Se dice que la reunión de los Vicecancilleres de Ecuador y Colombia, realizada el martes 27 en Panamá, logro “avances importantes” en el proceso de acercamiento promovido por la Organización de Estados Americanos (OEA), la misma que busca ayudar a superar la crisis diplomática entre los dos países. Este acercamiento implicaría el reestablecimiento de medidas de confianza y de cooperación en materia de seguridad. Más allá de los buenos propósitos de la OEA lo que he podido ver es la agudización de la desconfianza que existe en los dos Gobiernos respecto a su vecino.

Por el lado del Gobierno colombiano hay una insistencia en denunciar internacionalmente los supuestos vínculos del Gobierno ecuatoriano con las FARC, sobre la base de las aparentes pruebas encontradas en las computadoras de Raúl Reyes, las cuales fueron halladas en el campamento guerrillero bombardeado el 1 de marzo de este año. Esta insistencia parece buscar deslegitimar el Gobierno de Ecuador, sobre la acusación de sus posibles vinculaciones, no con la guerrilla, sino con el terrorismo, pues como sabemos el Gobierno colombiano ha declarado terroristas a los movimientos guerrilleros. Se ha dicho que el Presidente Correa impidió acciones militares del ejército ecuatoriano en contra de las incursiones de la guerrilla en este país, con lo que se quiere insinuar un apoyo implícito del Ecuador a la guerrilla.

Últimamente, el gobierno colombiano ha pedido se abra una indagación judicial a varias figuras de la política ecuatoriana por supuestas vinculaciones con la guerrilla de las FARC. Entre las implicadas se encuentra la asambleísta del movimiento Alianza País, María Augusta Calle y el hermano del Ministro Larrea.

El gobierno ecuatoriano, por su parte, ha rechazado de plano las acusaciones de Bogotá. El presidente Rafael Correa, antes de la entrega del informe de la Interpol sobre lo encontrado en las supuestas computadoras de Raúl Reyes, y que inculpaban al Gobierno ecuatoriano de sus aparentes relaciones con la FARC, desconoció la legitimidad del mismo. Este pronunciamiento impugna cualquier acusación o demanda que el Gobierno Colombiano haga sobre la base de dicho informe. La posición del presidente ecuatoriano se sostiene en: a) La ruptura de la cadena de custodia que las computadoras debía tener para su análisis, lo que invalida la verdad de cualquier contenido que estas almacenen, b) La manipulación que el gobierno colombiano quiere hacer sobre las supuestas informaciones procedentes de la guerrilla, pues se acepta el supuesto contenido de las computadoras cuando éstos pueden servir de argumento para deslegitimar gobiernos progresistas y anti-imperialistas como es el caso de Ecuador, pero no se acepta las denuncias que hacen las FARC sobre las vinculaciones del gobierno colombiano con los paramilitares, c) La estrecha vinculación del gobierno de Colombia con la política norteamericana para la región, la misma que es mirada desde el Ecuador como una política imperialista que busca desestabilizar los procesos democráticos y anti imperialista que se desarrollan en varios países de la región, entre ellos el Ecuador.

Para el gobierno ecuatoriano, que no reconoce a las FARC como terroristas, no es tarea del ejército ecuatoriano combatirlas, a no ser que haya agresión contra el país; el problema de la guerrilla colombiana es un asunto de Colombia, lo que los otros países puede hacer es apoyar una salida política-negociada del conflicto, nunca una participación militar que genere más violencia y que extienda el conflicto a la región, cosa que el Ecuador siempre ha rechazado.

Lo cierto es que acusaciones viene y van de los dos lados, pero más allá de esto uno se tendría que preguntar si en todo este ir y venir de denuncias y acusaciones hay una sola verdad oculta que develar. Quizás haya muchas cosas que se dice y que no corresponden a la realidad, pero sobre un hecho, decir que es verdad o no, es difícil cuando hay serios intereses políticos en juego que buscan establecer lo que es verdadero o real según su interés.

Hay al menos dos cosas ciertas en este conflicto: a) Hubo un bombardeo del ejército colombiano en territorio ecuatoriano que no ha sido debidamente asumido y rechazado por la comunidad internacional en la perspectiva de detener la regionalización del conflicto Colombiano y apoyar una salida política-negociada al mismo, y b) lo que está en juego en este conflicto no es únicamente las buenas relaciones de vecindad entre Ecuador y Colombia, que por cierto han sido bastante buenas a lo largo de nuestra historia, sobre todo cuando se mira desde la perspectiva de los pueblos. En este conflicto están en juego proyectos políticos distintos, está en juego la defensa de la soberanía de América Latina respecto al poder e injerencia norteamericano, están en juego sus bienes naturales como por ejemplo la cuenca del Amazonas, está en juego el destino mismo de la región. Visto así, no basta con que se reúnan los dos vicecancilleres, es necesario que la comunidad latinoamericana, sin intervención del Estado norteamericano, ni de ningún otro Estado externo a América Latina, asuman en conjunto este conflicto y trabajen por una solución política, no solo de la relación Ecuador–Colombia, sino y fundamentalmente del conflicto interno de Colombia.

En la actual coyuntura política regional, la confianza no pasa por dos países sino por toda la región, sobre la base de defender nuestra soberanía, esto es, de poder decidir nuestro destino como América Latina rechazando de principio la guerra, que como ya es conocido solo le interesa al imperio y sus negocios de armas, farmacéuticas, etc.