereses de los depositantes; sin embargo, es necesario recordar que la dolarización está tocando fondo, pues con la pérdida de poder adquisitivo del dólar frente al euro va llegando a su máximo nivel de desarrollo”, y olvidarlo equivaldría a cometer el mismo descuido que dio lugar al deceso de la Mutualista Benalcázar.

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