Los textos de la nueva Constitución aún no están concluidos, pero la campaña por el NO en el referéndum se ha iniciado desde los sectores oligárquicos y, en especial, desde sus medios de comunicación.

La alianza medios-encuestadoras ha comenzado a funcionar otra vez, pues partiendo de datos sobre la popularidad y credibilidad de la Asamblea en la población, se ha comenzado a generar un supuesto ambiente adverso a la nueva Constitución. Y estos datos de las encuestas son el resultado de un trabajo previo de sus aliados, los medios. Desde los grandes medios de comunicación se ha impulsado una campaña de desprestigio del organismo de plenos poderes; primero sostuvieron que los asambleístas se volvieron unos dictadores, puesto que asumieron funciones que no les competía según la consulta popular que dio origen a la Constituyente, descalificaron, buscaron ilegitimar los mandatos y la acción legislativa de la Asamblea, y, por su puesto, nunca aceptaron la cesación de los diputados del anterior Congreso. Ahora plantean que deberían volver, puesto que si gana el NO en el referéndum, lo actuado por la Asamblea no tendría validez ninguna.

Buscaron todo tipo de recursos para equiparar a la Asamblea con esas viejas prácticas políticas del desprestigiado Congreso. Se buscó generar y regar rumores sobre posibles compras de conciencias a asambleístas de la minoría, se denunciaron tramitaciones de obras para localidades; el mismo Alberto Acosta estuvo involucrado en este escándalo. Se denunciaron supuestas agendas ocultas en la Asamblea: se dijo que la nueva Constitución ya estaba redactada en Carondelet, y que lo único que se hacía era quemar tiempo para cuando llegue el momento se presente el texto y toda la mayoría gobiernista únicamente levante el brazo. Se acusó a los asambleístas del movimiento PAÍS de ser ineptos levantabrazos, que no razonan y no tienen conciencia propia.

Se ha reportado una supuesta pugna de poderes entre el Presidente de la Asamblea y el Presidente de la República. Trataron de envanecer a Acosta calificándolo como el hombre más poderoso del país, para que entre en contradicciones con Correa. Se escandalizó al país por alguna acción violenta en el Plenario, ocasionada por la oposición… Es decir, se propagaron una serie de versiones y rumores que fueron desgastando poco a poco al organismo, que fueron minando la gran expectativa que la población tenía en su acción. Fueron efectivos, y nosotros advertimos de esto desde el inicio, pero el Gobierno y la misma Asamblea no empujaron una adecuada política de comunicación respecto de lo que hace y la trascendencia que tiene este proceso constituyente.

Ahora, en los medios de comunicación se realizan programas de opinión, como el de Jorge Ortiz, que preguntan cosas como ¿qué pasaría si gana el NO en la consulta? Las entrevistas matinales insisten en la posibilidad de que gane el NO, aunque según las encuestas, el SÍ tiene una ventaja importante, y sin que se haya iniciado realmente una campaña en su favor.

Buscan generar un ambiente de incertidumbre en el votante, que pronto pueda convertirse en predisposición para seguir una supuesta corriente ganadora, la del NO. Así han actuado siempre, lo hemos visto en los últimos procesos electorales. Cada mañana, en cada espacio, los referentes de la derecha en Montecristi, hablan sobre los peligros que enfrenta el Ecuador si se aprueba una Constitución que permita, entre otras cosas, “la mariconada”, como lo dijo el asambleísta Cesar Rhon (PSC), o que atente contra la propiedad privada, o que legalice el aborto y permita el terrorismo, que se desincentive a la producción o se estatice la banca. Se han tomado temas de debate para distorsionar los contenidos, para descontextualizar la discusión, para mentir y para crear resistencias en los ecuatorianos. En los grandes medios no están los temas más importantes que la Asamblea ha aprobado, como lo que tiene que ver con los derechos políticos, o lo que tiene que ver con la soberanía, o los derechos laborales. Ninguno de estos temas ha llegado en su real contenido a las masas, por ello, el papel de las organizaciones populares y políticas de la tendencia democrática, progresista y de izquierda es entregárselos. Es iniciar una persistente campaña por el SÍ; aunque al mismo tiempo se luche porque en Montecristi se respete la decisión popular en temas claves como educación, salud, seguridad social, etc. No por respaldar el SÍ esas acciones de movilización hacia la Constituyente deben cesar; más bien deben volverse masivas.

El Ecuador está entrando a un proceso cada vez más intenso de lucha política entre las clases explotadoras y las clases explotadas, y en un escenario internacional en el que el imperialismo y sus lacayos en la región arrecian contra el avance de la tendencia, contra la construcción de una patria nueva, del socialismo, por ello, no caben ahora las divisiones, las declaraciones de “oposición de izquierda”, que no logran sino hacerle el juego a la derecha y boicotear el proceso unitario que debe producirse en los pueblos por la conquista de sus derechos y su proyecto histórico.